Dr. Víctor Hugo Valero
La magia de las aves
Para el doctor Víctor Hugo Valero Fuentealba, jefe del Servicio de Traumatología del Hospital Parroquial de San Bernardo, el interés por los animales es algo con lo que se nace. Y eso fue precisamente lo que le sucedió a él. Recuerda su infancia en la comuna de Puente Alto, cuando junto a su padre, Hugo Valero Sasso, iban a subir cerros. “Mientras él conseguía tierra de hojas, yo buscaba nidos de pájaros”.
A los 12 años le regalaron unas catas y cuando éstas murieron compró un canario. Al poco tiempo tuvo una pareja y, tres años más tarde, contaba con 10 parejas de canarios. “Así empezó el gusto por las aves”, cuenta.
Aunque por falta de tiempo su interés decayó en la época en que estudiaba Medicina en la Pontificia Universidad Católica de Chile, en 1992 tras recibir su título retomó la labor de criar aves. “Se acrecentó el interés por los pájaros, me inscribí en la Sociedad Ornitológica de Chile donde hice muchos amigos y comencé a comprar canarios finos, que tienen un anillo que representa su pedigrí. Hasta entonces sólo había tenido aves de las que se compran en las pajarerías o en las ferias libres. Así se hizo necesario tener la primera pajarera en la casa de mis padres, lugar que tenía sólo cuatro metros cuadrados. Entonces llegamos a tener 30 parejas de canarios de la más fina sangre. Nos iba bien, pero no demasiado, porque los canarios mientras más finos, más difíciles resulta su cría y reproducción. Así y todo lográbamos sacar unos 100 canarios, entre los que se morían los que cambiábamos y los que vendíamos, lo que generaba un pequeño negocio a la par que comenzamos a participar en concursos”, cuenta el médico.
Actualmente el doctor Valero tiene más de 200 aves en un criadero de 60 metros cuadrados. “Hay 50 parejas de canarios que se están reproduciendo; 40 canarios más que constituyen una especie de reserva; una pareja de neofemas bourkes que está sacando pichones; ocho parejas de ninfas, que son muy bulliciosas y se reproducen con mucha facilidad; 15 parejas de rosellas con 35 pichones”, detalla.
- Dentro de las aves ¿qué especies son sus favoritas y por qué?
- Me gustan todas las aves. Pero ciertamente, cuando uno se profesionaliza en el tema, prefiere aquellas especies que le cuesta más reproducir, porque son las que requieren más trabajo y más estudio. En ese contexto, me gustan las rosellas que tienen su plumaje rojo con azul. Además, mientras más difícil es su reproducción son más caras y criarlas implica un gran desafío.
- ¿Qué características tiene el criadero donde mantiene a las vaes?
- Se trata de un criadero especialmente diseñado, que cumple con todas las normas de higiene, sanidad, espacio, luz y temperatura. Están todos los ambientes controlados. Por ejemplo, tratamos de alargar el día porque como en general las aves son animales diurnos, mientras más luz tienen, más se reproducen.
- Y ¿en qué momentos disfruta de sus pájaros?
- Debo destacar que la mayor parte del trabajo la hace mi padre. Es él quien prepara las comidas y los alimenta. Mi rol se asemeja al que tiene el gerente en una empresa: voy, miro y doy instrucciones sobre si hay que aumentar o disminuir algo o, si hay un canario enfermo, si hay que separarlo o darle antibióticos. Disfruto de los pájaros cuando llego del trabajo en la noche o los fines de semana, momento en que puedo darles mayor dedicación. Los sábados incluso recibo a otros pajareros. Nos juntamos a conversar y discutir sobre temas de pájaros, en general, todo va orientado a balancear lo mejor posible la alimentación con el objetivo de que las aves puedan reproducirse mejor.
- ¿Existe alguna relación entre su quehacer médico y su gusto por las aves?
- Son dos cosas que están muy relacionadas, de hecho, el prólogo de un libro de canaricultura dice que “todo amante de las aves es una persona que tiene un aprecio especial por la vida”, y es verdad, uno goza cuando los canarios rompen el cascarón, eclosionan los huevos, los papás alimentan a los pichones y van creciendo. Esa es la principal gracia de esta actividad. Además es posible aplicar en las aves algunos conocimientos médicos, principalmente en las áreas de nutrición y genética, y aunque uno no posee los conocimientos de un veterinario especialista en aves, si puede reconocer ciertas enfermedades.
- ¿Cree que las aves tienen propiedades terapéuticas para los humanos?
- Desde el punto de vista farmacológico en sí, no tienen aplicaciones. Sin embargo, creo que sí poseen propiedades terapéuticas desde el punto de vista de la psicología y en el plano del bienestar del alma. En mi caso, por ejemplo, primero está la familia, después el trabajo y las aves, todos elementos que para mí están muy relacionados. Además los pájaros me proporcionan la oportunidad de relajarme, hacer algo distinto y disfrutar de la vida de otra manera. Pienso que para liberar estrés son la mejor receta que hay.
- ¿Cuál es su sueño como canaricultor?
- El sueño de todo “pajarero” que se considere relativamente profesional, siempre será tener las aves más exóticas, anhelo que se contrapone con la dificultad de conseguir esos pájaros, lo que en todo caso se ha regulado mucho con el programa Cites, Comisión Internacional para la Protección de las Aves en Peligro de Extinción. Cuando uno entra en esto siempre el sueño es llegar a tener lo mejor y, en mi caso, sería tener los mejores canarios y llegar a reproducirlos, sacar pichones y que lleven un anillo en la pata como muestra de su pedigrí y que ese anillo diga “Víctor Valero”.
Entre el 5 y el 8 de diciembre el doctor Víctor Hugo Valero se encuentra participando en el XLII Congreso Argentino de Ortopedia y Traumatología, que se lleva a cabo en el Hotel Hilton de la ciudad de Buenos Aires, ocasión que el médico también aprovechará para reunirse con algunos canaricultores trasandinos.
