Dr. Juan José Latorre
“La mayoría de los egresados de mi generación somos médicos de hospital”
Por Paloma Baytelman
La práctica pediátrica evoluciona a la par de los avances culturales, científicos y tecnológicos y ha debido enfrentar procesos de cambio en la relación médico paciente, el enfoque educacional y la realidad sanitaria del país. El doctor Juan José Latorre es un testigo crítico de este desarrollo, pues lo ha protagonizado desde distintos ángulos.
Para él, desde el punto de vista de la formación, uno de los cambios más importantes de las últimas décadas es el concepto de universidad, “porque antes estas instituciones acogían a jóvenes que se educaban gratuitamente y su sentido era formar pensadores e investigadores. Ahora ya no es así. Existen decenas de universidades y hay que pagar, por lo que educarse pasa a ser una inversión económica: se enseña a las personas para producir y los profesionales comienzan su vida laboral buscando respuestas monetarias. Esto también ha llegado al ámbito de la medicina”.
- ¿Cómo se refleja esta realidad en los jóvenes pediatras, comparándolos con las generaciones anteriores?
- Son mucho más prácticos, lo que también es bueno, porque no se puede estar sólo pensando e investigando. Ambas cosas deben coexistir. El problema es cuando nos encontramos con profesionales cuya principal preocupación es la retribución económica. A esto se suma que el sistema actual contribuye a que se vaya perdiendo la relación médico paciente de antaño y muchas veces tanto los médicos como los pacientes pasan a ser cabezas de ganado, sin espacios para una interacción con calidez humana.
- ¿Piensa usted que el trato de los pacientes hacia el médico, ha cambiado con el tiempo?
- En los sistemas masivos de salud ha cambiado bastante, no así en consultas particulares, porque el paciente lo viene a ver a uno. Lo que si ha cambiado mucho es la actitud de las mujeres; están más despiertas que antes, tienen más autodecisión. Eso se debe también a que antes la medicina era mucho más paternalista, el médico era un todo poderoso. Cuando una madre preguntaba al profesional, qué tenía su hijo, algunos médicos le decían: “quédese tranquila, porque yo sé lo que tiene su hijo”. Eso no puede pasar más. Y afortunadamente sucede cada vez menos. El pediatra moderno debe saber responder en forma simple y clara el diagnóstico de un paciente.
Formación hospitalaria
A sus 64 años, el doctor Latorre divide el tiempo entre su consulta y el Hospital Luis Calvo Mackenna. Tras una vasta trayectoria profesional, que incluso lo llevó a ser Presidente de la Sociedad Chilena de Pediatría durante los años 1997 y 1998, continúa con entusiasmo su trabajo hospitalario. “Allí tengo la posibilidad de ver patologías que no encuentras en ninguna otra parte. A modo de ejemplo podría decir que he visto aproximadamente 250 casos de niños con linfomas, cifra que difícilmente se ve en la estadística de un médico que sólo atiende clientela privada. Los hospitales son centros de gran patología, no así las clínicas o las consultas privadas”.

- Más allá del aspecto profesional, ¿Qué otro vínculo tiene con el hospital?
- Tiene que ver con que pertenezco a una generación especial, que se educó gratis, y nuestro principal deber era responder por lo que el Estado nos había dado. Entonces, la mayoría de los egresados de mi generación somos médicos de hospital, cosa que no entienden mucho los jóvenes. Piensan que tenemos un sentido humanitario muy grande o que somos muy tontos, cuando en realidad responde a un modelo formativo. Además, dentro de la vida hospitalaria se aprende mucho, se entrega mucho y se recibe mucho también, pero no desde el punto de vista monetario sino que desde un punto de vista intelectual y esa experiencia es muy importante al momento de tomar decisiones frente a un paciente.
- ¿Es este sentimiento hospitalario el que lo conduce a la docencia?
- A medida que pasan los años se van perfilando dos tipos de médicos, uno es aquel al que le gusta la investigación, coleccionar casos e ir viendo; además le gusta la docencia, se involucra con los alumnos porque el alumno lo estimula. El otro tipo es el médico eminentemente práctico, que sólo se dedica a atender sus pacientes. Ambos son igualmente valiosos.
- Entonces, ¿usted tiene un poco de los dos?
- Claro, porque cuando uno es médico práctico también se nutre de conocimientos, pero cuando uno estudia, investiga y enseña sobre esa práctica, se nutre más aún.
- Usted que ha vivido en parte un cambió cultural del rol e la mujer en el campo profesional, ¿cuál es su opinión de las pediatras, comparadas con sus colegas varones?
- En el tema del profesionalismo y las capacidades no veo diferencias de género, de ambos lados hay profesionales brillantes. Lo que sí diferencia a las mujeres, es que ellas han encantado la pediatría por el solo hecho de su ternura. Le dan un carácter más femenino y más alegre a la profesión. La presencia femenina en el campo de la pediatría, sin duda ha sido un valor agregado a la especialidad.
Presente y futuro
- ¿Cómo ve el desarrollo de la pediatría en las últimas décadas?
- Cuando yo me recibí, los niños que tenían linfoma se morían, si tenían un sarcoma también; hasta que, al impulso de enfrentar estas enfermedades, se une el progreso del conocimiento. Se forman centros de oncología pediátrica y la mortalidad empieza a disminuir. Hoy uno puede decir que la enfermedad de Hodgkin tiene mucho mejor pronóstico, los linfomas tienen un porcentaje de sobrevida extraordinario, las leucemias también, pero es porque alguien se atrevió a enfrentar estas patologías. De este modo, la historia de la Pediatría se ha ido desarrollando según las necesidades y conocimientos de las distintas épocas.

- Y ¿cuáles cree que han sido los principales avances?
- Ha habido muchos. En primer lugar, la creación de las especialidades, porque antes se era sólo pediatra y con las especialidades se ha ido profundizando el conocimiento a temas específicos, de tal forma que el especialista sabe mucho de poco y poco de mucho, en cambio el pediatra general sabe mucho de mucho y poco de lo específico.
Los especialistas han ido investigando en sus áreas y eso ha significado una disminución de la mortalidad asociada a muchas patologías. Esto se ve principalmente en los hospitales públicos, donde se ha gestado el gran porcentaje de descenso de la mortalidad infantil y neonatal.
También ha habido grandes cambios socioculturales. El concepto de vida, por ejemplo. La vida tiene un comienzo y un fin y antiguamente era mucho más fácil determinar cuándo se nacía y cuando se moría, porque no había los avances técnicos que tenemos hoy. En cambio, actualmente estos límites están difusos; si nace un niño prematuro que pesa 500 gramos, tiempo atrás no tenía ninguna posibilidad de vivir, pero ahora sí, se conecta a un respirador, se le da surfactante, se ayuda a su desarrollo dentro de la incubadora, etcétera. Después, en el otro extremo, si sufres un accidente que antes hubiese sido fatal, te conectan a un respirador y sigues respirando. Puede darse el caso de una muerte cerebral, pero sigues vivo. Antiguamente a la persona le ponían un espejito y si veían que dejó de respirar, lo enterraban. Esto crea una serie de problemas éticos para la medicina del presente y del futuro, sobre los cuales hay que tener claro que se está al servicio de la vida. Esa es la labor del médico.
- Así como años atrás fue el tema de la nutrición, ¿qué cree usted que es hoy lo más importante?
- Sin duda terapia intensiva y en la parte de infectología, las inmunizaciones, porque los últimos avances de la medicina se han obtenido más por la prevención de enfermedades que por la curación. La terapia intensiva, en tanto, porque la segunda gran causa de mortalidad en los niños en este momento son los accidentes y, sobre todo, accidentes automovilísticos. En este aspecto también es importante trabajar en el desarrollo de una medicina de rescate.
A la mayoría de los médicos, de la especialidad que sean, siempre les va gustar la parte UTI. Es atractiva. Tiene sus recompensas, porque ves que los pacientes que llegaron graves se recuperan, pero también tiene sus lágrimas, cuando la gente que atiendes se muere.
- Y ¿cómo ve el futuro de la medicina en Chile?
- Desde el punto de vista del desarrollo soy indiscutiblemente optimista. Ahora las políticas de gobierno son las que a veces te empañan las cosas, pero en general yo creo que el futuro va a ser bueno.
Claro que en cuanto al ejercicio de la profesión, nos enfrentamos con un escenario complejo donde cada vez habrá una mayor oferta de médicos, por lo tanto, cada día mayor competitividad. Cuando yo me recibí me sentía en deuda con la sociedad. Quienes se reciben hoy no están en deuda, sino que realizaron una gran inversión y esperan retribuciones por ella. Estos elementos van a crear problemas que nadie imaginaba, pero los problemas hay que solucionarlos, no contemplarlos y ese es el desafío.
El doctor Juan José Latorre nos recibió con la calidez que lo caracteriza, en su consulta situada en las inmediaciones de la Plaza Las Lilas. Nos reveló sus impresiones profesionales y además pudimos asomarnos a su perfil humano y saber, por ejemplo, que es casado, tiene tres hijos, seis nietos varones y una niña. “Se llama Josefina, tiene siete años y es una madrastra con nosotros, porque sabe que es el centro de atención y maneja las situaciones con mucha inteligencia. Es muy simpática”, cuenta orgulloso.
Como en una comedia de enredos, conoció a su señora cuando, a ella, querían presentarle al hermano mellizo del médico. “Por cosas de la vida, María Estela se enamoró de mí y yo me enamoré de ella… Creo que el centro de todo es la mujer; ella es la que ha delineado la filosofía de vida en nuestra casa”.
Con sus 36 años de casado, piensa que para tener éxito en el matrimonio, así como en otros aspectos de la vida, el secreto está en comprometerse. “En la vida se van presentando caminos y hay que saber elegir. Lo importante es elegir el camino que te va conduciendo a donde quieres ir, eso es comprometerse”.
“Creo que en la medida que irradias lo que sientes y actúas consecuentemente con lo que piensas, estás dejando una huella y sin darte cuenta lo estás logrando: estás haciendo de este mundo algo mejor”.
