Dr. Omar Jacob
“El arte es una necesidad, es el deseo de hacer”
La escultura es una de las artes visuales que definen como expresión principal de creatividad del hombre. Se trata de modelar, tallar y esculpir un material, con el fin de representar figuras u objetos en tres dimensiones.
Desde tiempos prehistóricos, con distintos motivos o connotaciones, la principal inspiración de los escultores ha sido la figura humana y, en segundo lugar, los animales y los elementos naturales.
Relacionadas con la magia, la religión, el poder o, simplemente, con la belleza, las esculturas llegan a su máxima expresión de humanidad y perfeccionamiento con la cultura griega, en lo que se conoce como estilo clásico, el preferido del urólogo Omar Jacob Anais, quien además de su trabajo profesional explora el arte a través de las formas, ya sea en esculturas, murales o construyendo su propia casa.
Curioso por naturaleza, el médico recuerda que desde niño le interesaba indagar en lo desconocido. “Así, cuando tenía nueve años comencé a acercarme al arte, primero siguiendo las instrucciones de los dibujos y trabajos manuales que aparecían en la revista El Peneca. En esa época los juguetes eran muy difíciles de obtener y yo comencé a fabricarme mis propios juguetes. Así partió esto de trabajar con las manos”, explica.
Empezó entonces a realizar algunos dibujos a carboncillo, retratando a familiares y a algunos artistas, trabajos que todavía conserva en su taller. Pero su interés escapaba del plano, pues le llamaban profundamente la atención los volúmenes, la tridimensionalidad.
En 1983 el doctor Jacob contrató a un grupo de canteros para que construyeran un muro de piedra en su casa. Cuando los vio trabajando, puso atención en la forma en que manejaban los materiales y, pocos días después, él mismo tomó un bloque y un cincel y comenzó una obra. Desde entonces su quehacer artístico no ha parado y le permite reflejar sus ansias de crear en cada detalle de su vida y de su casa, pues para el médico el arte es una necesidad. “Es un deseo de hacer, como lo son todas las cosas propias de los seres vivos”.
- ¿Dónde nace ese deseo?
- Nace de la proyección de una idea que quiero expresar a través de un mecanismo. En eso se basa la mayoría de las expresiones artísticas, gente que tiene ideas y que las quiere transformar en lago material, que tenga forma, estructura, color, figura, armonía, belleza. Y, como es una necesidad, cuando surge una idea me pongo muy inquieto. Para mí la inspiración es un acto espontáneo, es una necesidad, un deseo de proyectar algo que tengo en la mente.
- ¿Cómo desarrolla su proceso creativo?
- Nunca hago dibujos previos, ni bosquejos con respecto a los temas que quiero desarrollar. En general las cosas van saliendo solas y son una proyección de una figura, una forma o un sentir que se plasma en algo material. Es más sencillo de lo que parece, aunque uno puede elaborar y planificar más cuando quiere hacer trabajos grandes a escala.
- Hay algunos artistas que cuando terminan una obra padecen una suerte de depresión post parto ¿A usted le sucede algo similar?
- No, a mí no me pasa eso. Yo no tengo depresión, al contrario, me da un gusto muy rico. Uno queda como extasiado frente a algo que salió. Es como cuando tienes una melodía en tu mente y la repites varias veces hasta que la logras cantar.
- ¿Cuál es su relación con la crítica y la autocrítica?
- La crítica ha sido bastante positiva, aunque la gente que conoce mis obras, por lo general, no son críticos de arte, pero les da gusto ver estos trabajos en un lugar donde no tendrían por que estar. En cuanto a la autocrítica, yo dejo de ver la figura en la que estoy trabajando unos dos o tres días, después entro en ella nuevamente y encuentro que hay detalles. En cambio cuando uno está todo el día ahí, no notas los defectos porque se adormece la conciencia. Entonces, hay que alejarse un poco para volver a mirar. Uno cierra la figura y cuando retorna ve los detalles a primera vista.
- ¿Cómo ha sido su evolución en cuanto a los materiales que utiliza para plasmar sus obras?
- Partí con madera. Cuando tenía 11 años en mi casa se cayó un pino y con el tronco hice una figura, una cabeza que me quedó bastante diabólica, al final yo mismo me convencí de eliminarla, porque no me gustaba (ríe). Sobre todo al verla en semipenumbra a esa edad uno se impresiona. Después pasó un periodo largo en que hice unos pocos dibujos a carboncillo que demostraban como me sentía en esa época, con una soledad infinita. Eran paisajes nocturnos, noches de luna, no se veía ninguna figura humana, ni ningún animal. Cuando terminé la universidad me dediqué a trabajar y a mediados de los ‘80 retomé la escultura, tuve la oportunidad de construirme un taller y empecé a trabajar directamente en piedra.
- Es un material bastante complejo…
- Sí. Me di cuenta lo difícil que es trabajar con piedra en Chile, porque acá las piedras son muy impuras y por muy finas que sean, tienen muchas vetas. A veces aparecía una veta de arena y echaba a perder una figura que llevaba mucho tiempo tratando de esbozar. Eso me cansó.
- ¿Qué hizo entonces?
- Por esa época, frente a mi casa vivía don Benito Román Rojas, escultor y hermano de don Samuel Román Rojas, premio nacional de escultura. Este caballero un día me escuchó picar y ese sonido es como un idioma, entonces cruzó y tocó el timbre. Así nos conocimos y empezamos a trabajar juntos. Don Benito me sugirió que trabajara en piedra reconstituida, lo que para mí fue como si me hablara en chino. Después comencé a ver los libros y a estudiar, hasta que fui capaz de fabricar cualquier tipo de piedra, incluso la San Cristóbal, esa de los adoquines de Santiago, la puedo hacer. Piedras rosadas, verdes, de todos los colores. El proceso no es muy complicado y se realiza utilizando morteros, granitos y cemento. Además de eso, empecé a hacer figuras en piedra reconstituida tomando en cuenta el modelaje en greda roja.
- ¿Siempre optó por trabajar en gran formato
- Sí. Desde un principio me tiré en grande. Comencé a hacer muchas figuras, incluso cuerpos enteros sacando múltiples moldes para hacerlas como a mí me gustaba. Empezaron a salir muchas de las obras que tengo en la casa.
- ¿Cuáles son sus proyectos actuales?
- El último tiempo he comenzado a hacer murales de gran formato, utilizando cerámica sobre relieve y con figuras que van de lo tridimensional a lo plano. Las formas se cortan en mosaicos para poder trasladarlas y quemarlas. Porque son obras de grandes extensiones. El último mural que estoy haciendo tiene 5.20 metros de largo por 2.40 metros de alto. Es en el Hospital de Carabineros.
- Ya está a punto de terminar el mural ¿Nos podría contar más sobre esa iniciativa?
- Comencé en junio de 2004 esta obra que se ubicará en el primer piso de la torre dental y está inspirada en el ámbito épico de la institución. Allí se presenta lo que es carabineros en tres partes, donde en la primera de ellas aparecen dos varones sosteniendo el escudo del organismo; el segundo tercio es una pareja que está luchando, hasta la victoria de uno de ellos; en el tercero aparece la salud representada a través de una mujer de grandes proporciones que levanta al individuo caído en sus manos y mira hacia una esquina de la obra, donde otro par de manos femeninas está entregando el escudo de Esculapio, con el bastón y la serpiente, como una muestra de la sabiduría.
- Hace 20 años usted comenzó a desarrollar formalmente su trabajo artístico ¿Cómo siente que ha evolucionado su obra?
- Dentro de lo que puedo apreciar, tengo habilidades más desarrolladas en cuanto a la madurez de la figura, más facilidad para concretar las obras, puedo terminarlas mejor y darles expresiones a los rostros, porque antiguamente eran todas caras tiesas, congeladas, ahora no. Hoy logro dar mucha más expresión a los cuerpos y las caras, a pesar de ser piedra o material inerte. Yo diría que he ido bastante rápido en crecimiento, pese a que puedo dedicar muy poco tiempo a ello.
- ¿De qué forma conjuga su quehacer escultórico con la medicina?
- Conjugarlo no cuesta, porque la medicina también es un arte. Porque en medicina tú piensas algo y lo quieres materializar. Estamos hablando de esa necesidad espiritual o psíquica, dependiendo del concepto que uno tenga de alma o mente. Ahora ¿cómo puedo yo congraciar esto que siento, esto que pienso, esto que quiero hacer, con el tiempo que tengo? Esa es otra cosa. Mi opinión es que todos tenemos mucho tiempo, pero desarrollamos diferentes líneas para utilizarlo. Hay gente que se dedica a ver partidos de fútbol el fin de semana, otros que juegan tenis, hay quienes se juntan a conversar o van fuera de Santiago, al campo, a pasear o viajan. Hay muchas formas de utilizar el tiempo.
- Y usted ¿Cómo lo usa?
- Para mí siempre ha sido una lucha ir contra el tiempo, para sacarle el máximo provecho, y mi forma de lograrlo es haciendo algo que quede. Esa es la idea, dejar algo.
- ¿Cuál es el siguiente paso?
- Quiero empezar a esculpir mi alma.
- ¿A qué se refiere?
- Me refiero a que tengo que modelar mi alma, porque estoy en una etapa en que uno empieza a notar que hay ciertos déficit físicos: de repente te duelen las muñecas, te duelen las rodillas, entonces uno ve que lo que va a quedar es el espíritu. Entonces, a eso me tengo que abocar.
- ¿Y cómo piensa hacerlo?
- No sé. No creo que sea ni a través de la religión, ni de la literatura, sino a través del pensamiento y el hecho de tener la conciencia suficiente para darme cuenta de que somos un producto de la evolución y dentro de eso también está la cosa espiritual, que es lo que nos diferencia de otras especies. Mientras tanto sigo haciendo cosas.
Por Paloma Baytelman
