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06 Diciembre 2004

Dr. Darío Ramos:

“Si no se cuida a los niños, se muere la sociedad”

Alto y de rostro bondadoso es el jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Guillermo Grant Benavente. Siempre con calidez en la mirada, habla sobre cómo nació su interés por seguir una especialidad dedicada a cuidar a quienes para él son la base de toda comunidad.

El doctor Darío Ramos vive en Concepción hace más de 30 años, entregado por completo al cuidado de los niños. Para él, profesional formado en la Universidad de Chile y santiaguino de origen, quedarse en la zona del Bío-Bío fue una decisión natural, luego de hacer la beca pediátrica en esa ciudad.

Su primera parada fue el hospital de Frutillar, donde trabajó tres años como médico general de zona, llegando a ser director del establecimiento, para luego trasladarse a Purranque como médico encargado del Servicio de Pediatría.

Según recuerda, en ésa época había un auge muy importante en el área de la salud social, lo que fue liderado por el doctor Juan Hepp. “Después de Purranque inicié la Beca Pediátrica en Concepción a principios de los ‘70 y desde entonces soy pediatra del Hospital Clínico de la ciudad”.

- ¿Qué lo llevó a especializarse como pediatra?
- Mi historia con la pediatría es muy expresiva. Cuando comenzaba mi quehacer profesional hubo una epidemia de sarampión que me hizo sentir sumamente conmovido en lo profesional, en lo humano, en lo médico… En lo chileno. Esa epidemia significó estadísticamente 300 niños contagiados, de los cuales 80 murieron ante mis ojos. Niños lindos, preciosos, mapuches, chilenos, alemanes. Todos murieron. Para mi significó un impacto tremendo ver el desamparo de esos pequeños. En conclusión, hay dos motivos por los que elegí esta especialidad: el factor sentimental de querer ayudar a los niños y, además, el aspecto científico, ya que surgió en mí -y en toda la comunidad- la necesidad de entregar protección para que esos niños nunca más estuvieran desamparados e indefensos. A partir de una situación tan terrible, hubo un desarrollo científico, ya que al año siguiente se decretó la vacunación masiva en Chile contra el sarampión, lo que significó una fuerte baja en la mortalidad infantil. A veces es necesario vivir situaciones extremas para incorporar conceptos, que a su vez se anidan en la calidad de los profesionales, en cuanto a entender los valores de la medicina como función social en sí.

-La inquietud científica se refleja en las “Jornadas de Becarios de Pediatría”, que ya cumplen 30 años, ¿Cómo ve usted el desarrollo de esa actividad?
- Participé en las primeras jornadas y creo que esa iniciativa nació a partir del vínculo muy tradicional y estrecho que existe entre la Universidad de Concepción y el Servicio de Pediatría. Desde el año ‘64 el servicio tiene médicos en formación, lo que significó el surgimiento de un grupo donde se comenzaron a expresar las inquietudes propias de los becarios. A nosotros se nos educó como científicos y al tener un pensamiento que responde a esa formación no podemos dejar de ser analíticos, interesarnos por las cosas y trasmitir nuestras ideas al respecto. Esa es la base de las jornadas, porque el conocimiento no tiene sentido si no se aplica y/o no se comunica. Las experiencias vividas por los médicos becarios con el apoyo de la universidad y del campo clínico que representa el Servicio de Pediatría, al cabo de estos 30 años han significado el éxito de esta experiencia pionera, lo cual nos enorgullece.

- ¿Qué hitos marcan las Jornadas Pediátricas en Concepción?
- No podría establecer hechos exactos, ya que siempre en sí mismas las jornadas han sido un hito. Respecto al Departamento de Pediatría, en la práctica se han convertido en una de las actividades de mayor trascendencia en cuanto a su labor formadora de médicos de postgrado. Si analizamos los 30 años de médicos becarios, muchos de los egresados están en situaciones muy relevantes, no sólo en Chile sino también en el extranjero. Por lo tanto, eso representa una retroalimentación que alimenta el orgullo de formar en calidad a profesionales de elite.

- Usted participa constantemente en reuniones clínicas de actualización, ¿Qué destaca de esas actividades?
- Para mí ha sido grato ver la organización de la Industria Farmacéutica en torno al manejo terapéutico sobre los niños. Desde nuestra época formativa, los médicos estamos con la especial preocupación de tener información actualizada respecto al manejo de los nuevos productos. En este aspecto, debo ser enfático en reconocer en forma muy especial el trabajo del Laboratorios SAVAL, que ha tenido un acercamiento amplio a la proyección de los Servicios Clínicos y colaboran con una generosidad muy constante en entregar elementos para que este proceso de formación docente o el proceso de gestión médica se faciliten.

Evolución en la gestión pediátrica
La experiencia de tantos años de trabajo da al doctor Ramos una visión panorámica de lo que ha sido el desarrollo de la pediatría en Chile y de cómo, tras superar algunos obstáculos, se deben enfrentar nuevos desafíos. “Debemos atender fenómenos que están insertos dentro de un proceso global, considerando siempre lo que está sucediendo con las poblaciones en el mundo. En Chile está disminuyendo la natalidad, por lo que en 30 años el número de habitantes menores de 14 años ha bajado. Cuando yo egresé, en el área de Salud Pública, el 44 por ciento de la población era inferior a los 14 años. Hoy esa cifra debe bordear el 28 o el 30 por ciento. Esto querría decir que los niños gravitan menos, por lo tanto la destinación de los presupuestos tiene que hacerse en función del 30 por ciento y no del 44 por ciento de los años pasados”.

- Presupuestos cuantitativos…
- Claro. Los recursos para proteger la salud de los niños bajan y eso no se puede entender. Por otra parte, hay un avance que permite disminuir la mortalidad infantil en forma progresiva, de tal manera que sobreviven más niños. Ahí está el futuro de la pediatría, porque hay que pensar qué pasa después con ellos. Esta especialidad tiene una particularidad, ya que recién en 30 o 35 años se verán resultados de qué ha ocurrido si se descuida a los niños. Si yo no soy cuidadoso con la infancia de hoy, voy a tener un ciudadano precario en 30 años más. El proceso se da como una colmena, si no se cuidan las pupas, se muere la colmena. Si no se cuidan los niños, se muere la sociedad.

- ¿Cómo se desarrollan entonces los planes actuales de salud, para proteger a los niños?
- Nos encontramos con que la pediatría que está inserta en un hospital general tiene una prioridad distinta que cuando se trata de un hospital pediátrico puro. Eso crea un desbalance. Pero por la misma razón, que están naciendo menos niños, esta generación es más importante que la anterior o la de hace 50 años. Esta particular visión del niño no es ajena a la mayoría de los médicos pediatras. Como agravante, sucede que al mejorar las condiciones económicas y de investigación, también aumenta la vida media de la población, que a largo plazo se convertirá en una carga social ¿y quién se hace cargo de eso? De ahí nació el concepto de “niño protegido”, que es la visión que tiene nuestro servicio. Con el apoyo de distintas organizaciones se trabaja para mejorar el manejo de la salud pública, es decir, procurar la mejor gestión respecto a este niño, utilizando mejor los recursos. La idea es entregar una salud que permita al niño integrarse al sistema social como un ser capaz, entregando un diagnóstico completo y todos los apoyos que este niño necesite para lograr ese objetivo en el proceso social.

- Como jefe del Servicio de Pediatría, ¿Qué proyectos tiene en carpeta?
- Uno de los aspectos novedosos en el manejo de la gestión hospitalaria y clínica de los servicios de salud, es la incorporación de los conceptos empresariales que orientan una industria eficiente, como una forma de alcanzar la calidad total. Esto en la práctica es inalcanzable y así tienen que ser, porque el mérito está en la búsqueda de la calidad total. En el plano médico, esto se refiere a la búsqueda constante del conocimiento. Resulta imposible que yo llegue al 100 por ciento de calidad, porque siempre el conocimiento va a ir más allá. Entonces se trata de un análisis permanente de mi comportamiento para alcanzar la calidad siguiente. Se implementarán medidas de evaluación permanente, controles de calidad y herramientas que permitan evitar repetir errores. Ese es el plan.



Por Soledad Cabrera

Mundo Médico

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