Dr. Marcelo Soto Morales
“La ECV se ha disparado y va un paso más adelante que nosotros”
A pesar de los avances de la medicina y la técnica para intervenir quirúrgicamente a los pacientes que lo necesitan, la patología cardiovascular no ha disminuido, por esa razón, comentó el especialista, se comenzó a investigar alternativas de solución frente a una operación como la hemodinamia, especialidad con la que ya cuenta el Hospital Regional de Rancagua.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte, tanto a nivel mundial como en nuestro país, produciendo más de 24 mil defunciones anuales, lo que corresponde a casi un tercio de todas las muertes en Chile, ubicándose en el segundo lugar de años perdidos por muerte prematura en la población y en el tercer o en cuanto a la carga de enfermedad, principalmente, por producir discapacidad.
Dentro de los procedimientos para el diagnóstico y tratamiento de las ECV, los estudios y terapias endovasculares realizados en hemodinamia son una alternativa que ha adquirido, últimamente, gran aceptación médica y se han demostrado mejorías en los resultados y evolución de los pacientes frente a otras terapias farmacológicas, médicas y quirúrgicas.
Dada la importancia del tema, el Hospital Regional de Rancagua inauguró hace un par de meses su nueva Unidad de Hemodinamia, destinada a brindar servicios a la población de la zona, siendo la única unidad del servicio público que realiza este tipo de procedimientos en la Región de O’Higgins.
“La enfermedad cardiovascular prevalece y la tasa no se detiene, sigue aumentando, a pesar de todas las medidas que se han tomado”, reconoce el doctor Marcelo Soto Morales, ex cardiólogo y hemodinamista del Hospital Regional de Rancagua, jefe de la Unidad de Hemodinamia del Hospital FUSAT, jefe de la Unidad de Hemodinamia de la Clínica Integral de Rancagua y jefe de la sala de Hemodinamia de Clínica Isamédica, que está pronta a abrirse.
El médico, rancagüino y ex alumno del Colegio Bernardo O’Higgins y del Liceo Óscar Castro, se especializó en cardiología en el Hospital San Juan de Dios de la Universidad de Chile en Santiago, “uno de los mejores centros del país, con tremendos profesores. Los años de esfuerzo, primero en cardiología y luego en hemodinamia, me permitieron generar una muy rica relación de amistad Los que en su momento fueron mis docentes, hoy son muy buenos amigos”.
Si bien reconoce que, en más de alguna oportunidad, recibió ofertas para trabajar en Santiago, el compromiso adquirido con el doctor Eugenio Fuenzalida, quien lo estimuló para que se perfeccionara pesó más. “Yo tenía un compromiso, más que con el Hospital era con el doctor Eugenio Fuenzalida, que era mi jefe de la UCI. Son esas cosas de palabra y de cariño que no están escritas en ninguna parte, no hay contrato, es cariño al servicio público”, dijo.
“Lo único que él me pidió fue ‘Marcelo, mira cuando estés allá en Santiago todos te van a querer dejar allá, te van a ofrecer trabajo y está bien, porque lo más seguro es que lo vayas a hacer bien, pero yo lo único que te pido es que no te olvides del hospital regional y vuelvas’. Yo adquirí un compromiso moral con él. Era un hombre especial, que marcó a muchos de los residentes de la UCI. Él hacía que todo lo difícil fuera fácil. Era una persona muy sencilla, preocupada por aquellos que no tenían. Y al igual que él, yo estoy acá porque quiero, porque me gusta y entretiene. Por eso, lo que tú ves acá es el reflejo de las cosas que he aprendido y hecho. Esta es una de las salas más modernas del país. Es como andar en el avión más moderno, el auto más moderno”, señaló orgulloso el especialista.
Para conversar sobre lo que significa realizar técnicas avanzadas para el tratamiento de pacientes con daño cerebral o problemas coronarios, el doctor Marcelo Soto se entrevistó con SAVALnet.
- ¿Cómo resumiría usted el desarrollo que ha experimentado el área cardiológica del Hospital Regional de Rancagua en los últimos años?
- La cardiología en el hospital ha tenido una evolución un tanto difícil, porque a veces cuesta contar con profesionales en la esfera pública. Para algunos subespecialistas trabajar en el servicio público no es atractivo. Entonces la gente que está, lo está porque quiere y le gusta el hospital. En el caso de cardiología somos muy poquitos los que trabajamos en el servicio público. Somos tres o cuatro cardiólogos para el millón cien mil habitantes que tiene la región, una cifra que es absolutamente insuficiente. Muchas veces, nos hemos visto sobrepasados, por lo que la cardiología que hemos realizado es más de “choque”, de controlar lo que viene. No hemos tenido tiempo, ni espacio, para hacer cardiología de punta como la que se hace en Santiago, que se caracteriza por ser calmada, con tiempo, con reflexión, con estudio, con reunión y eso es a lo que estamos tratando de apuntar ahora con nuestra nueva Unidad de Hemodinamia y el equipo de angiografía. No quiero que me mal entiendas. No es que no se haya hecho nada o que la cardiología haya sido mala, lo que estoy tratando de decir es que el número de cardiólogos que hay es tremendamente ínfimo para las necesidades de la región. Entonces cuando uno se ve sobrepasado, obviamente, las cosas no son como uno quisiera. El avance en esta materia no ha sido fácil.
- ¿Cuál es la prevalencia de las patologías cardiovasculares en la zona?
- Mira en la zona, en el país y en el mundo la patología cardiovascular es la primera causa de muerte. Eso ha hecho que tanto el gobierno como las universidades incentiven la formación de especialistas en estas patologías, para tratar de frenarlas y controlarlas. El problema es que, a pesar de haberse hecho un esfuerzo gigante en todo el mundo, la enfermedad sigue creciendo. Es cosa de ver la televisión. Todos los días están alarmando sobre las cifras de obesidad, que hay que estimular el ejercicio y la vida saludable. Es un tema que no se ha podido ni controlar, ni menos frenar. Acá en la región se da la proyección de lo que pasa en el mundo y, por lo mismo, hemos tenido que invertir en esta nueva Unidad de Hemodinamia. Ya no basta con una medicina curativa. Cuando nos vemos sobrepasados por la enfermedad, cuando la farmacología no es suficiente, necesitamos otro tipo de tratamiento, uno más invasivo. Y en ese contexto es en el que se construyó esta sala de hemodinamia, para controlar una parte de la patología cardiovascular y la patología ateromatosa. Lamentablemente la enfermedad se ha disparado, la enfermedad va delante de nosotros, nos dejó atrás, no hemos podido pillarla.
- En junio inauguraron la nueva Unidad de Hemodinamia del Hospital Regional de Rancagua. ¿Cuál es la importancia y las implicancias que tendrá el contar con esta unida en la región?
- Esta es una unidad de alta complejidad que tendrá tremendas implicancias para la zona. La primera: contar con un especialista en el sector público en la región, algo que se veía muy difícil. Santiago, Concepción y Temuco cuentan con un profesional de este tipo en los principales centros asistenciales. En el último tiempo, se han ido agregando otras ciudades a este mapa como Arica, Antofagasta, Talca y nosotros. Este ha sido un camino bien difícil, pero lo reconfortante es que el trabajo ha dado sus frutos. El beneficio será tremendo porque el área pública cubre el 70 o más por ciento de las prestaciones y necesidades de los habitantes de la región. El resto se atienden en el área privada. Antes, ese tremendo porcentaje de personas estaba desprotegida, no podía acceder a la medicina de última generación. Al contar con esta sala, nosotros vamos a poder dar cobertura inmediata. Si bien antes la tenía, ésta estaba absolutamente desfasada en tiempo y espacio, porque los pacientes tenían que desplazarle a Santiago o Valparaíso. Contar con esta Unidad significa que vamos a poder darle a la comunidad la oportunidad de tratarse en la patología cardiovascular en la región y, por supuesto, a costos bajísimos para ellos. Y ese solo impacto es violento, porque significa que nosotros estamos resolviendo nuestros problemas, sin la necesidad de pedirle ayuda asistencial a nadie. Y eso, al mismo tiempo, se traduce en desafíos gigantes, no solamente para hemodinamia sino que también para la UCI, para la Unidad de Tratamientos Intermedios y para nuestra futura Unidad de Coronaria que queremos crear. Con el doctor Alfredo Ramírez, jefe de la Unidad de Cardiología, estamos trabajando duro para que la estructura administrativa soporte este “porta aviones” que está acá en el segundo piso, porque esta Unidad es eso: un “porta aviones”, que genera muchas funciones de otras áreas, que tienen que estar trabajando como reloj también.
- ¿Cómo se encuentra equipada la unidad y qué procedimientos se realizarán ahora?
- La unidad cuenta con un angiógrafo de última generación 3D marca Phillips que permite otorgar diagnóstico efectivo y tratamiento adecuado a pacientes con patología cardiovascular o cerebral de extrema complejidad. Es tridimensional, por lo que las imágenes que podemos obtener del aparato vascular y cerebral son muy precisas. Como es un equipo multipropósito, nos permite estudiar todo lo que tiene que ver con las extremidades superiores, inferiores, corazón, pulmón, riñones y cerebro, es un lujo de equipo. No todos los angiógrafos permiten hacer tantas funciones como éste. La gracia de esto es que va a traer consigo que se acerquen otro tipo de especialistas a la Unidad, como por ejemplo, los vasculares periféricos.
- Por último doctor, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte a nivel mundial, realidad que en nuestro país no es diferente. A su juicio, de qué manera es posible revertir las patologías cardíacas y cerebrovasculares.
- Cuando llegan los pacientes a esta instancia, significa que estamos viendo todas las consecuencias que provoca no evitarla. Y no pienses sólo en la atención primaria, este problema viene de la familia. Por ejemplo, un chico de 10 años con sobrepeso en 15 a 20 años más, si no cambia sus hábitos, no sólo va a ser obeso sino que también va a ser un paciente con enfermedad cardiovascular. Entonces, la tarea está en frenar el problema desde la infancia y con ayuda de la familia educando en alimentación sana y ejercicio. Hoy, tenemos acceso a mucha tecnología que, por un lado, es bueno pero, por otro, es pésimo, porque hace que la gente joven tenga todo en su pieza. Antes todos jugábamos en la calle con los vecinos, algo que se da poco. El niño está remitido a una pieza donde tiene computador, televisor, equipo de música y computador, el que le permite estar conectado con el mundo externo a través del chat. Entonces qué motivación tiene ese joven de salir de la pieza: ninguna. Cuando la tecnología cautiva de esa forma, hay que buscar estrategias para convencer a esos futuros adultos que el deporte también puede ser motivante, algo que no es fácil. Por eso el rol de la familia es muy importante, porque los hábitos vienen de ahí. Si la familia controla lo que se come, si estimula la práctica de ejercicio, si se crean políticas públicas para que se aumenten aún más las horas de educación física en los colegios, podríamos lograr que la gente fuera más sana. Lamentablemente, las curvas de crecimiento de la diabetes, hipertensión y la patología cardiovascular han ido creciendo. Entonces empiezan a aparecer estas unidades monstruosas que no son para solucionar el problema inicial, sino que estamos solucionando el problema final, por eso debemos prevenir.
