Doctor Óscar Parada Hinojosa:
"Para ejercer la medicina no bastan los conocimientos, hay que tener alma y corazón"
Una sala con más de 5 mujeres aguardando a ser atendidas por el doctor Parada. La secretaria comenta que como bien saben, el doctor se toma bastante tiempo para atender una a una a sus pacientes y que deberán tener paciencia, acto seguido, todas responden que no hay problema, que conocen la metodología del doctor y que pese a las constantes esperas no cambiarían a su ginecólogo.
“Yo no puedo atender rápido o apurado a una paciente, porque ninguna viene muerta de la risa ni absolutamente relajada. Habitualmente la mujer que llega aquí llega preocupada, inquieta, con muchas dudas, con muchas interrogantes, con muchos temores. El paciente busca que le aclares lo que le sucede, que le soluciones el problema, si no te das el tiempo para explicar lo que sucede no estás cumpliendo con tu rol”. Fue la primera observación que realizó el doctor frente a la entrevista, que pese a tener a muchas mujeres esperando, entregó un extendido relato sobre sus 50 años de profesión.
El doctor Parada realizó su enseñanza media en el Instituto Nacional para luego postular a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile y el año 62 comenzar su especialidad en el Hospital El Salvador. Durante el año 63 el Hospital Sótero del Río inauguró el área de maternidad, donde tuvo el honor de ser uno de los médicos fundadores, “luego empecé a notar que el tipo de motivación que existía en el hospital en cuanto a la realización de sus labores no iba con mi manera de pensar y ese fue el momento en que decidí retirarme y desde entonces tengo la felicidad de tener mi propia consulta”.
Según el especialista, la vocación médica se la enseñó la universidad, “yo me malcrié en la Universidad de Chile, porque en un principio quería ser ingeniero agrónomo, aunque ahora lo pienso, y no creo que un ingeniero no sea apasionado por lo que hace, pero dudo que le tengan dedicación, cariño o que sientan cosas realizando un cálculo. Yo creo que la mayoría de los que egresamos en esa época somos así de apasionados y que amamos la profesión”.
Como método de trabajo, enfatiza en que los especialistas jamás deben olvidar que están tratando con personas, no con un órgano enfermo, un diagnóstico brillante o un examen fabuloso. “Nuestro deber es tratar y curar las afecciones que traen nuestros pacientes, y ese es un poco el respaldo que me da después de 50 años, todavía tener gente que me busca, que me espera”.
“Yo considero que hay que tener alma y corazón en esta profesión, no basta sólo con los conocimientos que se adquieren en la universidad. Yo quisiera que ojalá todos los médicos que están egresando ahora tuvieran esa visión de la profesión”.
- ¿Cuáles fueron las principales motivaciones que lo hicieron optar por la ginecología?
La especialidad mía se vio dramáticamente influenciada después de una experiencia que tuve en medicina interna. Siendo alumno interno tuve la oportunidad de recibir algunos pacientes bastante graves, a los que les hacía unos 14 diagnósticos más menos, pero al final de cuentas esa paciente a los dos meses se moría igual, entonces yo dije perdón, ¿voy a dedicar mi vida, mi esfuerzo mi todo, para ayudar a bien morir a una persona? Eso no va conmigo. A mi me dolió mucho ver morir a una señora y yo no poder hacer nada, nada, tomarle la mano, regularle el goteo, tomarle la presión, y pensaba ¿tanta ciencia, tanto esfuerzo para esto? No, esto no puede ser mi vida; y me sentí un poco egoísta, pero yo quería sentir agrado, una especie de premio espiritual, y en ese entonces diagnosticar un infarto era tener que decirle al paciente, señor usted se va a morir. Fue en ese entonces que me encontré con la ginecológía obstetricia, y ahí tu no ayudabas a bien morir, si no que ayudabas a bien nacer al ser humano. Me fui de un extremo al otro y no me arrepiento ningún minuto, y yo creo que eso explica por qué todavía después de 50 años sigo ejerciendo y amando mi profesión.
- ¿Cómo fue la experiencia de su primer parto?
Lo que más recuerdo era lo nervioso que estaba. Claro, porque uno va asumiendo responsabilidades sin tener la suficiente experiencia, nos pasa a todos, un gran nerviosismo, un gran temor a que los conocimientos que yo tenía no fueran suficientes para enfrentar adecuadamente lo que estaba haciendo. Finalmente todo salió bien, pero para mí fue un milagro. Muchas veces me dicen doctor, gracias a usted tengo a mi hijo, y yo les digo que no fue gracias a mí, yo sólo estaba cerca de ahí por si pasaba algo.
- ¿De qué manera cree que ha aportado a la ginecología durante estos años?
No diría que es un aporte, pero sí tengo una metodología diferente para tratar a mis pacientes. Mucha gente dice que yo soy una especie de profesor frustrado, porque a mí me encanta compartir todo lo que yo sé sobre el problema que tiene la paciente, jamás terminó mi consulta sin al menos reiterar dos veces ¿alguna duda, alguna pregunta? Y claro, alguna gente piensa que soy un poco latero, porque no me demoro 5 minutos en mi consulta, ni 15, cada paciente es distinta y merece todo mi tiempo. Considero que es el deber para quien realice actividades que involucren a seres humanos tener esta sintonía. Si tú estás preocupada por algo, por qué no se lo explicas, por qué no eliminar esa preocupación, yo no voy a gastar tiempo, voy a invertir el tiempo. Un colega de más menos 35 años de profesión la otra vez me preguntó cuantas veces me habían demandado judicialmente ¡no! me dijo, y él me comenzó a contar de 3,4,5 demandas que había tenido, tonteras francamente, y no lo digo yo, lo dice la revista del departamento de asistencia legal al que estoy suscrito, donde afirman que el 97% de las querellas o denuncias son descartadas por infundadas, pero yo no he tenido ni siquiera una en 50 años, ¿a quién le echo la culpa? No a que yo sea un excelente médico, impecable, top, en lo absoluto, no tengo el más mínimo mérito para asomarme a eso, pero si tengo una cosa clara, siempre mi manera de actuar ha sido la misma, qué te preocupa, qué duda tienes, qué temor tienes, entrego todo mi tiempo. Entonces si ese es un aporte, sí, porque lo llevo haciendo desde que comencé esta carrera y lo seguiré haciendo.
- ¿Alguna anécdota en especial dentro de estos 50 años?
Tuve una historia que fue media paradigmática para mí, porque cuando tú ves pacientes y empiezas a preguntar más acerca de ellas, te das cuenta que hay muchas que son hijas de otras pacientes. Entonces dentro de ese acopio recuerdo que una vez entró un muchacho de unos 30 años, venía con su señora y le digo ¿primera vez? Y la segunda pregunta ¿quién te mandó? y me contesta la mujer, usted me trajo al mundo hace 30 años y mi mamá me dijo que la única persona que debería traer su nieto al mundo era el doctor Parada, y eso, para mí, vale más que un millón. Otra anécdota que tuve fue que atendía regularmente a una paciente que con los años llegaba a controlar su embarazo y me comentaba que se había vuelto a casar un par de veces más, y yo le pregunté si acaso no había considerado cambiar de ginecólogo o si su marido no le había recomendado otro, y me dijo no doctor, aunque usted no lo crea, es más difícil cambiar de ginecólogo que cambiar de marido. La verdad es que 50 años dan para mucho.
- ¿Qué se siente cumplir 50 años de profesión, algo más que hacer?
Me siento halagado. Pero si queda algo por hacer, ser cada día mejor, atender cada día mejor a mis pacientes, aprender de ellas cada día más, porque esa es una de las cosas en las que yo insisto, en medicina por lo menos el que no reconozca que el aprendizaje que uno tiene es fundamentalmente una retroalimentación de sus pacientes, está mal.
- ¿Cómo considera la atención médica en nuestro país?
Tengo que ser honesto, creo que mi modalidad de trabajo no es la más frecuente. Hoy lamentablemente existen doctores que realizan sus consultas en 5 minutos, o 7 pacientes en una hora, es que me tocaste un tema que me molesta mucho, te explico. En estos momentos en Chile se está hablando mucho de la humanización en la atención del parto, que habla un poco de lo que yo te he comentado, y yo me digo ¡por dios! ¿esto se está descubriendo recién ahora? Entonces qué es lo que estuvieron haciendo los últimos 40 años. Yo creo que esto no debiese ser un esfuerzo para los hospitales de Chile, si no que debiese ser algo propio, innato. No importan los conocimientos técnicos que se pueda tener, hay que tener tacto y sensibilidad porque trabajamos con seres humanos.
- ¿Cuál es su opinión sobre las crecientes cifras de embarazo adolescente?
El embarazo adolescente para mí no es sólo un fenómeno biológico, es un fenómeno psicológico, sociológico, político y existencial. En este momento se ha hecho mucho hincapié en lo que es educación sexual, yo creo que no debe ser educación sino instrucción sexual. Una diferencia que me enseñó mi padre, que era profesor, era que la transmisión de conocimiento de una persona a otra puede estar dada por conocimientos abstractos, concretos o científico técnicos, y eso lo puedes hacer de cualquier manera, antiguamente era solo mediante la exposición del maestro. Hoy hay libros, láminas, videos, lo que tú quieras, pero luego hay que enseñar las habilidades, por que cuando tú tengas un hijo ¿cómo le vas a enseñar a andar en bicicleta? no le puedes mostrar un video, vas a estar al lado de él guiándolo, ayudándolo para que no se caiga, etc. Y el otro nivel de trasmisión era la de actitudes de valores estéticos y morales y eso se hace de una sola manera, sólo se transmite con el ejemplo. Hay que dar ejemplos de vida para que se adquieran niveles de responsabilidad.
- ¿Qué mensaje le enviaría a aquellos que comienzan su camino en el área de la medicina?
Creo que siempre tienen que tener bien claro que se han metido en una actividad en que primero que todo, tiene que estar el ser humano con el que van a trabajar como el punto más destacado de todo su accionar. Que nunca el ser humano sea utilizado como un medio de acumulación de bienes económicos o superación académica o de superación de status. Por favor, no se olviden que en medicina estamos tratando con seres humanos, y en medicina el ser humano es el principio y fin, y por eso mi dramática experiencia inicial que me alejó de la medicina. Veía que ese ser humano pobre, sufriente, podía tener un magnifico diagnostico pero se iba a morir igual, en este momento ya no, pero hace 40 años era así. Enamórense de su profesión, hacerlo con pasión, entusiasmo y mucha consideración hacia el paciente, aprender a sintonizar con la gente. Si uno no logra ese compromiso, está haciendo algo parecido a la medicina, pero no medicina. La felicidad no consiste en tener todo lo que uno quisiera tener, ni en hacer todo lo que uno quisiera hacer en la vida, la felicidad consiste en querer lo que uno hace y en querer lo que uno tiene, eso es plenitud, y así me siento yo.
