Dr. Salvador Sarrá Carbonell:
“A mí parecer la medicina interna está subvalorada”
El doctor Salvador Sarrá Carbonell, es Profesor Titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y Director del Departamento de Medicina Interna del Campus Sur. Asimismo, es Jefe de la División y Servicio de Medicina del Hospital Dipreca.
“Nosotros en medicina vemos la pobreza, la riqueza, la desesperanza, la angustia y el dolor que se puede dar en todas las personas, sin importar la condición social o económica. La enfermedad te demuestra que todos somos iguales, puede atacar a cualquiera y eso es algo que las futuras generaciones deben asimilar”, reflexionó el doctor.
Esa pasión por la medicina, el amor por el paciente y la dedicación es lo mismo que él busca transmitir a sus alumnos. “La verdad es que no tengo la pretensión de dejar algún legado, mi intención sólo ha sido interesarlos por la medicina. Yo trato de contagiarles mi amor por ella, pero sin obligarlos. Para triunfar en la vida uno debe sentirse enamorado de lo que hace”, confesó el doctor Sarrá.
Para conversar sobre el desarrollo de la Medicina Interna, la evolución de la geriatría y su vida, el doctor Salvador Sarrá Carbonell se entrevistó con SAVALnet en el Centro SAVAL de Cooperación Científica del Hospital Barros Luco Trudeau.
- Doctor Sarrá, ¿cuál es la visión que usted tiene de la evolución de la Medicina Interna en nuestro país?
- Este proceso, como muchos otros, no se encuentra aislado, se circunscribe dentro de la dinámica mundial. Pero este desarrollo, al mismo tiempo, ha llevado a la hipertrofia de algunas especialidades de la Medicina Interna en desmedro de ella misma. El subdesarrollo tiene algunas desventajas, pero en general la realidad nacional se compone de una mixtura, porque acá lo que se ve es que la Medicina Interna existe pero no existe, y esto se debe a que las especialidades están muy hipertrofiadas. A mí parecer, la Medicina Interna está subvalorada. El internista es un médico que atiende al adolescente, al adulto y al mayor, tiene que hacer la prevención, el tratamiento y la rehabilitación dentro de estos grupos, es decir, se ocupa de todos aquellos pacientes no quirúrgicos, aunque participe en muchas de sus resoluciones. Lo que vemos hoy es que se están formando becados en Medicina Interna, pero muchos de ellos se van rápidamente a una subespecialidad y no ejercen la Medicina Interna como tal.
- Entonces, a modo de resumen, ¿la virtud de este “director de orquesta” es dominar todos los instrumentos para conseguir una perfecta sinfonía?
- Claro, el internista es ese médico que en atención hospitalaria – por poner un marco de referencia, puede hacer cualquier tipo de atención – es capaz de manejar todas las especialidades de la Medicina Interna, desde el punto de vista clínico; y la diferencia con los especialistas es que no hace procedimientos. Por ejemplo, puede hacerse cargo del diagnóstico de un infarto al miocardio, pero no desarrolla técnicas.
- Esta problemática de la subespecialización, que usted plantea doctor, se da también en el resto del mundo…
- Se da en todas partes, con sus matices particulares. Figúrate que actualmente existen cerca de 90 mil revistas biomédicas en el mundo, el conocimiento está al alcance de nuestra mano o, como dirían mis alumnos, a un clic. Cuando yo estudié medicina no existía la computación, no había correo electrónico y las revistas llegaban de Estados Unidos o de Europa bastante atrasadas. Hoy, las últimas informaciones médicas las encontramos en línea. Esa es una de las grandes ventajas del estudiante actual: la cantidad de herramientas de información que nosotros no teníamos, pero no por eso es mejor ni superior. El conocimiento se duplica cada 70 – 80 días. En el siglo XVIII un médico entraba, salía y ejercía con los mismos conocimientos. No había grandes cambios. Lo que no pasa en la actualidad. Es tan grande el conocimiento que las personas han tenido que parcelarse y especializarse.
- De este punto de vista entonces, y de acuerdo con su experiencia, ¿cuáles son los principales desafíos del médico internista actual?
- El primer gran desafío del internista es no extinguirse. La idea es que todos los médicos que se formen en Medicina Interna la ejerzan. Hoy existe una crisis de internistas en todos los hospitales de país, así como también de otros especialistas. El médico internista es lo que necesita el país. La Medicina Interna es una especialidad multidisciplinaria e interdisciplinaria, porque tiene que estar en contacto permanente con todas las otras disciplinas del conocimiento de la medicina.
- Usted se ha confesado un enamorado de la Medicina Interna. ¿Qué es lo que lo apasiona de esta especialidad? ¿De qué manera ha mantenido el encanto por ella?
- Soy un convencido de que mi pasión por la especialidad se la debo a los constantes retos y desafíos. La Medicina Interna es muy compleja. Desgraciadamente los alumnos hoy se encantan más por técnicas que tiene esta profesión. No hay que generalizar, pero me ha tocado ver esa triste realidad. Los desafíos ya no son filosóficos, sino que son concretos, existenciales e individualistas. Y eso pasa en todas las especialidades. Para mí la Medicina Interna es un desafío constante con el paciente y con mi propia persona, porque a través de ellos veo mi trascendencia.
- Nuestro país, al igual que otros más desarrollados, está viviendo una etapa avanzada de transición al envejecimiento demográfico de su población. ¿Cuáles son las implicancias de este proceso?
- Son muchos y lamentablemente no estamos preparados. Fíjese que en Chile no hay más de 70 a 80 geriatras reconocidos. La OPS y OMS hace décadas, empezó a realizar cursos de adiestramiento preparando a los ministerios de salud y las universidades de todo el mundo para que comenzaran a formar y preparar geriatras. La Universidad de Chile acogió ese llamado y se transformó en la primera universidad en empezar a formar geriatras. Se ha invertido mucho, pero los provechos no han sido los que todos esperábamos. Hoy, un paciente de 80 ó 90 años que llega a policlínico tiene el miso tiempo de atención que una persona de 20 años, lo cual es injusto, porque en una persona de esa edad se necesita invertir por lo menos una hora de conversación y examen para lograr una buena anamnesis, y no 10 minutos.
- La Medicina Interna es una especialidad integradora que, de un tiempo a esta parte, le ha abierto las puertas a la geriatría con la que usted ha colaborado muchísimo con la creación de la beca de geriatría en la Universidad de Chile. ¿Cuáles son las necesidades principales que genera un adulto mayor y por qué es necesario contar con más especialistas en esa área?
- Estamos en pleno proceso de transición demográfica. Este es un país de drásticos contrastes: la esperanza de vida ha aumentado enormemente; la natalidad ha disminuido bastante; y la mortalidad infantil tiene cifras similares a la de los países desarrollados. Eso ha acarreado grandes transformaciones, como el envejecimiento poblacional. Los adelantos médicos, el desarrollo farmacéutico y las mejoras de tratamientos exponen a la gente a vivir más. Hoy la esperanza de vida en Chile es de 78 a 84 años, lo que – sin duda – va a tener que traer cambios culturales y nuevas políticas sanitarias: la jubilación va a tener que alejarse un poco, como en los países desarrollados, porque la población pasiva va creciendo y la activa disminuyendo. Hoy una persona de 70 está en plenitud física y psíquica. Si lo pensamos, tampoco estamos preparados para cubrir la demanda de esta población creciente. Hospitales que tienen Unidades de Geriatría entregan una atención más personalizada, humanizada, integrada y multidisciplinaria, pero eso no pasa en todos los hospitales del país, donde las unidades de medicina deben absorber esta demanda por lo que, obviamente, el cuidado no es el mismo. Eso es algo en lo que se debe trabajar, porque Chile está envejeciendo y los problemas del adulto mayor se deben considerar desde un prisma particular, que sólo un geriatra sabe abordar, pero se están haciendo grandes esfuerzos sanitarios en todos los niveles en nuestro país.
- Usted ha ejercido una enorme influencia en la formación científica de las nuevas generaciones de internistas y geriatras. Más allá de lo académico, ¿cuál es la huella que ha buscado imprimir en sus becados?
- La verdad es que no tengo la pretensión de dejar algún legado, mi intención siempre ha sido interesarlos y enamorarlos de la medicina. Yo trato de contagiarles mi amor por la especialidad. Para triunfar en la vida uno debe enamorarse de lo que hace.
- ¿Cuáles cree usted que son las fortalezas de las nuevas generaciones de geriatras que se están formando, no sólo en la Universidad de Chile, sino que en otras universidades chilenas?
- Los nuevos geriatras son los precursores de lo que viene, de esta especie de terremoto poblacional que se acerca. Esta es una problemática mundial. En Alemania, por ejemplo, la población que más crece es la de 85 y más años, allá ya se comenzó a hablar de la “cuarta edad”. En los países europeos, la seguridad social ha tenido que cambiar e implementar nuevas políticas para ocuparse de este grupo que, después de tanto trabajar y entregar a la comunidad, tiene derecho a tener una vida digna el resto de sus días. Esa estructura es algo que también debiera considerarse en nuestro país.
- La preparación del geriatra chileno ¿va a la par con esta problemática que usted menciona?
- Estamos un poco atrasados en este punto también. Falta aún implementar y reforzar más políticas y desarrollar unidades geriátricas en los diversos hospitales del país. Yo creo que todos los hospitales que actualmente son exclusivamente pediátricos, en un par de décadas más se van a transformar parcialmente en hospitales geriátricos. Es probable que eso ocurra si seguimos con estas curvas de natalidad y mortalidad.
- Sabemos que usted fue reconocido “Internista Destacado 1011” que, por primera vez entregó la Sociedad Chilena de Medicina Interna, distinción que se suma a la otorgada durante abril de 2011 cuando fue incorporado como Fellow por la American College of Physicians de San Diego California, USA. ¿Cómo recibe ambos reconocimientos a su destacada trayectoria profesional y entrega a la comunidad médica?
- Ambas distinciones las recibo con orgullo y humildad, las reconozco y agradezco, pero sigo siendo el mismo médico con o sin el premio. No soy más ni menos. Sigo pensando que el compromiso con la medicina se demuestra diariamente con nuestros pacientes y los alumnos que formamos.
- Por último doctor, durante sus años de servicio, ¿cuál ha sido la mayor satisfacción como médico y qué es lo que cree que aún le falta por realizar?
- Es difícil contestar esa pregunta. Soy un agradecido de mis padres, que permitieron pudiera estudiar en la Universidad de Chile, de mis maestros, de mis colegas y, por supuesto, de mis enfermos, porque yo he aprendido la medicina al lado de ellos. Mi mayor satisfacción es haber contribuido al desarrollo de la Medicina Interna, a formar médicos y especialistas, esa es mi mayor satisfacción. Los enfermos y transmitir lo que sé a las futuras generaciones me alimenta el alma y me llena de orgullo.
- Algo que queda pendiente…
- Quiero seguir dedicándome a la docencia y a escribir más sobre Medicina Interna. Tengo ganas de dedicarme a recopilar y a decantar. A veces, caemos en las promesas, decimos mucho pero no concretamos, la única manera de llegar a eso es haciendo las cosas y quiero hacerlo, porque me siento todavía física y psíquicamente bien para ello.
