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17 Octubre 2011

Dr. Ricardo Yáñez Pizarro:

“Tengo las sonrisas de los niños grabadas y eso es impagable”

El médico penquista es un referente internacional en el campo de la urología pediátrica, experiencia que lo ha llevado a cruzar las fronteras del país para participar en distintas misiones de asistencia bajo el alero de IVUmed, organización de ayuda humanitaria que acaba de realizar un operativo en Kenia, respondiendo a una petición de la Organización Mundial de la Salud.

Entre el 9 y 19 de septiembre pasado, el doctor Ricardo Yáñez participó en su cuarta misión de asistencia médica en el extranjero, en la ciudad de Kisumo, la tercera de mayor importancia de Kenia, África. En esta oportunidad, el operativo tuvo especial trascendencia, ya que fue la primera vez que la Organización Mundial de la Salud, OMS, le solicitó cooperación técnica a IVUmed, organización internacional de urólogos y distintos especialistas que se dedica al trabajo humanitario y en la cual participa el médico penquista desde 2008.

“Yo creo que no hay profesionales de la salud que no tengan vocación de servicio e inquietudes por el quehacer social. Todos los que hemos trabajado en un policlínico sabemos de la profunda necesidad de las personas que están consultando en el sistema público, por lo que resulta imposible quedar indiferente ante los problemas y sacrificios de los pacientes”, comenta el doctor Yáñez, profesor asistente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, médico del Servicio de Urología del Hospital Guillermo Grant Benavente y urólogo pediátrico del Sanatorio Alemán y del Instituto de Rehabilitación Infantil Teletón.

Formado en la Universidad de Concepción, se desempeñó luego como médico general de zona en el Hospital de Lirquén, momento en que se adjudica la beca Presidente de la República y recibe los recursos suficientes para financiar su estadía en Inglaterra, donde se especializó en urología pediátrica en las universidades de Sheffield y Londres. En ese país, trabajó con Philip Ransley, “un gran referente de la urología mundial” -dice-, con quien forjó una profunda amistad que se ha fortalecido con el paso de los años.

“Desde pequeño, debido al estímulo que recibí en mi familia, tuve la inquietud de viajar y buscar los conocimientos fuera de nuestras fronteras, por lo que me esforcé mucho, en tiempos en que la comunicación era más complicada, en establecer nexos y vínculos que me abrieran algunas puertas. Después de muchas gestiones tuve la fortuna de trabajar con Philip Ransley en el Hospital Great Ormond Street de Londres, uno de los establecimientos de salud más importantes a nivel mundial en el área pediátrica. Fue una experiencia muy enriquecedora, en los planos personal, académico y profesional, principalmente porque la posibilidad de hacer un postgrado en el extranjero, a comienzos de la década de los ´80, era muy escasa. Pude participar en la atención de numerosos pacientes de patología poco frecuente y hacerlo en un lugar de esas características te permite un tremendo crecimiento y solidez, que difícilmente hubiera logrado quedándome en Chile”, detalla.

A su regreso al país, cuenta en esta entrevista con SAVALnet, se incorporó al Hospital Las Higueras de Talcahuano y más tarde a tiempo completo al Servicio de Urología del Hospital Regional de Concepción. En 1987 comenzó a desarrollar la actividad urológica en el Instituto Teletón, donde posteriormente se le une a esta tarea el doctor Esteban Arias, con quien en la última década ha realizado numerosos y diversos procedimientos quirúrgicos, bajo un convenio de beneficencia en el Sanatorio Alemán.


¿Qué médicos lo marcaron durante su etapa de formación profesional?
Sin duda, mi padre, Duberlí Yáñez, marcó un modelo a seguir. En mi especialidad quisiera destacar a dos. Primero el doctor Eduardo Caffarena, un gran urólogo de la zona, con mucho entusiasmo en el área pediátrica y con una visión sobre la medicina que me identificaba bastante. El me estimuló a integrarme al área de la urología en niños y me brindó su apoyo personal y profesional cuando regresé a Chile. Por otro lado está el doctor Philip Ransley, quien fue mi profesor de urología pediátrica en Inglaterra. Mantenemos una gran amistad y trabajamos juntos en workshops quirúrgicos cada vez que viene a Concepción, operando a un número relevante de pacientes.


¿Cómo se genera el vínculo con IVUmed?
Fue la doctora Catherine de Vries, fundadora de esta organización, quien me invitó a participar. IVUmed nace en Estados Unidos y agrupa en la actualidad no solamente a urólogos como en sus inicios, sino que también a profesionales de otras especialidades. Es una organización sin fines de lucro, apolítica y no religiosa. Fue ella quien detectó una carencia generalizada de expertos en urología pediátrica. Esta es una especialidad que manejan muy pocas personas en el mundo, por lo que somos una comunidad muy pequeña que a nivel internacional prácticamente nos conocemos todos.


¿Qué propuesta recibe?
Como la doctora De Vries advierte esta necesidad decide invitar a un grupo de colegas a ir en ayuda voluntaria de niños necesitados en distintos puntos del mundo. Por supuesto acepté la invitación y me convertí en el primer médico latino que sin estar trabajando en Estados Unidos, forma parte activa de esta organización. Hasta el momento he participado en cuatro misiones en el extranjero, tres en Palestina y una en África. Es una experiencia muy exigente en lo laboral, pero también tremendamente reconfortante en el plano personal.


¿Cómo se realiza el trabajo de coordinación?
Lo primero es conformar un equipo de trabajo, luego se planifica la misión y se establecen los objetivos. En el último viaje a África participamos dos urólogos pediátricos, dos anestesistas, apoyados con tres enfermeras y un administrativo. Recibimos 160 kilos en insumos médicos que nos enviaron desde Estados Unidos y el objetivo fue resolver un conjunto de pacientes que requerían complejas cirugías urológicas. Operamos a 47 pacientes, a dos pabellones en una semana, siendo ésta una cifra extraordinaria. En muy pocos lugares del mundo hoy puedes ver un rendimiento de ese tipo.


¿En qué condiciones se realizaron estas intervenciones?
Lo primero que hay que mencionar es que Kenia es un país de grandes contrastes. Existe una pobreza realmente extrema, policlínicos sin agua potable y una tasa elevada de sida, pero también se pueden encontrar hoteles con lujos tremendos, en reservas africanas y sectores de mayor poder adquisitivo. En el país viven 35 millones de habitantes y apenas tienen dos facultades de medicina, por lo tanto hay una necesidad enorme de especialistas. Ahora, las condiciones para trabajar son muy precarias, de pabellón, esterilización y recursos, pero eso ya no es sorpresa, ya que habitualmente estas actividades se realizan en lugares con condiciones limitadas, pero finalmente uno logra adaptarse, principalmente gracias a las experiencias previas. No obstante, se fijó un alto estándar de calidad que pudimos cumplir.


¿Qué importancia particular tuvo esta experiencia en Kisumo?
En esta oportunidad conformamos un excelente equipo. De hecho la fundadora de IVUmed nos acompañó los dos primeros días. Fue la primera vez que la Organización Mundial de la Salud nos solicitó asistencia técnica para resolver niños portadores de malformaciones genitales complejas, detectados en el programa de circuncisión masiva impulsado por la ONU en África Central, con el objetivo de reducir la tasa de transmisión del sida. Se le solicitó a la doctora Catherine de Vries iniciar un plan de recuperación de estos menores. En total estuvimos 10 días desarrollando diferentes procedimientos quirúrgicos desde las siete y media de la mañana hasta cerca de las once de la noche. En ese periodo cenamos sólo tres veces, así que teníamos que tomar un buen desayuno para mantenernos con la energía necesaria.


¿Principalmente qué procedimientos realizaron?
Específicamente hicimos cirugía genital compleja. Estamos hablando de una malformación denominada hipospadias, que es una de nuestras áreas de interés. En Concepción nos hemos destacado en el manejo de esta patología. El año pasado, post terremoto, realizamos tres simposios quirúrgicos con los referentes internacionales del tema, con el apoyo del Sanatorio Alemán, de tal manera que manejar este tipo de malformaciones es para nosotros algo habitual.


¿Cómo los recibe la gente y las personas que requieren atención médica?
No hay duda que la recepción es muy grande. Las personas te expresan de distintas formas su agradecimiento, desde el minuto en que te ven, porque es la oportunidad que tienen de solucionar sus problemas, ya que la posibilidad de volver a tener la opción sólo llegará cuando arribe el próximo equipo internacional de asistencia. Esta gratitud pude mayormente percibirla en Belén, Hebrón y Ramala, ya que sí pude recorrer sus calles y acercarme más a la gente, a diferencia de Kisumo, donde la intensidad del trabajo nos obligó a movernos exclusivamente entre el hospital y el hotel. Por lo mismo, pese a que las condiciones de trabajo son difíciles, la satisfacción de participar en estas misiones es muy grande. Yo tengo las sonrisas de los niños grabadas y eso es impagable.


¿Por qué existe una falta de especialistas en su área?
Dedicarse ciento por ciento a un área específica es una decisión personal, a veces difícil de asumir. Se puede llegar a la urología pediátrica a través de la cirugía infantil o la urología. En Estados Unidos, por ejemplo, la gran mayoría llega mediante urología general, campo que está lleno de actividad y hay muchos pacientes, por lo que muchos médicos deciden quedarse en la atención de adultos. En Chile la mayoría a llegado por el lado de cirugía pediátrica, que ofrece también un campo amplio, ocurriendo algo parecido. A muchos colegas les resulta difícil dejar otras áreas de la actividad quirúrgica en niños, lo que termina en una dedicación parcial a la urología. Sin embargo, el concentrarse de lleno en esta especialidad también permite tener acceso a diferentes territorios anatómicos y desarrollar interesantes técnicas quirúrgicas como ocurre en cirugía urológica reconstructiva en pacientes neurogénicos o cirugía reconstructiva genital, por mencionar algunas.


En este sentido, ¿qué mensaje le transmite a sus alumnos?
Los estimulo a mantenerse académicamente activos, a estar abiertos al intercambio de ideas, a realizar un trabajo de excelencia, a dedicarse ciento por ciento a un área específica, a mantener una actitud positiva y a perseverar en los objetivos planteados. Después de algunos años los veremos convertirse en especialistas reconocidos y se les presentarán oportunidades basadas en su experiencia y los conocimientos adquiridos.


¿Cuál será el destino de su próxima asistencia médica internacional?
Estoy invitado a Nairobi en febrero y a Honduras en marzo, sin embargo, debido a un compromiso adquirido previamente, viajaré otra vez a medio oriente, porque hemos establecido vínculos de cooperación entre la Universidad de Concepción y las dos universidades que hay en Palestina. En esta ocasión hemos planificado la actividad quirúrgica con el doctor Octavio Castillo, médico muy reconocido en el ambiente urológico y quien generosamente ha decidido aportar con su experiencia en este tipo de asistencia humanitaria, que se encuentra abierta a todos los profesionales que deseen participar.

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