Dra. Verónica Chamy Picó:
“La prioridad de este centro es llevar el manejo de la infertilidad al sector público”
La doctora Verónica Chamy, directora del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso (UV) y médico jefe de la Unidad de Reproducción del Hospital Carlos van Buren es una respetada especialista en infertilidad a nivel nacional.
“Para mí la infertilidad es una subespecialidad que incorpora medicina interna, cirugía, endocrinología, laboratorio e investigación. Te permite estar al día en endocrinología ginecológica, ginecología infantil y en cirugía laparoscópica e interoscópica que, para mi gusto, es una cirugía muy femenina. Aparte de eso, el tema de la alta complejidad en un mundo apasionante, porque combina todo lo que tiene que ver con la estimulación de la ovulación, la obtención de ovocitos, el trabajo en el laboratorio y el desarrollo de investigación, lo que finalmente se traduce en la satisfacción de ver que uno está logrando que una familia o una pareja proyecte su relación en un niño. Ese éxito es muy gratificante”, confiesa.
Lleva más de 15 años trabajando y estudiando el tema en la Región de Valparaíso, primero en el área privada y, por motivación propia, ahora en la pública. “Mi idea siempre fue tratar de llevar lo que es el manejo racional de la infertilidad dando las oportunidades, en cuanto a la equidad, mediante el tratamiento, al sector público”. Y lo logró, porque actualmente está a la cabeza del Centro de Investigación en Reproducción Humana “un logro súper importante con una gran proyección, que viene a solucionar un problema importante en la zona”, dice.
Muy comprometida con el tema, la doctora Verónica Chamy invitó a SAVALnet a recorrer las nuevas dependencias Centro de Investigación en Reproducción Humana, instaladas en el Edificio Bruno Günther de la Universidad de Valparaíso, un lugar estratégico donde confluyen la Facultad de Medicina, el Hospital Carlos van Buren y el Centro, uniendo así el trabajo clínico con las ciencias básicas.
- En Chile, entre un 10 y 15 por ciento de las parejas son infértiles. Hace poco, la OMS reconoció que la infertilidad es una enfermedad y no un estado. ¿Cuál es el significado de este cambio de definición?
- Significa que se hace un reconocimiento de que es una patología prevalente dentro de la población y que, por lo tanto, todos los gobiernos tendrán que preocuparse de buscar la forma de derivar recursos para poder solucionar el problema que, hasta ahora, no ha sido considerado ni por el Servicio de Salud y menos por las Isapres. No existen políticas en cuanto al tratamiento de alta complejidad. Por ejemplo, en Europa todas las parejas infértiles –desde el punto de vista de salud pública- tienen derecho a hacerse uno o dos ciclos de fertilización in vitro financiados por el estado. Hay que mencionar que ha habido aperturas. Fonasa ha abierto un número de cupos para la población que no tiene recursos, pero son limitados y únicos. Es decir, si una pareja lo intenta y falla no tienes derecho a otra opción. En cambio, se ha visto que los resultados de embarazo aumentan si logras llegar a tres intentos seguidos. Por lo tanto, creo que el que se haya definido como una patología y no como un estado de la población va a favorecer a un grupo importante y prevalente de pacientes que no tiene otra opción de lograr su proyección de pareja, si no es con tratamiento de alta o baja complejidad.
- En nuestro país casi todos los centros de atención a las parejas infértiles son privados. ¿Cómo nace la idea de desarrollar un centro de reproducción asistida en la Región de Valparaíso que atenderá a pacientes del sistema público de salud?
- La verdad es que nace como una necesidad para nuestra población. No sólo para lograr fertilización in vitro, sino para un manejo racional y ordenado de lo que es la infertilidad y para darle las mejores opciones a las parejas para que puedan lograr su embarazo. Uno de los elementos más importantes del éxito de un tratamiento de infertilidad es la edad. Entonces, en la medida que uno pueda tener todas las opciones terapéuticas a la mano y las pueda utilizar en tiempos determinados, se pueden mejorar el proceso. Si no los tiene, la paciente va postergando y postergando la posibilidad de iniciar un tratamiento y eso me parecía, de verdad, injusto. De hecho, cuando me hice cargo que la Unidad de Reproducción del Hospital Carlos van Buren de Valparaíso me di cuenta de esta realidad: había mujeres que pasaban entre tres a cuatro años esperando la opción para recibir un tratamiento y eso significa tiempo perdido en el que se va disminuyendo progresivamente la fertilidad.
- ¿Cuál es el rango de edad idóneo para comenzar un tratamiento?
- Lo ideal es que una paciente tenga un tratamiento y un manejo hasta los 35 años, porque los resultados son significativamente diferentes a partir de esa edad. Y los principales factores que determinan el éxito de un tratamiento son la edad y el número de años de infertilidad. Se tiene que identificar y tratar precozmente a la pareja y se tienen que tener todas las alternativas terapéuticas para dárselas en tiempos adecuados y no postergarlos. Esa fue una de las cosas que a mí me estimuló para buscar una forma de ayudar a las parejas que lo necesitaban.
- ¿Quiénes son los profesionales que están detrás de este proyecto?
Desde el punto de vista científico están el doctor Sebastián San Martín, que es el director del Departamento de Ciencias Básicas de la Universidad de Valparaíso; el doctor Mario Parra, que es doctor en biología; el biólogo Aliro Maulén; la doctora Eva Madrid, ella es experta en tejidos; el doctor Passalacqua que es un genetista; y se incorpora el doctor Aníbal Scarella, que está haciendo una subespecialización en reproducción humana en el Instituto de Investigaciones Materno Infantil (IDIMI) de la Universidad de Chile. En la parte clínica estoy trabajando junto a los doctores Valeria Videla y Julián Prado y la matrona Soledad Bravo. Por supuesto que en la medida que esto vaya creciendo vamos a necesitar más manos, pero por ahora tenemos una unidad clínica y una biológica que están muy integradas, cosa que se proyecta también geográficamente entre la universidad, el centro y el hospital.
- ¿De qué manera se vinculan la Universidad de Valparaíso con el Hospital Carlos van Buren?
Yo consideraba que la Universidad debía estar detrás de esto, porque ella nos permitía ordenar el proyecto, desarrollar investigación, manejar bien a los pacientes en forma científica. Además, era la que nos podía facilitar los recursos para los equipos que necesitábamos, por eso insistí durante cinco años. Fue un trabajo quijotesco que rindió frutos. Se reconoció que este era un proyecto de extensión a la comunidad, que permite hacer docencia e investigación. Y la conexión entre la UV y el hospital se da mediante la atención y detección de la población infértil que se atiende en el hospital, a través de una serie de protocolos. Basado en una serie de elementos se selecciona a la paciente potencialmente infértil y se deriva a la Unidad de Reproducción del Hospital Carlos van Buren, lugar en el que se realiza el estudio básico, cuya información nos proporciona la opción que se le brindará a esa paciente, la que pasará a integrarse al grupo de personas en tratamiento de infertilidad de baja complejidad.
- ¿Cuál es el porcentaje de éxito de estos tratamientos?
- Este tratamiento, si uno lo mira por ciclos, tiene diferentes resultados, pero van entre un 15 y 20 por ciento de éxito por intento. Si uno hace tres intentos seguidos, o sea, tres ciclos esa cifra se eleva al 50 por ciento. Al menos, la mitad de las pacientes que van a ir a este tratamiento debieran terminar con un embarazo. A simple vista pareciera ser que el resultado es bastante malo, pero hay que considerar que el éxito del proceso reproductivo fisiológico normal de las parejas fértiles por mes es de un 25 por ciento. Esta terapia lleva a las parejas infértiles a lograr un embarazo entre un 15 y 20 por ciento, o sea, se acerca bastante a lo fisiológico. Por lo tanto, es una opción intermedia para poder seleccionar a las pacientes que si no tuvieron éxito puedan optar por un tratamiento de alta complejidad. Finalmente, una de cada tres parejas podrá lograr su embazado, lo que significa un bebé en casa.
- Por último doctora, los actuales descubrimientos de la biotecnología enfrentan a la ciencia y a la ética. ¿Cree que es posible encontrar un equilibrio entre ambas disciplinas?
- O sea yo espero que se encuentre. Esa es mi opción. Yo vengo llegando del congreso de laparoscopia ginecológica que se hizo en Las Vegas, donde presenté una comunicación y la verdad es que me sorprendí de la presión que están haciendo las empresas de biotecnología para que empecemos a incorporar cada vez más tecnología, dejando atrás otras que aún funcionan. A lo mejor, sí se pueden optimizar tiempos operatorios y estadías de la paciente en el hospital, pero de verdad hace que se ponga en discusión el tema ético. Espero que, de alguna manera, se logre llegar a un equilibrio y que éste sea normado. Es decir, son las sociedades científicas y las redes latinoamericanas de fertilización in vitro las que tienen que tener la tuición de que se esté respetando el equilibrio entre la ciencia y la ética, porque si no se puede producir un caos científico, médico y terapéutico que a mí, en lo particular, me preocupa. No sé si se va a lograr, pero espero que así sea. Espero que se tomen las conductas en los diferentes niveles: político, económico, científico y religioso y que entre todos logremos ese equilibrio.
