https://www.savalnet.cl/mundo-medico/entrevistas/18839.html
07 Junio 2010

Dr. Luis Kiger Méndez:

“No debemos perder el sentido social de la medicina”

Preocupado por la formación de las nuevas generaciones de pediatras de la Región de Antofagasta y de la capacitación continua de los médicos de la zona, el especialista es enfático en señalar la importancia de entregar a la sociedad profesionales con un buen sentido ético y social de la medicina.

El doctor Luis Kiger Méndez es pediatra. Trabaja en el Hospital Regional de Antofagasta hace muchos años y en él ha ejercido diferentes cargos desde su llegada a la zona, a fines de la década de los 80’.

“Nací en Santiago y estudié toda mi vida allá. Sólo salí de la zona central cuando me tocó hacer mi generalato de zona en Parral, que en este momento está en el suelo, por causa del terremoto”, confidencia el profesional.

Después de su paso por la Región del Maule realizó la beca de pediatría, como médico general de zona de retorno, en el Hospital Ezequiel González Cortés. “Volví a la zona sur y, posteriormente, a Santiago y de ahí por algunos asuntos extracurriculares en el año 88’ me vine a Antofagasta como director del Hospital en forma transitoria, y en forma transitoria todavía estoy acá”.

Hoy su desafío es la docencia. Gracias a su cercanía con el doctor Antonio Cárdenas, se involucró mucho con todo lo que tiene que ver con la formación de la primera generación de becados de pediatría de la Universidad de Antofagasta y con fomentar la capacitación continua entre los especialistas que trabajan en la región, los que semana a semana mantienen un importante nivel de intercambio académico en la reuniones clínicas que sagradamente organiza en el Servicio de Pediatría del Hospital Regional.

Con la simpatía que lo caracteriza, el doctor Kiger recibió a SAVALnet en su oficina para conversar sobre su trabajo como impulsor del perfeccionamiento académico de los profesionales del norte del país.

- Doctor Kiger, Usted es uno de los pioneros del desarrollo de la actividad académica en el norte del país, sobre todo en la ciudad de Antofagasta. ¿Cómo siente esa responsabilidad?
- Para mí es una tremenda motivación. Una de las razones por las cuales estoy acá es, precisamente, porque he encontrado una veta que yo no la tenía o la tenía muy escasamente desarrollada y que he dejado salir –primero- a raíz de la creación de la Escuela de Medicina en la Universidad de Antofagasta y luego con el postgrado. Esto ha implicado un tremendo desafío, una gran motivación y, por supuesto, mucha responsabilidad sobre algo que es permanente, que tiene que ir marchando y, por supuesto, que debe ir mejorándose, para que podamos transformarnos en un foco de desarrollo de postgrado no sólo en la Región de Antofagasta, sino que en el norte del país. Ese es nuestro desafío.

- ¿Cuál es la visión que Usted tiene de la evolución de la pediatría en nuestro país?
- Tengo sentimientos encontrados con ese tema. Echo de menos ciertas cosas. Tal vez, por formación, soy de la escuela en que básicamente educación y enseñanza de la medicina era tremendamente intrahospitalaria, pero sin perder nunca de vista la parte extra hospitalaria. De hecho, nosotros mientras realizábamos la beca, pasábamos un periodo no menor en la atención de consultorios. Te estoy hablando en la época en que los Servicios tenían la tuición sobre ellos, cosa que posteriormente se perdió. Había mucho de comunitario en la pediatría que nosotros hacíamos, mucha prevención y bastante de educación. Teníamos ramos que, en este momento, no existen como la puericultura, donde hacíamos cosas realmente satisfactorias. Sin embargo, no todo es malo. Por otro lado, encuentro también que se ha dignificado mucho no sólo la pediatría, sino que la medicina en general. Todo cambio es positivo, tenemos más acceso a recursos y a nuevas tecnologías que nos permiten afinar los diagnósticos, pero hemos perdido la visión de conjunto, la visión unitaria. Hemos parcelado, es decir, lo que no es de mi ámbito no lo domino y lo derivo al híper especialista y, a su vez, él cuando no domina algo lo deriva nuevamente. Yo creo que esa visión unitaria de la medicina es la que deberíamos retomar.

- ¿Cómo nace la inquietud, en la Universidad de Antofagasta, de implementar la formación de postgrado en pediatría?
- Ese es un proyecto muy antiguo encabezado por el doctor Antonio Cárdenas, uno de los motores en la creación del postgrado. Nació a raíz de una conversación en la que nos dimos cuenta de las falencias que había en la Región, al ser una zona tremendamente alejada de los lugares en los que se están produciendo los cambios, sobre todo en lo que a medicina respecta. Estos 1300 kilómetros que nos separan de la zona central sumado a la realidad totalmente distinta que poseemos, nos hizo pensar que era necesario formar pediatras acá con nuestro perfil y acorde con nuestras necesidades. Eso significó años y años de conversaciones, esta creación del postgrado no fue de un año para otro. Creo que fueron alrededor de cinco años, durante los cuales golpeamos muchas puertas. Incluso, en algún momento pensamos que este proyecto nunca se concretaría. Pero se luchó y luego de pasar una acreditación bastante rigurosa sacamos adelante nuestro postgrado y eso, obviamente, fue una tremenda inyección de motivación para todos quienes formamos parte de este ansiado proyecto, que se creó a pulso y con un auto aprendizaje constante que, hasta hoy, seguimos experimentando.

- El estudio de la medicina no sólo requiere de alumnos con vocación, sino también de un equipo de docentes comprometidos con entregar sus conocimientos. ¿Qué nos podría comentar sobre los profesores que forman parte de este proyecto educativo?
- Creo que lo más gratificante es ver cómo se da el proceso de enseñanza aprendizaje entre profesores y alumnos. Cuando uno pasa por el Servicio de Pediatría y entra a una sala y ve a los alumnos y becados junto a su docente visitando a los pacientes o cuando observas cómo un profesor explica un procedimiento cardiológico a sus alumnos o discute un paper con ellos, te das cuenta que la motivación que uno tiene es compartida por todos los académicos que forman parte de la Escuela. La motivación no es propia, sino que generalizada. Con el pasar del tiempo, uno se da cuenta que hay muchos médicos que están con la camiseta puesta, yo creo que esa es una de las principales razones por las que el postgrado ha funcionado bien, porque se nota el compromiso. En algunos hay más entusiasmo, en otros más dedicación, pero en el fondo no hay ninguno que no se sienta involucrado. Dos o tres personas no pueden sacar adelante esto, es el grupo que se ha sentido motivado, al igual que nosotros. Además, los nuevos especialistas que han llegado a la zona se sienten inmediatamente involucrados y ya están pidiendo participar en reuniones clínicas y presentar trabajos. Yo espero que esta motivación no se pierda, porque uno siempre tiene que ir pensando en los relevos naturales también.

- Usted está ejerciendo, junto al doctor Cárdenas, una enorme influencia en la formación científica de la primera generación de pediatras de la Universidad de Antofagasta. Más allá de lo académico, ¿qué cree Usted caracteriza a los médicos que están en formación dentro del Servicio?
- Yo los veo como jóvenes ávidos de conocimiento que necesitan un cierto orden y mucha disciplina, para que aprendan bien a jerarquizar y sistematizar. Yo creo que esa es la labor nuestra: entregar ese conocimiento que todavía lo tienen un tanto desordenado. Yo creo que –en mi caso- el gran aporte que me ha hecho la docencia es ordenarme. Es impresionante como el orden y el método me ha significado ver la pediatría desde otra arista, más allá de lo que dicen los libros. La pediatría es una especialidad tremendamente lógica, tremendamente racional, porque nos hemos sentado a pensar y nos hemos vuelto muy críticos de nuestro propio trabajo. El pensamiento científico es lo que se ha reforzado en gran parte de nosotros.

- Por último doctor, en lo personal y como académico, ¿cuál es el sello que le gustaría imprimir en sus alumnos?
- Yo soy fruto de una generación de médicos que se comprometió mucho con la parte social. Por eso, soy de la idea que un médico debe estar en el sistema público, aunque sea algunas horas. Creo que es necesario que los profesionales adquieran un compromiso con aquellas personas que no tienen otra alternativa que el hospital, eso yo lo aprendí de un gran maestro de la medicina. No me gustaría que nuestros alumnos hicieran sólo medicina privada, me gustaría verlos involucrados con lo social. El hospital, a lo mejor, no da bienestar económico, pero entrega otras cosas: docencia, pacientes y el tener un sentido de equipo, cosa que uno va perdiendo en la medicina privada, porque uno se transforma en una especie de llanero solitario y la medicina actual no está para ejercerla en solitario. Eso me gustaría imprimir en mis alumnos que no pierdan el sentido social. Y también trato de inculcarles la racionalidad a la hora de solicitar exámenes, hay que pensar también que esa cuenta alguien la paga, puede ser el paciente o el país. Por eso tratamos de formar a profesionales con un buen sentido de la ética y lo social de la medicina.

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