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15 Marzo 2010

Dr. Héctor Cid Sepúlveda:

“La medicina de desastre tiene otra lógica y otro ritmo”

Tiempo atrás, hablamos con el doctor Héctor Cid Sepúlveda, miembro del equipo SAMU del Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar, con la intención de realizar un reportaje sobre el trabajo de los equipos de emergencia en nuestro país.

Sin embargo, las circunstancias o, quizás, el destino hicieron que el enfoque de esta entrevista cambiara radicalmente, al enterarnos que el doctor Cid había sido el primer médico del continente en llegar a la isla Juan Fernández, luego que ésta fuera golpeada por un tsunami que arrasó no sólo con vidas e inmuebles, sino que también con la moral de todo un poblado.

El doctor Cid es médico de la Universidad de Valparaíso y especialista en anestesiología. Fue médico general de zona en Quintero, donde se introdujo en el mundo de la emergencia. Eso lo llevó a perfeccionarse en Marsella en emergencia con múltiples víctimas y “desde entonces me aboqué al tema de desastres”, confiesa.

Una vez terminado el terremoto del día 27 de febrero, el especialista llamó al SAMU para ponerse a disposición de ellos en caso de emergencia. Su experiencia y conocimientos lo trasladaron a 670 kilómetros del continente: a la isla Juan Fernández, donde la devastación era tal que nadie podía creer que el ingreso de aguas marinas a gran velocidad -que alcanzaron una altura de 15 a 20 metros en todo el sector bajo y borde costero- haya cobrado tan pocas víctimas.

Para hablar de esta experiencia, “adrenérgica total” conversamos con el doctor Cid a dos días de su regreso al continente en el SAMU de Viña del Mar. Esto fue lo que el profesional compartió íntimamente con SAVALnet.

- Doctor Cid, Usted fue el primer médico que llegó a la isla Juan Fernández después del tsunami, ¿cuándo se entera que debe viajar?
- En la madrugada, una vez que terminó el terremoto, me logré contactar con el SAMU y me puse a disposición de ellos. En la mañana, sin luz ni comunicaciones y no sabiendo todavía lo que pasaba en Chile, tipo 9:00 de la mañana me comuniqué con los cirujanos con lo que iba a operar ese día para suspender las cirugías electivas. Me venía a Viña a ver a mis pacientes para darlos de alta y estaba en eso cuando me llamó una colega del SAMU para decirme que está en la fragata Condell y que un grupo se iba a Juan Fernández, porque tenían información de que la isla había sido golpeada por un tsunami. Yo le pregunté quiénes iban y me dijo que iba el gobernador, el encargado regional de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) y miembros de la PDI. A mí me llamó mucho la atención que se fuera en una fragata, porque según entendía ésta se iba a demorar por lo menos 18 horas en llegar. Corté el teléfono y llamé al jefe del SAMU dándole a conocer mis aprensiones sobre el tema. Le comenté que iba a ser complicado hacer llegar la ayuda sin hacer un diagnóstico previo de lo que se necesitaba con urgencia en la isla. Para mí, alguien tenía que viajar en avión, en helicóptero o en lo que fuera para llegar rápido para hacer el diagnóstico y pedir la ayuda. Yo seguí camino a Viña, no pasaron más de tres minutos cuando me llama de vuelta y me dice que tenía que irme al aeropuerto Torquemada, porque yo estaba dentro del grupo que realizaría esa evaluación. Me devolví a la casa a buscar algo de ropa y partí.

- ¿Qué fue lo primero que se le pasó por la mente?
- Yo traté de no racionalizar mucho lo que se estaba viviendo. Nuestro viaje demoró dos horas y 20 minutos. No sabíamos cómo estaba la pista, así que ya habíamos hablado de que si no podíamos aterrizar tendríamos que sobrevolar la isla para evaluar desde el aire qué era lo que pasaba. Mientras nos informaban que en la isla no había habido terremoto, sino que habían llegado tres olas. Las condiciones climáticas no estaban buenas, pero el piloto nos dijo que cambiaban cada cinco minutos, así que nos dimos un par de vueltas hasta que se despejó y logramos aterrizar en la isla. Sabiendo más o menos, vagamente la verdad, lo que había pasado.

- ¿Todavía no tenían una dimensión del desastre?
- Desde el aire no se veía nada, porque estaba con mucha neblina. Además, aterrizamos en el aeropuerto que queda a una hora del pueblo. El archipiélago de Juan Fernández está conformado por un conjunto de islas ubicadas en el Pacífico Sur a más de 670 kilómetros del continente. Lo componen las islas Robinson Crusoe, Alejandro Selkirk, el islote Santa Clara e islotes menores, siendo la única habitada la Robinson Crusoe. Y dentro de ésta, está la Bahía Cumberland, que aloja a la población. La única manera de llegar a ella es en lancha.

- ¿Cuándo aterrizaron con qué se encontraron?
- Llegamos allá y los de la base aeronáutica nos empezaron a contar qué era lo que realmente había pasado. Nos dijeron que la ola entró entre 200 y 300 metros adentro. Fue ahí cuando el consejero regional comentó que si eso era cierto varios inmuebles entre ellos la Municipalidad, la Capitanía de Puerto, registro civil, correos, notaria, el colegio, el gimnasio, la biblioteca, negocios y algunas casas ya no existirían.

- ¿Qué hicieron entonces?
- Con los que estaban ahí nos empezamos a organizar. Si vienen heridos muy graves, hay que evaluarlos y si no pueden llegar hay que ir hasta allá a hacer el diagnóstico como se pueda. En los tsunamis, generalmente, no hay muchos heridos graves. Así que decidimos ir a ver. Me comuniqué con la doctora de la isla y me dijo que cinco pacientes graves estaban siendo trasladados en una lancha en dirección al aeropuerto, así que nos teníamos que hacer cargo de ellos. Yo quería saber si había más gente grave y ella me dijo que no, que no habían. Esperamos en el aeropuerto que llegaran los heridos y el avión ambulancia que, como era más lento, llegó después de nosotros. No eran heridos graves, podríamos haberlos tratado en la isla, pero era importante dar una señal clara de que había llegado la ayuda, así que los mandamos a todos al continente con un paramédico de la marina en el avión ambulancia. Después de eso decidimos ir a hacer la evaluación del desastre. Nos fuimos en lancha muy rápido hacia la bahía de Cumberland y nos enfrentamos al desastre.

- Si ya no habían más heridos de gravedad, cómo médico SAMU cuál fue su labor
- Al llegar nos pusimos en contacto con Carabineros, quienes contaban con el único teléfono en la isla y empezamos a hacer el diagnóstico. Como dices, no habiendo más heridos, nos corresponde ante situaciones como esta cuantificar el desastre. Así que nos dividimos las tareas de acuerdo a las necesidades que fuimos encontrando.

- ¿Qué era lo que necesitaban en el fondo?
- Lo primero, después de una tragedia, es restablecer los servicios básicos: agua, luz y comunicaciones. Hay que iluminar ciertas cosas primordiales, en nuestro caso donde se concentraba la población, el policlínico, y la oficina de Carabineros, que era el centro de operaciones.

- Doctor, Usted dijo que ya no habían más heridos graves, pero tengo entendido que sí había varias personas muertas y otras desaparecidas. ¿Cómo se abordó ese tema?
- El primer día teníamos seis víctimas fatales y 10 desaparecidos. El segundo día eran ocho y ocho. La población entera estaba afectada. La gran mayoría de los habitantes de la isla son parientes entre ellos y, además, muchos de los que dirigen las fuerzas sociales –alcalde, carabineros y personal de la posta- eran también damnificados. Ellos estaban afectados emocionalmente también. Debíamos facilitarles un poco el trabajo. La Conaf se portó un siete con nosotros. Nos facilitó dos depósitos de cadáveres que quedaban bien retirados, uno para las víctimas del tsunami y otro para los cuerpos antiguos que habían sido desenterrados del cementerio por la fuerza del agua.

- ¿Cómo se organizaron para que, a pesar del desastre, las familias pudieran cumplir con el rito del duelo?
- Una vez identificados los cadáveres y realizados los trámites legales, nos pusimos de acuerdo en el rito y el símbolo, algo muy importante. Era necesario saber cómo era el rito funerario acá en la isla. Nos contaron que cuando moría alguien, parte de la familia envolvía al deudo y lo velaba en la casa, mientras el resto de la familia se dedicaba a hacer la urna. Por lo tanto, seguimos el rito, lo que también fue una manera de disminuir la presión social existente. Para que no se ocasionara una emergencia sanitaria era necesario enterrar los cadáveres y devolver los antiguos al lugar en el que estaban, porque no se pueden aguantar mucho tiempo y para evitarnos el tema burocrático decidimos hacerlo en el mismo cementerio. Los marinos fueron quienes se encargaron de limpiar el cementerio. Creo que la decisión fue la mejor. Se hizo un funeral masivo, al que asistió el pueblo completo. Primero enterramos a los cuerpos antiguos, y luego a las víctimas del tsunami.

Al tercer día, luego de que se<br> pasara de la devastación a la<br> reconstrucción se fue restable-<br>ciendo la moral de las personas<br>

- Durante los primeros días restablecieron la luz, el agua, se preocuparon de la potencial emergencia sanitaria y de restablecer las comunicaciones con teléfonos satelitales... a partir de qué día, podríamos decir que se restableció la moral de los habitantes de Juan Fernández
- El segundo día, llegó TVN. Hicieron un reportaje muy fuerte que devastó a la isla moralmente. Todos estaban muy afectados. Ante este tipo de eventos, los temas deben ser tratados con extremo cuidado. Sobre todo pensando en los deudos. Además que no puede ser todo tragedia. Aquí ya pasó la destrucción, ahora hay que poner todos los esfuerzos en la reconstrucción. Hay que dar mensajes claros y positivos que insten a las personas a moverse. En el caso de Juan Fernández debíamos buscar algo que simbolizara eso. Un marino dijo que el símbolo por excelencia de todo pueblo pequeño son las plazas. Así que la Armada se dedicó a limpiar y embellecer la de Juan Fernández. Los primeros días era todo destrucción, a partir del tercero el espíritu de la isla estaba concentrado en la reconstrucción. Ese cambio de switch fue muy lindo. Una vez cumplido el rito funerario, la gente se empezó a relajar. Y se movilizó y unió en torno a la reconstrucción. A full. Llegaron psicólogos y se pusieron a trabajar inmediatamente con los grupos de riesgo: familiares de los desaparecidos y muertos; el curso entero de niños de ocho años, al que pertenecía el chiquitito desparecido; las autoridades de la isla, que tenían que pararse igual; y en el que también entrábamos nosotros, que veníamos de afuera y estábamos interviniendo. Ahora, nosotros debíamos dar un paso atrás, porque como nosotros nos íbamos se podía provocar una segunda debacle: el sentimiento de abandono. Por eso nosotros sólo teníamos que apoyar. Eso fue a partir del tercer día. A juicio de los expertos se necesitaba gente de apoyo que estuviese vinculada a la isla. No se necesitaba un médico de emergencia, así que ubicamos al médico general de zona que estuvo en la isla durante seis años y que lo quería todo el pueblo. La PDI se encargó de ubicar al doctor Gatica, que estaba haciendo la beca de dermatología en la Universidad de Chile y que no dudó en apoyar a su gente, lo que también fue excelente para las personas. Pero él llegó para apoyar a la doctora, sabiendo que su labor era acotada tanto en el tiempo como en el trabajo. Fueron días muy intensos en los que de verdad se vio un tremendo trabajo en equipo y mucho cariño. Esos cinco días en la isla yo, personalmente, los viví a concho. El ritmo era tan vertiginoso que un día era mucho para nosotros, el ritmo era adrenérgico total.

- Doctor, después de esta conversación, me queda la sensación de que por algo le tocó estar ahí. Si hubiese llegado otro profesional, se podría haber hecho tanto en tan poco tiempo
- Si hubiese llegado otro médico SAMU sí, sino no. Nosotros tenemos una visión mucho más amplia de lo que es un desastre. Nuestro tema va más allá de los accidentes. Yo sé que todos quieren colaborar, pero si te fijas todavía hay mucha desorganización en el sur. Recién al sexto día dejaron que las zonas afectadas estuvieran en manos del SAMU. El que no haya heridos graves en algunas zonas afectadas, no significa que no haya nada que hacer. Al contrario, en situaciones de desastre y crisis hay muchas más cosas que coordinar. Un médico ATLS no sólo puede ser experto en trauma en un desastre, sino que tiene que ser el encargado de gestionar la emergencia, que no solamente involucra a los heridos. También hay un gran tema sanitario detrás donde se incluye el restablecimiento de los servicios básicos como la luz, el agua y las comunicaciones.

- Este tema funciona ordenadamente en Europa o países como Japón, que tienen planes de contingencia ante grandes desastres
- Eso no está en discusión en Europa. Allá el SAMU funciona así, los médicos son expertos en desastre, porque tienen que ser capaces de coordinar estos diferentes grupos para que las cosas funcionen, y bien. Ahora estamos viviendo una emergencia. Viña está sin agua por tres días producto del terremoto. ¿Qué hacemos?... no podemos parar el funcionamiento, sino que nuestra labor es evaluar, diagnosticar y gestionar la intervención de la urgencia en un desastre. No sólo por el tema de los heridos. En el caso de los tsunamis, heridos vas a tener muy pocos. En un terremoto te creo, pero en el caso de los tsunamis no es así.

- Usted mejor que nadie nos puede explicar ¿cuál es la diferencia entre hacer medicina de emergencia y medicina en medio del desastre?
- Una medicina de emergencia es la que realiza un cirujano que trabaja en emergencia. Por ejemplo, si llega un paciente llega con una fractura grave, el traumatólogo tiene que parar la hemorragia, ver que no haya daños neurológicos, movilizar la extremidad y hacer aseo quirúrgico. Una medicina de emergencia, se da también cuando un paciente llega con un infarto en el que hay un tratamiento claro. En cambio, en la medicina de desastre puedes llegar a un lugar en el que ya no existe el hospital o, muchas veces, está en pésimas condiciones, por lo tanto tú tienes que ser capaz de, primero, atender a los heridos a lo mejor en la calle, que no es lo mismo que hacerlo en una sala y, segundo, tratar de levantar los diferentes grupos de trabajo. Me explico, tú tienes que ser capaz de saber dónde vas a poner una unidad para atender los heridos, dónde vas a derivar a los heridos más graves. Tienes que ser capaz de montar este operativo, para que las cosas funcionen. Se debe gestionar todo tipo de emergencias donde se incluye el tema de los alimentos, agua, combustible, electricidad e iluminación y comunicación, algo muy importante. Y después, tú tienes que ser capaz también de dar las alarmas frente al desastre. Nos pasó en Juan Fernández cuando se pensó que venía otro tsunami. La medicina de desastre tiene otra lógica y otro ritmo. Es un ritmo totalmente vertiginoso, donde el que llega después, llega tarde. Ahora no se ven heridos, los médicos van a gestionar, van a hacer gestión de emergencia.

- A mí me queda la sensación que si algo aprendimos de este terremoto es que la falta de planeamientos fue uno de los factores fundamentales para que las cosas no anduvieran mejor. ¿Qué es lo que Usted saca en limpio?
- Hay muchas cosas que me quedan. Fue muy fuerte haber estado en Juan Fernández, yo quiero volver a visitar a la gente. Fue tan intenso todo, que en esos días se crearon fuertes lazos. Yo no quería venirme y ellos no querían que me viniera. Es muy reconfortante sentir que hiciste –de verdad- algo valioso. Esas “gracias” son indescriptibles. Yo fui a ayudar. Si yo me tuviera que retirar de la medicina hoy, me voy feliz. Yo me quedo con que el desastre ya pasó, con que la gente quiere colaborar, con que no se tiene que dejar de ser solidario y con que los medios de comunicación tienen que actuar de forma más ética y responsable ante este tipo de tragedias. No es bueno que los que sufren vean una y otra vez escenas de terror en las noticias. Hay que llevar un mensaje positivo, el desastre ya pasó, démosle un espacio ahora a la reconstrucción. Con eso me quedo, con ese paso.

- A su juicio, Chile estaba preparado, es decir, contaba con las herramientas y el conocimiento para manejar esta crisis
- Yo creo que nosotros tenemos las herramientas, pero creo que lo que ha fallado es que no hay gente idónea en puestos claves. No hay gente muy técnica. Eso sí, hay esfuerzos personales de médicos SAMU del sur que son dignos de dar a conocer e imitar. La gente que tiene que estar no está, porque no sabe. En este momento todos quieren cooperar, pero no se sabe cómo. Trabajar en el desastre es algo totalmente diferente a lo que cualquier médico ve en un hospital o consulta. Lo que queda es sacar lecciones y capacitar a la gente. Hay que enseñar a la población, a los niños en los colegios a enfrentar este tipo de situaciones, integrar estos fenómenos a la cotidianidad, para no formar a niños que caigan en pánico, sino a niños que sepan lo que hay que hacer en caso de sismos fuertes. Hay que hacer entender que todos debemos hacernos responsables de nuestra seguridad. Chile es un país de catástrofes, esto puede volver a pasar.

- Por último doctor, va a ir en ayuda de otra zona afectada
- Probablemente me vaya a Constitución. La idea es que vayamos varios, para que no sólo ayudemos, sino que también para que aprendamos. La embarrada ya quedó, pero tenemos que estar conscientes de que esto puede suceder de nuevo, porque vivimos en uno de los países más sísmicos de la tierra, por eso tenemos que preparar a la gente. En ese sentido a mí me gusta mucho la escuela francesa de SAMU, sobre todo en lo que a desastres compete, porque me siento tremendamente identificado con ellos. Yo aprendí de ellos. Cuando hubo una gran tornada en América Central, todo el mundo mandó dinero para reconstruir menos los franceses. Ellos mandaron 300 becas para preparar a los organismos de emergencia para enfrentar desastres, porque ellos se dieron cuenta de que no se estaba preparado, pero que se podría estar con educación y perfeccionamiento. Sería fundamental implementar un SAMU nacional, experto en desastres. Porque los médicos SAMU no sólo estamos para ver una emergencia, nosotros también estamos para coordinar grandes desastres.

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