Dr. Klaus Puschel Illanes:
“Es evidente la necesidad de un servicio de atención primaria en el ámbito privado”
Al doctor Klaus Puschel, director del Departamento de Medicina Familiar de la Universidad Católica, siempre le gustó el servicio social y la ciencia, y en su búsqueda por una carrera que integrara ambas áreas no encontró mejor combinación que medicina. Siguiendo la misma línea, optó por la especialidad de medicina familiar, la cual nace como tal en los años 80. “Me di cuenta que había muy poca capacitación y formación en el pre-grado en la parte ambulatoria” argumenta el profesional como una de las razones de su elección.
Puschel, a quien le gusta correr maratones junto a su hija, define a este tipo de médico como el doctor informal, que generalmente no usa corbata porque trabajan más cerca de la casa de las personas que en el hospital. Asegura que el principal desafío de esta emergente especialidad, que retoma el antiguo concepto de “médico de cabecera”, es saber integrar los distintos aspectos de una enfermedad. “Nosotros miramos el bosque y buscamos integrar los distintos árboles, a diferencia del especialista que mira el árbol en particular. Sin embargo, las dos cosas son muy importantes”.
El doctor Puschel tiene especial interés en el área de salud pública, de hecho realizó un magíster en el tema en la Universidad de Washington en Estados Unidos. Además, dentro de la misma Universidad Católica pudo desarrollar, en parte, esa área al participar en la creación del proyecto Áncora, el cual está destinado a expandir el concepto de medicina familiar dentro de la población. En una entrevista con Laboratorios SAVAL, el especialista nos cuenta sobre el proyecto y la evolución de medicina familiar en nuestro país.
- ¿Qué es y cómo nace el proyecto Áncora?
Es un proyecto que nace hace cinco años atrás. Estábamos buscando campos clínicos propios, donde uno pudiera desarrollar un modelo de salud familiar e integrarlo completamente a la formación de médico. Así llegó a la universidad una donación de recursos que en un principio iba a ser destinada a construir un hospital, nuestro actual rector tuvo la visión de darse cuenta que el ámbito ambulatorio en medicina familiar era una muy buena apuesta para invertir esos recursos. Los donantes exigieron que los centros de salud estuvieran en zonas pobres de Santiago, que la atención fuera gratis, pero que el proyecto se sustentara por sí mismo. Así, hicimos un convenio con el Ministerio de Salud para que nos traspasara el financiamiento igual como a los centros municipales, con un sistema de per-capita. De esta manera, nacen los tres centros Áncora, dos en Puente Alto y uno en La Pintana. Y surgen como centros sin papel. En ese momento nadie tenía ficha electrónica y la gente estaba confundida. Pero creo que los centros Áncora han ido desarrollándose, no son sólo centros bonitos, sino que también tienen un sistema de atención distinto, un modelo integrado con sicólogos, dentistas etc. y ahí es donde las cosas multi-cerebrales funcionan. Ha sido una experiencia súper buena, con hartos internos, con mucha docencia a nivel de pre-grado donde participan alumnos de diferentes disciplinas (enfemería, psicología, trabajo social, medicina) y también de postítulo con alta presencia de residentes de medicna familiar.
- En la página ustedes mencionan que la principal misión de Áncora es generar un cambio en los servicios de atención primaria. ¿En qué consiste específicamente este cambio?
Yo creo que el rol de la universidad, y también de nosotros como médicos familiares, tiene que ver con el desarrollo de innovaciones en salud. Englobarlas y ver si son útiles para el resto del sistema, y creo que los centros efectivamente lo han hecho. Un ejemplo de eso es el registro de información. En un comienzo no fue fácil porque decían que la gente no se iba acostumbrar, que se robarían los computadores, había muchos mitos y visión pesimista al respecto, pero finalmente pudimos ver cómo es totalmente posible. Hoy muchas comunas tienen el sistema informático que nosotros tenemos. Nos pasó lo mismo con la ecografía abdominal que hoy día hacen los centros y ahora estamos en un proyecto para capacitar médicos familiares en ecografía. Así, una serie de innovaciones que son posibles de hacer y yo creo que esa es nuestra misión, probar innovaciones. Cuando partimos con esto, la medicina de atención primaria no tenía mucho prestigio, por lo que parecía una locura que planteáramos en ese momento que la medicina familiar podía ser una especialidad privada. Pero hoy ya hay varias universidades que la imparten, lo que refleja la aceptación.
- ¿Cómo es la recepción de medicina familiar dentro de la misma Universidad Católica?
Al principio teníamos mucho apoyo porque éramos un grupo pequeño de 4 ó 5 médicos, pero cuando ya se reúnen 20 ó 30 las cosas cambian porque se necesitan más recursos, es mucho más complicado. Sin embargo, pienso que es impresionante cómo las distintas especialidades dentro de la facultad de medicina han ido valorando la medicina familiar, la docencia que hacemos en pre-grado y las oportunidades de investigación que generamos. Creo que el apoyo ha sido cada vez mayor y a mí me encanta pensar que la Católica tiene una cosa que no tiene ninguna otra universidad en Chile y pocas en el mundo: la posibilidad de tener médicos trabajando en campos clínicos propios tan diversos como La Pintana y San Carlos de Apoquindo. Los centros Áncora son de la universidad, no son prestados.
- ¿Y la recepción a nivel nacional o ministerial?
Ha sido difícil. Yo pienso que el sistema de salud está muy dividido, hay poca conexión entre el público y privado. Entonces esto de que la universidad tenga un proyecto formal para trabajar con población de escasos recursos para que sea atendida en centros de la universidad que es privada, no ha sido fácil. Hemos tenido muchas tensiones con el gremio y el ministerio, pero a pesar de todo nos han apoyado. El beneficio de las personas es tan evidente, que al final eso es lo que importa.
- ¿Cómo están en comparación con el nivel internacional?
Yo estoy a cargo de las relaciones internacionales de la Escuela de Medicina de la PUC y es impresionante ver cómo son muy equivalentes nuestros alumnos con los que vienen de intercambio, generalmente de Alemania y Estados Unidos. Considero que tenemos una tremenda fortaleza, que es que un estudiante nuestro puede ver cómo se hace un trasplante aquí, pero también puede hacer una visita domiciliaria. Entonces esa cuestión es impresionante cómo los alumnos internacionales no la tienen y la valoran mucho. Es una riqueza de esta facultad.
- ¿Qué opina de la creciente integración entre medicina familiar y los servicios de atención primaria?
Es una buena cosa. Si uno se fija en lo que pasó con la influenza, es impresionante cómo la pandemia dejó al descubierto la ausencia de atención primaria en la red privada. La manera de responder a la pandemia en el ámbito público fue con los consultorios, pero en el ámbito privado la gente iba a urgencias y esa atención tiene costos altísimos. Entonces el acceso de las personas con isapre a atención primaria privada es nulo. Debido a esto, creo que es evidente y clara la necesidad de tener un servicio de atención primaria en el ámbito privado.
- ¿Cómo ha respondido la gente al concepto de medicina familiar? ¿Lo entienden? ¿Ha evolucionado de la manera que esperaban en Chile?
Creo que sí ha evolucionado de la manera que se esperaba. Es una cosa nueva, pero la gente está atribuyendo la medicina familiar al médico de cabecera antiguo, lo que está bien. La medicina familiar es un concepto que ha dado mucho vuelo en el ámbito publico, que es donde se atiende la mayor parte de la población, y pienso que en el ámbito privado está agarrando cada vez más fuerza. En la Red de Salud UC, es impresionante cómo en el último tiempo nos han reclamado más médicos familiares. Al principio esto era visto como contrario a la medicina tradicional, pero yo pienso que eso es una mala lectura porque las cosas se complementan.
