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10 Noviembre 2008

Dr. Alberto Kohan Markelevich:

“Si los padres no ponen límites es muy difícil superar la obesidad”

El especialista da tres consejos para prevenir la obesidad infantil, que aunque simples, señala que son difíciles de cumplir. Comprensión y compromiso de los padres con el problema, cambio de hábitos: dieta con más frutas y verduras y una vida familiar activa; y que los padres den ejemplo haciendo ejercicios como andar en bicicleta.

Su sonrisa parece acompañarlo donde vaya. Aunque como médico hay días que tiene problemas, en general su profesión le da una satisfacción constante. Luego de egresar de medicina en 1967 se especializó en Pediatría. Realizó un diplomado en Nutrición en la Universidad Católica y es terapeuta del Instituto Chileno de Terapia Familiar.

La vocación médica de Alberto Kohan Markelevich surge de su necesidad de comunicarse con las personas, de poder tener contacto con ellas y ayudarlas en sus problemas. “Trabajar con niños es una cosa muy estimulante y tiene muchas satisfacciones”, comenta. Actualmente se desempeña como tesorero de la Sociedad Chilena de Obesidad, trabaja en la Clínica Arauco y en su consulta particular.

Dentro de su trabajo con la familia, el doctor Kohan comenzó a notar que los problemas en la relación madre e hijo, la relación del apego, era algo sustancial. Pronto se dio cuenta de cómo todo eso tenía una relación con los problemas nutricionales, y la obesidad infantil le sirvió para unificar los estudios de pediatría, de terapia familiar, y tratarlos en conjunto. “La obesidad, fuera de ser un problema social, es un problema de la familia, de la forma en que se establece la relación madre e hijo en sus primeros tiempos. Esto lleva a que el niño, en su angustia y en su ansiedad empiece a comer en forma distinta”.

El problema de la obesidad infantil tiene varias partes: social, ambiental y familiar. También hay un componente genético. En la vida moderna imperan la mala alimentación y una disminución enorme de la movilidad, del ejercicio. “Eso está dado por el computador, los juegos como el nintendo, etc. Además está toda la carga social que tienen estos niños porque al alcanzar el sobrepeso o la obesidad, son segregados por sus mismos compañeros, tienen problemas psicológicos. La obesidad y la depresión van muy de la mano, sobretodo en niños, en quienes se manifiesta con mayor angustia. Comen en forma desesperada, lo que los lleva a un círculo vicioso”, señala el especialista. Hay que destacar que no todo niño con sobrepeso está enfermo, sólo aquellos que hacen trastornos metabólicos.

La última encuesta JUNJI concluye que el 40% de los niños entre cuatro y seis años tienen sobrepeso u obesidad, y que esta última alcanza un 18%.


-Doctor, ¿Qué factores inciden en la recuperabilidad de un niño obeso?
Depende de varios factores. Hay niños que llegan con una obesidad mórbida que uno piensa que es muy difícil revertir. También depende del compromiso de la familia. Si los padres no ponen límites y no compran los productos adecuados es muy difícil.

Hay dos tipos de niños. Uno que se ve gordito, pero es más durito, más musculoso. Es un niño que come bastante pero hace harto ejercicio, y sus exámenes están dentro de la normalidad, no hay una hiperinsulinemia o una resistencia a la insulina. Ese niño tiene mejor pronóstico. El otro grupo de niños, que son los más complicados, son aquellos más grasosos. Son más blanditos. Ellos sí tienen problemas metabólicos y por tanto peor pronóstico.

- ¿Qué consejos les da a los padres para prevenir la obesidad?
Lo más importante es que los padres entiendan las consecuencias del sobrepeso y la obesidad, las repercusiones que tendrán los niños en el futuro. Si ellos entienden bien el problema, uno los puede comprometer en el programa, que de alguna forma es complicado, porque un cambio de hábito es para toda la vida. Cuando uno tiene padres comprometidos y los puede aconsejar, les señala la importancia de que los niños tengan una comida racional, equilibrada, con bastantes verduras, más frutas. Que tengan una vida familiar activa en el sentido de que movilicen a los niños el fin de semana. Que los padres den ejemplo de andar en bicicleta, de caminar con ellos.

- Usted ha trabajado en investigaciones sobre la relación entre el apego y la obesidad ¿Cuál es la relación entre ambos?
El apego es la relación que se produce entre la madre y el hijo durante los primeros años de vida…

- Que está relacionada con la lactancia materna también…
Sí, indiscutiblemente cuando hay un buen apego hay buena lactancia. Hay una relación inversa entre la lactancia y los problemas nutricionales, mientras más tiempo reciba leche materna el niño, menos obesidad tienen. Lo ideal es que le den pecho hasta los seis meses, pero yo recomiendo que le den hasta el año.

- La relación que se produce le da al niño un apego seguro o inseguro…
El apego seguro se produce si la madre puede mirar al niño como un otro, con sus necesidades propias. Ella entiende las necesidades del niño sin mezclarlas con sus prejuicios personales. Hay madres que tienen esa sensibilidad, y saben cuando el niño tiene hambre, frío, o sencillamente hay que dejarlo que llore un rato. Hay otras mamás que han tenido una infancia distinta y tienen más problemas personales. Han sido criadas por madres que a su vez les han dado un apego inseguro. Y esas madres hacen que el niño se críe en una forma distinta, más angustiante. Muchas veces, la madre les da alimentación y el niño tiene frío. Son madres que tratan de ser perfectas y frente a cualquier problema les dan alimento, de manera que el niño pierde su capacidad de saciedad, su visión de lo que quiere y lo que no.

- Aprenden a solucionar cualquier problema comiendo…
Claro, entonces sienten que la comida les da tranquilidad, cariño, afecto. El alimento tiene en ellos un efecto muy potente.

- Pero eso es algo que el niño aprendió…
Sí, y como se da en las primera etapas de la vida pasa a ser parte del inconsciente, el niño no tiene claridad de eso. Aquí hay un apego inseguro, y se ha visto que estos niños tienen más problemas nutricionales que aquellos con apego seguro. Las madres que dan apego seguro son más dúctiles, más adaptadas, entienden mucho mejor las indicaciones, mientras que las otras madres son más rígidas. Ellas también tienen alteraciones que hacen que sea más difícil el tratamiento infantil.

El doctor Kohan comenta que en su experiencia, las separaciones de la familia tienen un efecto enorme en la alimentación de los niños. “A veces son madres que están a cargo solas, y les es difícil establecer límites. No tienen tiempo para cocinar y les dan comida chatarra a sus hijos, por ser la manera más fácil y más rápida. A veces los padres se llevan a los niños el fin de semana y en general, no cocinan. Entonces se van a comer pizzas y cosas que les gustan a los niños, porque tampoco están para ponerles límites ya que quieren que lo pasen bien con ellos. No quieren ser el “malo” de la familia”, dice.

A pesar de las situaciones adversas que pueda vivir una familia, siempre es posible establecer límites y dedicar un poco más de tiempo a caminar, apagando el televisor. Y en esos casos en que la madre da un apego inseguro a sus pequeños, el especialista invita a romper el círculo asistiendo a una terapia. Una madre puede aprender a escuchar a sus hijos, a entenderlos, a saber lo que les pasará cuando crezcan, con lo que estará más preparada y segura para enfrentar la bella tarea de ser madre.

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