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03 Noviembre 2008

Dra. Marcela Díaz Cánepa:

“El sedentarismo es una enfermedad carencial”

Hace un par de años el doctor David Kelley, profesor de Medicina de la Unidad de Endocrinología de la Universidad de Pittsburg y director del Centro de Investigación en Obesidad y Nutrición de Estados Unidos visitó nuestro país.

En aquella oportunidad, el especialista realizó una conferencia sobre la oxidación grasa en el músculo esquelético y dio a conocer cómo se altera el proceso en la obesidad y qué tipo de intervenciones se pueden realizar para mejorarlo.

Maravillada con el tema, la doctora Marcela Díaz Cánepa, médico internista y subespecializada en endocrinología de la Universidad de Valparaíso, comenzó a investigar. Con el tiempo, se ha convertido en toda una experta del tema en la V Región, tanto es así que sus charlas son comentario obligado entre sus propios colegas.

Endocrinóloga del Hospital Gustavo Fricke, divide su tiempo entre la consulta privada y sus clases en la Universidad de Valparaíso que –como ella misma dice- disfruta mucho, porque es una manera de conectarse con la gente joven, ávida de información.

Convencida de que la obesidad y la diabetes son las mayores catástrofes sanitarias que el mundo ha visto, lucha diariamente contra esta pandemia en su consulta motivando a sus pacientes a cambiar sus hábitos alimenticios.

“Lo que yo trato de hacer es cambiar la manera de vivir, es casi una cosa filosófica: entender que las cosas que uno realmente quiere cuestan. Hay que aprender nuevos hábitos, por eso trato de estimular a mis pacientes de manera positiva”, comenta.

Con una simpatía y entusiasmo desbordante, la doctora Díaz recibió a SAVALnet en su consulta, donde conversó sobre este y otros temas.

- ¿Qué fue lo que en un primer momento la llevó a enfocar su labor en el campo de la endocrinología?
- Fue algo azaroso. No tenía claro a lo que me iba a dedicar dentro de la medicina interna. Me gustaba un poco de todo, pero la verdad es que cuando lo empecé a vivir me gustó, porque el endocrino tiene la gracia de integrar un poco todo, eso es lo apasionante.

- ¿Cuáles han sido, en las últimas décadas, los avances más destacables de la especialidad?
- Yo creo que, fundamentalmente, todo lo que tiene que ver con biología molecular, que ha hecho comprender todo lo que tiene que ver con las señales intracelulares. Todas las cosas que antes nosotros sabíamos que ocurrían de manera grosera, ahora se entienden a nivel de la molécula. Es increíble la velocidad de la ciencia, cómo ha ido cambiando la misma farmacología y la comprensión de los procesos, o sea, mi especialidad, por ejemplo, en el tema de la diabetes se han obtenido progresos impresionantes.

- Doctora, a mediados del siglo XX Chile tenía serios problemas de desnutrición, especialmente en los niños. Esta situación ha cambiado. Tanto es así, que ostentamos el segundo lugar dentro de los países con altos índices de obesidad en Latinoamérica. ¿Qué ha cambiado tanto, como para que hoy enfrentemos este nuevo y complejo escenario?
- Lo que pasa es que, en general, este es un tema más amplio que no sólo se circunscribe a mi especialidad. Los grandes progresos chilenos se han dado respecto a la baja en los índices de mortalidad infantil y eso no es producto de los adelantos de la medicina, sino que por los avances sociales que tienen que ver con la calidad de vida, el manejo de las aguas, etc. Entonces este cambio fue producto de la importación de hábitos extranjeros y de la invasión cultural, que vino de la mano de la globalización. La explosión de diabetes en nuestros genes, que son bien sensibles, hizo que nosotros aumentáramos las cifras y llegáramos a los niveles en los que nos encontramos actualmente.

- Hace un par de meses, Usted entregó una visión muy particular sobre el tratamiento de la obesidad y patologías asociadas a esta enfermedad (como la diabetes) en un curso de medicina interna. Nos podría resumir su exposición
- Nada de lo que yo he dicho en la charla es mío. A mi gusta harto leer y una vez el doctor David E. Kelley, profesor de medicina de la Unidad de Endocrinología de la Universidad de Pittsburg y director del Centro de Investigación en Obesidad y Nutrición de Estados Unidos, vino a Chile hace un par de años a presentar su trabajo. Me acuerdo muy bien que él explicó muy someramente sobre el fenómeno de la flexibilidad metabólica y de cómo se altera el proceso en la obesidad y qué tipo de intervenciones se pueden desarrollar para mejorarlo. Explicó que la prescripción de ejercicio es un excelente aliado a la hora de vencer genéticamente a la obesidad. Soy consciente de que las personas buscan una solución rápida y fácil para el tema de la obesidad con recetas magistrales y cirugías gástricas. Eso nos lleva a reflexionar que existe un problema grave de fondo y nosotros, los médicos, tenemos que ayudar a solucionarlo a través de la motivación. Cuando leí sobre este tema, me di cuenta que si uno le explicaba al paciente de que el ejercicio es más que un puro cuento matemático, este podrá seleccionar qué genes quieres expresar en tu cuerpo encontré que era una herramienta maravillosa.

- Esto de que el ejercicio es un excelente aliado para combatir la obesidad y las enfermedades concomitantes no es nuevo…
- Exacto, hay que entender que esto viene desde la antigüedad. Cada ser humano tiene en su información genética, y es lo que yo he tratado de transmitir a través de mis charlas, genes buenos y malos. Es decir, aquellos que te protegen de las enfermedades cardiovasculares y aquellos malos que te desfavorecen, esto viene de tiempos prehistóricos donde se habían diseñado para tiempos de escasez nutricional. Entonces, el hecho de que el ejercicio te permita cambiar la presentación de esos genes, es como lograr cambiar la genética casi con una ingeniería genética, cosa que encuentro que es una herramienta potente a la hora de motivar a los pacientes. Uno lo ve. Cuando convences a los pacientes de que empiecen a hacer ejercicio, los cambios que se producen van más allá de lo que se explica simplemente con el cálculo de las calorías que se gastan.

- Y sus pacientes como toman estas ideas, considerando que no todo el mundo entiende los procesos químicos y biológicos que se producen en nuestro cuerpo y, por otro lado, es difícil convencer a una persona que no ha hecho ejercicio durante años que de un día para otro comience a ir a un gimnasio…
- Lo primero que yo les digo es que está demostrado que no importa a qué edad se parta para empezar a obtener logros y que hay que encontrar un sistema para que este cambio funcione. Hay que creer que se puede hacer, en eso se traduce la motivación. Hay que comprarse una buenas zapatillas, tener una buena compañía, no es necesario ir al gimnasio basta con encontrar un lugar para practicar algún tipo de ejercicio entretenido. Trato de guiarlos y de buscar la manera de que ellos se comprometan con algo que se puede hacer a largo plazo. Para mí, lo principal es ayudar a mis pacientes con el tema de la motivación. Hoy, la gente ve la salud como un objeto de consumo y en eso radica el problema. Porque la salud, en algunos casos, no tiene soluciones rápidas. Yo creo en el poder del cambio y el convencimiento. Es un trabajo continuo y arduo, pero a la larga es muy enriquecedor. Lo ideal es contar con un equipo interdisciplinario de profesionales, yo hago un poco de todo.

- Particularmente me llamó la atención el tema de la medicina darwiniana o evolucionista que, según entiendo, considera que muchas de las enfermedades son consecuencia de la incompatibilidad entre el diseño evolutivo de nuestro organismo, que se ha ido moldeando a lo largo de millones de años de evolución, y las condiciones a las que hoy lo sometemos. Dadas las circunstancias ambientales y la alimentación, nuestro diseño evolutivo se ha sometido a un uso inadecuado y el organismo responde a esa presión con la enfermedad, en este caso a través de la obesidad y sus patologías asociadas. ¿Cómo podemos cambiar este paradigma?
- En el fondo, somos nosotros los que tenemos que entender que si con nuestra inteligencia cambiamos nuestro medio ambiente para facilitarnos y disminuir el esfuerzo, tenemos que volver a entender que el esfuerzo físico en sí no era malo, sino que necesario. Ese trabajo duro, se puede volver a implementar en nuestra época. Por ejemplo, en vez de ir a comprar a tres cuadras de nuestra casa en auto, mejor lo hacemos caminando. Hay que entender que el ejercicio físico es parte de nuestra naturaleza y que el sedentarismo es una enfermedad carencial, o sea, lo patológico es no moverse y tiene sentido, porque todo en la vida es movimiento.

- Es un hecho que para bajar de peso no basta con cerrar la boca. Este cambio, podríamos decir “cultural” hay que asociarlo a actividad física y al conocimiento de lo que comemos. ¿De qué manera aborda usted esta problemática con sus pacientes?
- Bueno, el paciente tiene que tener claro que no existe una receta mágica. La idea es realizar un trabajo mental y físico que exige compromiso. Para mí lo más importante es el ejercicio y en segundo lugar es importante aprender a comer. Más que cerrar la boca, porque las dietas muy restrictivas no resultan y en tercer lugar recién. Cada visita después es un tema de motivación, trato mucho de acompañar con estímulos a mis pacientes. La motivación es lo más importante. Lo que yo trato de hacer es cambiar su manera de vivir, es casi una cosa filosófica: entender que las cosas que uno realmente quiere cuestan. Hay que aprender nuevos hábitos, por eso trato de estimular a mis pacientes de manera positiva.

- Por último doctora, a su juicio, hacia dónde se debe orientar el tratamiento de esta patología
- Yo concuerdo con George Alberti, ex presidente de la Federación Internacional de Diabetes, cuando señala que la diabetes es una de las mayores catástrofes sanitarias que el mundo ha visto, porque es una pandemia que las autoridades no han tomado las medidas necesarias para solucionarlo. Un conocido y antiguo proverbio chino dice que “un excelente médico es aquel que previene antes de que aparezca la enfermedad”, en cambio los malos médicos somos aquellos que ya estamos tratando las consecuencias. Yo creo que debemos realizar una acción conjunta de políticas de estado que abarquen estos temas: educación en los colegios a profesores y alumnos; espacios públicos de juegos para los niños, para que estos no estén todo el día jugando computador y chateando; estimular el consumo de comida saludable; creo que tiene que ser una cosa mucho más global, no sólo de nosotros los médicos, porque la responsabilidad de los cambios en salud no es sólo nuestra, es de todos.

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