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06 Octubre 2008

Dr. Ramiro Molina Cartes

“Cuando vi lo que era un niño con leucemia, no lo pude superar”

Este médico de la Universidad de Chile estaba decidido por la pediatría, hasta que su experiencia en el internado lo marcó tan fuertemente que lo hizo cambiar de rumbo.

La voz del doctor Molina es inconfundible. Desde la puerta del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente – CEMERA-, cuya dirección ocupó hasta el 2007, se escucha su timbre y volumen característicos. Se considera viejo y olvidadizo, pero es capaz de citar años, situaciones y personas con exactitud.

En tercer año de humanidades, que hoy corresponde a primero medio, el doctor Molina comenzó a trabajar en comunidad. Estudió en el colegio La Salle, que entonces se llamaba Instituto Zambrano. “Desde ese momento me entusiasmó mucho trabajar con gente con muchas necesidades, que era tan diferente a lo que nosotros vivíamos”.

Fue en esos trabajos comunitarios en pobres poblaciones donde el doctor Molina comenzó a definir lo que quería hacer. “La verdad, es que teníamos pocas opciones: uno podía ser abogado, ingeniero, médico o arquitecto. Y la medicina me interesó por su componente social. El trabajar por la gente y para la gente. Esa era una visión también de la época”.

Ramiro Molina Cartes realizó su especialidad en ginecología y obstetricia en la Universidad de Chile en 1969 “por descarte”. Cuenta que en quinto año “realizamos el internado de pediatría y el de gineco-obstetricia. Hasta ese momento yo era pediatra. Cuando conocí lo que era la obstetricia me gustó, porque combinaba un aspecto médico de niños con el aspecto quirúrgico de la salud de la mujer, y el período del embarazo”. Agrega recordando “yo tenía mis dudas sobre cuál de las dos elegir. Hasta que me tocó pasar visita, en los turnos, a los niños que tenían cáncer. Ahí, cuando vi lo que era un niño con leucemia, no lo pude superar. Entonces dije que no podía dedicarme a eso. Me quedó claro y me dediqué a la gineco-obstetricia”.

- Su tesis fue algo bastante novedoso para la época, dado que cualquier exámen semejante al papanicolao era algo sumamente especializado en esos años. ¿Cómo lo hizo?
Mi tesis fue en detección precoz de cáncer cervico - uterino, que fue hecha en comunidad, no en el hospital. Lo que yo hice fue medir cuántas mujeres aparentemente sanas tenían cáncer. Trabajé durante dos años recogiendo muestras directamente desde la comunidad, e incluso llevaba espéculos y todos los implementos necesarios a los centros de madres. Me acuerdo que una vez incluso tomamos muestras en un bar.

¿Cómo llegó al área de la planificación familiar?
Al realizar mi tesis me di cuenta que casi la mitad de las camas de la maternidad del hospital José Joaquín Aguirre eran para atender abortos sépticos. Me interesó mucho entonces la prevención del embarazo, con lo cual caí inmediatamente en la anticoncepción.

Cuando realicé mi magíster en salud pública en la Universidad de John Hopkins, estudié la fecundidad en Chile y el embarazo adolescente. Mi especialidad era en dinámica de poblaciones, por lo que al hacer las proyecciones del estudio, me di cuenta que el embarazo adolescente era un tema que se venía en Chile. La única tasa que iba en aumento era la de las niñas de 19 años o menos, todo el resto de la fecundidad iba disminuyendo. Así comencé a preocuparme del tema.

- ¿Cómo fue su experiencia en Naciones Unidas?
En 1972 me gané un cargo por concurso en Naciones Unidas, por lo que dirigí un proyecto regional. Mi cargo fue director del programa regional de la OIT en seguridad social y salud materno infantil para Latinoamérica y el Caribe. La idea era introducir estudios y programas de atención maternal y planificación familiar en los institutos de seguridad social de Latinoamérica. Era de asesoría principalmente.
Durante esos cuatro años le hice asesorías a todos los países de Latinoamérica, exceptuando Cuba. Para mí eso fue un doctorado en salud pública.
Cuando me tocó venir a Chile, le hice una asesoría al SERMENA (Servicio Médico Nacional de los empleados), que después se transformó en FONASA. Los asesoré en aborto y planificación familiar.

- En 1981 usted creó CEMERA, y lo dirigió hasta el año pasado. ¿Qué es lo más grave que tuvo que enfrentar ahí?
Hubo dos momentos graves. El primero, en septiembre de `89, cuando cambió la ley. Se derogó el artículo 119 del código de derecho sanitario, y se estableció al aborto como ilegal por cualquier causa incluyendo las causas médicas. En ese momento eran dos los países con esa disposición: Malta y Chile, después se agregaron Nicaragua y El Salvador.

Pero lo más drástico que ha ocurrido en el país fue el fallo del Tribunal Constitucional este año. Quisieron declarar inconstitucionales a todos los dispositivos intrauterinos, al levonorgestrel y la confidencialidad del adolescente.

El doctor Molina ha dedicado sus 43 años de profesión a educar a los jóvenes. Su actual línea de investigación es en salud sexual y reproductiva en la adolescencia con énfasis en los servicios para adolescentes y la prevención del embarazo. Hasta el 2010 será presidente de la Federación Internacional de Ginecología Pediátrica y de la Adolescencia.

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