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28 Julio 2003

Dr. Óscar García Paredes

Pintar para los niños

Producto del terremoto que en 1997 afectó a la IV Región, el Hospital San Pablo de Coquimbo sufrió graves daños que fueron reparados cambiando la estructura original del establecimiento. Las mejoras se llevaron a cabo sin dejar de atender pacientes, por lo que algunos recintos aún se ven como espacios en obra, lo cual le confiere cierta frialdad a los ambientes del centro asistencial.

Precisamente con el objetivo de dar mayor calidez al lugar y motivado por una profunda inquietud artística, el doctor Óscar García Paredes, jefe del Servicio de Pediatría del hospital, pintó algunos cuadros y murales en las zonas de paso más desoladas. “Lo hice como una manera de dar vida a estos sectores de tránsito, y entregar alegría tanto a los pacientes como al personal”, explica.

Incluso antes del terremoto, el profesional ya había pintado algunos de los boxes de atención pediátrica, recintos que lamentablemente fueron destruidos por el sismo. Sin embargo, al poco tiempo en el nuevo policlínico de pediatría volvió a pintar murales en cada box de atención. De este modo, el profesional no sólo busca decorar las salas, sino también llamar la atención de los niños que allí se atienden.

- Doctor, ¿Cuándo comenzó a aplicar esta suerte de “arte terapia” a su vida y a la de los demás?
- Lo cierto es que empecé a dedicarme a estas cosas un poco tarde. No es un gusto que me vino de de niño, como le sucede a otras personas. Todo comenzó hace seis años cuando me cambie de casa. Entonces se me ocurrió pedirle a cada uno de mis cuatro hijos que hiciera un cuadro para ponerlo en algún lugar de la nueva casa. Pero no resultó, porque sólo dos de ellos lograron terminar sus obras, así que para que no se perdieran las telas y el material las terminé yo (ríe). Después a mi señora (la doctora Viola Pineda) le regalaron una tela, óleos y pinceles, para que participara en un concurso nacional de pintura para psiquiatras. Ella guardó los materiales en un cajón, yo los saqué, pinté el cuadro en lugar de ella y lo mandé a Santiago. Junto con 30 trabajos de otros médicos, lo expusieron en el Instituto Cultural de Providencia y, por supuesto, viajé a verlo. Así, paulatinamente, la pintura comenzó a llenar mis espacios de ocio.

- Y ¿Cómo fue que decidió llevar esta afición más allá de los muros de su casa?
- Un poco antes del terremoto, se me había ocurrido pintar los boxes de pediatría, pero todo eso desapareció. En el consultorio nuevo aún estamos un poco hacinados y los boxes son muy pequeños, con los muros grises. Por eso pensé que sería bueno que los niños vieran algunos dibujos y se me ocurrió pintarlos. Empecé por el pasillo y después continué en cada una de las salas.

- En cuanto a la técnica, usted fue probando nuevas cosas…
- Sí. Paralelamente a los dibujos que fui haciendo en el hospital, en mi casa empecé a trabajar en tela con óleo. En una oportunidad, realicé un viaje a Brasil y allá vi unos cuadros que eran preciosos. Mirándolos de cerca me di cuenta que estaban hechos de pintura con trozos de géneros y me pregunté cómo sería trabajar de esa manera. A mi regreso puse manos a la obra, apliqué la técnica y resultó ser bastante fácil, por lo que no me demoré mucho en hacer cada cuadro. Después llevé algunos a las oficinas del hospital y a las salas del Servicio de Pediatría. A las personas que trabajan allá les gustaron y me fueron pidiendo más trabajos para otras secciones del hospital.

- Entonces su pintura se ha vuelto bastante solicitada...
- Se puede decir que sí. El Capítulo Médico me encargó un par de cuadros para su oficina y algunos colegas me han hecho encargos para sus consultas. El doctor Sergio Borlone, por ejemplo, puso obras mías en la escalera de acceso a su consulta y en la sala de espera. También yo mismo tengo algunos para amononar mi consulta.

Dra. Viviana Abarca

- ¿Cómo pasó de los cuadros en tela al gran formato que significa trabajar murales?
- Lo de los murales es algo que se me ocurrió este año para Semana Santa. Como trabajo en el segundo piso, cada vez que pasaba por las escaleras veía esos feos muros grises y pensé que había que hacer algo. Entonces, sin ni siquiera pedir permiso, tomé mis tarritos de pintura y, entre un turno y otro, fui avanzando en mi obra. Pero todos se dieron cuenta de lo que estaba haciendo, me pillaron. Incluso el director, que nunca sube por las escaleras, pasó por allí esos días. Así que pensé que hasta ahí no más iban a llegar mis murales, porque no había pedido autorización. Pero recibí un gran respaldo para terminarlo y así surgió esa obra: mi primer trabajo mural. Finalmente a todo el mundo le gustó y recibí muchas felicitaciones, por lo que pinté otro que está en el primer piso. No fue un trabajo tan rápido como el que hago en los cuadros, porque son murallas grandes, pero es fácil porque se trabaja con brocha gorda. A veces me preguntan si primero hago un diagrama de lo que voy a hacer. Pero no es así, sino que los hago directamente. Voy pintando como salga, porque me gusta la improvisación.

- Además de pintar ¿Qué otras actividades artísticas desarrolla?
- Siempre me han gustado distintas áreas del arte. Por ejemplo, cuando salieron las primeras cámaras filmadoras, me dediqué durante un tiempo a hacer videos y participé en varios concursos. Después lo dejé por la fotografía, disciplina en la que he obtenido algunos premios, principalmente en concursos organizados por el Colegio Médico, tanto a nivel regional como nacional. Es así. Me meto en un tema y me apasiono tanto que llega un momento en que me repito mucho, entonces paso a otra cosa. Voy variando de área: del video a fotografía, de la fotografía a la pintura y así sucesivamente. De esa forma la gente no se cansa de verme siempre en lo mismo (ríe).

- Además de todo esto, usted escribe cuentos…
- Sí. Los cuentos también son algo que desarrollé muy tardíamente. En unas vacaciones que fui a Vichuquén comencé a escribir y desde entonces todas las cosas que escribo tienen algo de verdad. En ese balneario había un pequeño negocio donde vendían dulces, tortas, humitas, pastel de choclo y muchas otras cosas. La joven que atendía el almacén me llamaba profundamente la atención porque tenía un problema físico. Entonces, conversando con mis hijos les dije: “algún día escribiré un cuento sobre ella”. Y lo escribí. Incluso lo presenté a un concurso literario que realizó el Hospital de Coquimbo en conjunto con el Colegio Médico. Después he participado en otros concursos regionales y nacionales. Cuando los escribo es algo rápido, formo la idea y luego la aterrizo; me siento de una sola vez y los leo, pero no los corrijo.

- Y ¿En qué situaciones encuentra la inspiración?
- Las ideas a veces salen de una película o una foto que ví. Pero, en general, las historias siempre están basadas en mis vivencias. En detalles que la mayoría de las personas normalmente sólo ven superficialmente. Por ejemplo, vas manejando por una carretera y ves un árbol. Para ti puede ser sólo eso, un árbol, pero para mí puede ser mucho más. Tiene sus propios matices y alcanza en mí una connotación diferente. Ese es un rasgo que tuve desde niño, pero entonces no me atrevía a demostrarlo. Ahora, en cambio, les muestro esos detalles a otros.

- ¿Piensa que tal vez la paternidad lo animó a mostrar ese lado suyo, como una forma de motivar a sus hijos a ser creativos?
- Creo que sí. Tal vez por eso siempre me gustó la pediatría, porque los niños son en esencia creativos. De hecho, todas mis pinturas tienen cosas infantiles, parecen y son dibujos para niños. Incluso algunas personas que han visto las pinturas del hospital, al ver mi apellido me preguntan cuál de mis hijos las hizo. Entonces les explico que las hice yo, para dar un ambiente más acogedor y también más infantil al lugar donde uno vive y trabaja.

- Sus pinturas son muy coloridas, alegres y, precisamente, reflejan el mundo de los niños. ¿No habrá un pequeño escondido en el cuerpo de un médico?
- Eso por lo menos es lo que opina mi familia. Dicen: “¿Cuándo va a crecer el papá?”. Tengo cuatro hijos, Gustavo (19 años), Daniela (17), Diego (15) y Valentina (11), pero lamentablemente ninguno comparte mi gusto por el arte. Les gusta la música, como a todos los lolos, pero sólo Diego la practica. Toca batería en una banda de rock. Se han presentado en el centro comercial, en la Radio Carolina y en muchas otras partes. También tocan siempre en las actividades del colegio, pero ahí interpretan cosas más clásicas y temas folclóricos inspirados en la obra de Pablo Neruda y Gabriela Mistral, pero siempre con elementos de rock. Les sale muy bien y no lo digo sólo porque yo soy el papá, pero debo reconocer que estas cosas me ponen muy orgulloso.

Mundo Médico

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