Dr. Marcos Feldman
Pasión por los trenes
Por Paloma Baytelman
Cuando el Dr. Marcos Feldman tenía sólo 13 años, su padre le regaló un pequeño tren eléctrico. Hoy tiene más de 200 carros y decenas de metros de línea férrea. Pero su afán no es sólo acumulativo, él busca en el ferromodelismo una forma de reflejar su vida y sus aficiones. Por ello en sus maquetas incluye canchas de tenis y de esquí y gente practicando windsurf, que son dos de los deportes que el médico practica junto a su familia.
Precisamente en su esposa, la pediatra Ada Fuentes, y en sus hijos Maximiliano, Bárbara, Débora e Ignacio, el doctor Feldman ha encontrado los mejores compañeros para desarrollar sus hobbies. Todos alguna vez le han ayudado a diseñar y a construir las maquetas, actividad en la que actualmente están muy involucrados los dos más pequeños. “Mi gusto por los trenes se convierte también en una excelente oportunidad para compartir en familia y entregarles un poco de esta pasión que yo siento desde niño”, comenta.

- Luego que su padre le regaló el primer tren ¿cómo siguió esta afición?
- En mi época de colegio diseñaba y construía casita tras casita con mucha dedicación, pero cuando ingresé a la universidad el hobby pasó a segundo plano, porque había que estudiar mucho. Recuerdo que al terminar la carrera hice una maqueta sobre una mesa de ping pong en mi casa. La tenía en mi dormitorio y ocupaba tanto espacio que prácticamente dormía debajo de ella. Sólo al final de la beca de oftalmología (que la hice en el Hospital Barros Luco) pude retomar todo y empecé a conocer gente relacionada con el ferromodelismo. Fue así como conocí a Carlos Roa, abogado, que es uno de mis grandes amigos y que además es presidente de la Asociación de Preservación del Patrimonio Ferroviario.
- ¿Fue importante para usted descubrir que había gente con sus mismos intereses?
- Muy importante. Por ejemplo, el mismo Carlos Roa fue quien me entusiasmó para comenzar en serio. Cierto día estábamos en su casa, (era la primera vez que yo veía una maqueta en la casa de otra persona) entonces recuerdo que me dijo: “Marcos, no sacas nada con tener cosas guardadas, lo importante es que desarrolles tu propia maqueta donde sea y como sea. Lo que se necesita es empezar”. Eso me ayudó mucho, porque de repente piensas que eres el único que lees sobre una cosa lejana que se practica en Alemania, y vas a comprar tus piezas a una casa comercial. Pero cuando ves que hay otras personas con los mismos intereses, que andan detrás de las mismas cosas, que les gusta hacer sus maquetas y modelos, y que puedes conversar con ellos sobre intereses comunes, te entusiasmas. Esto nos ha unido mucho. Con Carlos, por ejemplo, somos amigos hasta hoy. Nuestros hijos tienen más o menos las mismas edades, por lo que siempre nos juntamos. Además, es entretenido conversar con gente de otros ámbitos distintos a la medicina.
- Cuando sus amigos que no eran Ferromobilistas lo veían armando líneas férreas y pintando maquetas ¿cuál era su reacción?
- Bueno, me veían como si fuera una chifladura. Sentía que podía hablar poco con ellos del tema, porque a fin de cuentas los que más entienden de esto son otros ferromodelistas, saben el tiempo que le has dedicado al tema, el apoyo que tienes de tu familia, lo que ha significado en cuanto a postergar otras cosas. Ellos te dan ideas, aportan o te ayudan cuando cometes errores. Ahora, con toda la irrupción de Internet, uno puede integrar clubes internacionales, ingresar a foros de discusión y compartir datos y experiencias. Como por ejemplo, que una determinada máquina viene con un error que se puede arreglar de una cierta manera.

- Entonces, hay que involucrarse por completo en tema
- Claro, pero lo más importante de todo es hacer una maqueta, salga como salga. Aunque se tenga un solo tren y un pedacito de línea. Aunque la maqueta no sea muy perfecta, no funcionen todas sus partes, las montañas no estén bien representadas o las cosas estén fuera de escala.
- Y ¿dónde pone usted los énfasis en sus maquetas?
- Para mí es fundamental darles sensación de vida. Se puede inventar una realidad absolutamente ficticia o recrear algún lugar o paisaje que conoces y existe. Pero la idea es dar siempre la sensación de vida, por eso es importante que los trenes se muevan, que existan semáforos y gente haciendo alguna actividad, que los autos se muevan y que controles todo. En definitiva, trato de hacer las maniobras que se hacen en la vida real. Pero hay de todo. A algunas personas no les gusta hacer maquetas, porque no tienen la facilidad manual, y sólo les gusta manejar los trenes como en la vida real. Después, hay gente a la que sólo le gusta coleccionar. Pero yo hago ambas cosas, soy ferromodelista y colecciono.
- ¿Hay gente que se dedica exclusivamente o casi exclusivamente al ferromodelismo?
- Sí y generalmente son personas que saben mucho de electrónica. Aunque en Chile hay pocos ferromodelistas y la mayoría tiene otra ocupación. No somos más de 20 y casi todos nos conocemos. Cada uno tiene un interés distinto, pero todos en el fondo tenemos alma de niños. Tengo amigos, por ejemplo, a los que les interesa llegar a algunos logros como hacer un semáforo que controle un cruce, que la máquina tenga un sonido especial, que el motor tenga determinadas revoluciones. En mi caso, no sé tanto de electrónica, pero domino cosas básicas y la incorporación del asunto digital y computadores al ferromodelismo, pues desde hace unos 15 años puedes conducir los trenes a través del computador. Pueden andar, frenar, tener inercia, un sonido de motor específico, luces con varios tipos de controles y una serie de posibilidades que los hacen más reales.
- A la hora de comprar una nueva pieza ¿cuáles son las marcas más preciadas de trenes?
- A mí me gusta la industria alemana. La marca Märcklin es la más conocida, es como la Mercedes Benz de los trenes a escala. Se comercializa en todo el mundo, tiene buen precio de reventa y más aún cuando son artículos antiguos, pues son más valorados.
- ¿Por qué cree que este pasatiempo ha prendido tan bien en Europa y en Estados Unidos y no así en Chile?
- Son culturas diferentes y en estos lugares hay otro nivel de vida que permite dedicación casi absoluta a un hobby. Estamos muy lejos de alcanzar la masificación que el ferromodelismo tiene en Europa o en los Estados Unidos. Hay clubes que tienen o arriendan grandes galpones, donde la gente lleva sus trenes y trozos de maquetas modulares y crean maquetas de 600 metros cuadrados que son impresionantes. En esos países el ferromodelismo tiene niveles inimaginables. Pero es una afición cara y requiere de mucha paciencia para ir construyendo. En mi caso, por ejemplo, me ha tomado 30 años juntar todas las cosas que tengo.
Un viaje familiar
Al doctor Marcos Feldmanle le gusta compartir sus aficiones en familia. En el caso del ferromodelismo, el hobbie fue incluso importante cuando conoció a su esposa. “Cuando pololeábamos ella sabía de mi hobby. Un día le regalé una casita de las que se usan para ambientar las maquetas y le dije “bueno, te doy esto por si en el futuro…”. Ella la tuvo en un estante que había en su pieza de soltera todo el tiempo y cuando nos casamos me la devolvió y la puse en la maqueta.

- Y¿Cómo motivó al resto de la familia. Es decir, a los niños?
- Es algo que se va dando solo. Ellos te ven trabajando a su lado y se van interesando. Les he ido dando las facilidades y buscando la zona de las maquetas que se pueden adecuar más a sus capacidades de niño o, en el caso de Ada, lo que le interese más a ella. Lo electrónico lo veo yo y los paisajes, adornos y ornamentación mi señora y mis hijos.
- El ferromodelismo es para niños y adultos
- Yo diría que más bien es para adultos, aunque a los niños les gusta verlo. Quien construye, para que realmente funcione, es siempre una persona adulta. En mi caso hay casitas que hice junto a mis padres cuando tenía 12 ó 13 años. Ahora mi hijo Ignacio, de 7 años, está entusiasmado y me ayuda a hacer maquetas.
- ¿Cuánto tiempo dedica a los trenes?
- Es una actividad que pasa por etapas. Cuando hago maquetas trabajo más los fines de semana y después del trabajo. Cuando ya están listas, me dedico a armar trenes un par de horas los fines de semana, pero trato de no descuidar nuestras salidas familiares.
- ¿Qué siente cuando termina una maqueta y ve que todo funciona?
- Recuerdo mucho cuando empecé y recuerdo también a mis padres. Me siento muy bien, sobre todo cuando toda la familia me ayuda. Me siento feliz cuando logramos una linda maqueta en donde todo funciona luego de meses de trabajo. Es una alegría y una satisfacción grande y me gusta que mis hijos vean lo que podemos lograr juntos, así como mostrársela a otras personas.
- ¿Hay habilidades que se desarrollan en el ferromodelismo que le hayan servido como oftalmólogo?
- Me ha servido mucho el desarrollo de la motricidad fina y el cultivo de la paciencia, pues son las mismas habilidades que se requieren para las intervenciones oftalmológicas. Creo que eso me ha facilitado mucho las cosas.
- ¿Tiene trenes en su consulta?
- No, porque atiendo a muchos niños y si los tuviera no podría sacar a mis pequeños pacientes de encima de los trenes. De hecho, tuvimos una exposición en el colegio de mi hijo, llevé una maqueta y sus compañeros estaban vueltos locos. Por eso no he querido llevarlos, seguramante perdería todo el orden en mi consulta.
- ¿Y qué siente usted cuando viaja en un tren real?
- Quienes gustan de los trenes grandes no siempre disfrutan el modelismo ferroviario, pero en general el que es ferromodelista siempre toma a los trenes grandes por modelo. En mi vida no he viajado mucho en tren, pero me gustaba ver pasar las máquinas Diesel cuando iba de vacaciones a Viña del Mar. También recuerdo mis primeros viajes al sur, entre Loncoche y Villarrica, entonces viajaba en un tren a vapor. Ahora como miembro de la Asociación de Preservación de Patrimonio Ferroviario, me fijo en el estado de preservación del tren, detalles del interior de los vagones, el exterior y también en los paisajes, en las líneas, las estaciones y los ramales.
- ¿Cuál será su siguiente paso en el ferromodelismo?
- Al ferromodelista siempre le gusta hacer maquetas. Terminas una y quieres hacer otra o ayudar a algún amigo. Ahora estoy construyendo una en el entretecho de la casa y me están ayudando mis hijos con mucha paciencia. Les dije que espero demorarme muchos años… porque ya no tengo espacio para construir otra más.
En palabras del Dr. Feldman, un consejo para todos los que quieran iniciarse en el ferromodelismo
Antes de realizar una maqueta, es necesario responder las siguientes interrogantes: ¿quiero un elemento decorativo?; ¿quiero maniobrar y controlar trenes?; ¿quiero copiar un plano preestablecido?; ¿qué soy capaz de hacer?; ¿hasta dónde llega mi capacidad manual y mi esfuerzo?; ¿cuáles son mis capacidades financieras?; ¿de qué espacio dispongo? Una vez contestadas estas interrogantes… manos a la obra.
