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17 Septiembre 2007

Dr. Lorenzo Naranjo Tapia:

“La medicina debe mantenerse humana y cercana al paciente”

Jefe de la Unidad de Cardiocirugía del Instituto Nacional del Tórax y consejero del Colegio Médico en la filial de Santiago, el doctor Lorenzo Naranjo estudió en la Universidad de Chile, recibió su título de médico en 1975 y de manera temprana estuvo seguro de cuál quería que fuera su destino profesional. “Desde un principio me gustó la cirugía cardiovascular, pero me costó bastante llegar a ser cardiocirujano. Primero fui médico general de zona en Villarrica y, después, seguí la beca de cirugía general en el Hospital San Juan de Dios. Más tarde, comencé a trabajar en el Hospital Félix Bulnes y ahí me dediqué a cirugía vascular”, recuerda.

Luego de realizar un internado en cirugía vascular en Francia, en 1998 surgió la oportunidad de trabajar en el área de cardiocirugía en el Hospital del Tórax, a raíz de lo cual volvió a Francia, esta vez a especializarse en esta área de la medicina. “A diferencia de Estados Unidos, la ventaja de ir a especializarse a Europa es que tienen una realidad hospitalaria similar a la nuestra”, asegura.

¿Cómo han sido estas dos décadas en el Instituto Nacional del Tórax?
- Estar acá me ha permitido ver el desarrollo de la cirugía cardiovascular en este centro de salud tan importante. Entre 1988 y 1994, me dediqué a formarme como cirujano cardiovascular. Cuando llegué aquí se operaban cerca de 150 pacientes al año y teníamos un pabellón para cirugía cardiaca al día, también teníamos problemas de camas por la baja disponibilidad a la UTI y en Cuidados Intermedios. Después en el año en que tuvimos más intervenciones, que fue en 1990, operamos a 290 pacientes. Después desde el año 1994 asumí labores de jefatura del programa de cirugía cardiaca.

¿En todo este proceso, hubo algún maestro que lo marcara de forma especial?
- Sí. Si hay alguien que fue pionero en Chile en la cirugía cardiaca, primero en el Hospital del Salvador y luego acá, en el Instituto Nacional del Tórax, es el doctor Gastón Durán. Él fue quien lideró este grupo por muchos años y me ayudó a formarme a mí también. Un profesional de avanzada, al igual que el doctor Kaplan. El vino acá, porque en 1975 las condiciones en El Salvador ya no eran adecuadas para realizar procedimientos quirúrgicos que, para entonces, habían aumentado su complejidad, por lo que se decidió trasladar el programa aquí.

¿Qué cosas le enseñó el profesor Durán?
- Bueno, él me mostró todas las técnicas básicas de la cirugía cardiaca. Me enseñó, por ejemplo, como poner marcapasos, a abrir el esternón, a canular a los enfermos y a hacer reemplazos valvulares. En un comienzo no hice cirugía coronaria y fue, en cierta medida, algo que aprendí de forma autodidacta, a lo que se sumó lo que profundicé más tarde en Francia. Esto es muy importante, porque la cirugía coronaria significa dos tercios de la cirugía cardiaca hoy en día. También desde el punto de vista humano, el doctor Durán fue mi maestro y así lo he considerado siempre.

¿Cómo se ha vivido el aumento de las cirugías en el Instituto Nacional del Tórax?
- Hemos progresado paulatinamente y en la actualidad realizamos más de 750 cirugías al año con circulación extracorporea. Por ello, somos centro de referencia nacional y el primer centro de cirugía cardiaca del adulto de Chile. Estamos hablando de que en este ámbito ha habido un cambio radical en estos 20 años y tengo el honor de decir que he sido una suerte de protagonista en este período. Cuando comenzamos éramos cuatro cardiocirujanos, hoy somos 10. Otro hito importante, fue que en la década de los ’90 pudimos tener acceso a dos pabellones de cirugía, lo que nos permitió por primera vez realizar dos cirugía de forma simultánea. También fue aumentando el número de camas de UTI a las cuales teníamos derecho y, cuando el año 2004 la unidad llegó a tener 15 camas –en los ’80 había sólo cuatro- eso significó un salto enorme para nosotros.

¿Y cómo fue evolucionando el tipo de cirugías que realizaban?
- Al principio hacíamos solamente cirugía vascular, es decir, cirugía de la válvula mitral y cirugía de la válvula aórtica. En la década de los ’90 comenzamos a hacer cirugía coronaria, también otro hito importante es que empezamos a utilizar la arteria mamaria interna izquierda como conducto para hacer bypass. Eso fue muy relevante porque sabemos que la mamaria interna es una arteria que suele durar toda la vida, es decir que es un bypass que nunca se obstruye.

¿Qué sucedió en cuento al equipo humano?
- Progresivamente se fueron incorporando más cirujanos, profesionales que venían con formación realizada en el extranjero. Por lo tanto, comenzamos a aplicar técnicas nuevas. Así pasamos de hacer un 70 por ciento de cirugía vascular a hacer un 70 por ciento de cirugía coronaria. Esto también nos muestra que el patrón de enfermedades cardiovasculares de Chile cambió y comenzamos a tener una epidemiología más cercana a la que se presenta en los países desarrollados, donde la patología coronaria es muy importante.

¿Cómo se ha evidenciado ese cambio epidemiológico?
- En la mediada que el país fue superando los problemas más graves en ámbitos como la pobreza, la desnutrición, la mortalidad infantil, y la población envejeció, entonces cambió el perfil epidemiológico de los pacientes y comenzaron a aparecer las enfermedades que no veíamos en pacientes más jóvenes.

¿De qué tipo de patologías estamos hablando?
- Nos encontramos con cuadros como la enfermedad coronaria, donde están influyendo los factores de riesgo propios de una sociedad que envejece, como es la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia o la dislipidemia, la obesidad, el sedentarismo, el estrés y el tabaquismo, todas cosas que conllevan la aparición de la artereoesclerosis, que va a afectar a las arterias coronarias, carotídeas, cerebrales, renales, a las arterias de las extremidades inferiores, lo que produce esta gran cantidad de enfermedades cardiovasculares y vasculares periféricas que tiene nuestra población y que es la principal causa de muerte en Chile hoy. Evidentemente, un equipo cardioquirúrgico que progresa debía preocuparse de ese tema y, por ello, era evidente que íbamos cambiar el perfil de nuestros pacientes. Antes lo que más veíamos eran complicaciones de la enfermedad reumática y no es que esta patología haya desaparecido, pero sí ha disminuido notablemente, porque las infecciones estreptocosicas en la actualidad son tratadas con antibióticos por lo que los pacientes no tienen la oportunidad de hacer enfermedad reumática. Por otro lado apareció la estrechez de la válvula aórtica cálcica en los ancianos. Todos aspectos que han modificado el escenario de la cirugía cardiaca en Chile.

¿Cuáles son los desafíos a futuro?
- Aunque nosotros hemos aumentado la cobertura de forma importante, el tema de la cirugía cardiaca en Chile es un desafío que no está resuelto. Estimamos que en el país deberían hacerse unas 5000 ó 6000 cirugías cardiacas cada año, y se hace sólo la mitad. Es decir que hay una brecha enorme por cumplir y nuestro primer objetivo es aumentar el número de cirugías. Nosotros queremos llegar a hacer unas 1000 ó 1200 cirugías cardiacas por año. Otro aspecto que debemos profundizar es un programa de urgencias cardiovasculares que comenzamos el año 2002. Es una iniciativa que no existía en el sistema público, pero aún queda mucho por hacer en esta área. También hemos sido pioneros en técnicas como los homoingertos, pero aún no hemos desarrollado un programa de transplantes en el Hospital del Tórax y es algo que debemos hacer. Otros aspectos que hemos desarrollado el tratamiento, primero quirúrgico y después por radiofrecuencia, de la fibración auricular, y en este hospital se está desarrollando un programa nacional de cardiopatías congénitas del adulto, que no existía. Entonces los grandes desafíos son aumentar la cantidad de cirugías cardiacas en el país, realizar transplantes y, en forma asociada, realizar asistencia ventricular mecánica.

¿Cuál es la impronta que deben tener las nuevas generaciones que se abocan a esta especialidad?
- Yo creo que la medicina está basada en tres pilares, lo primero es mantener siempre una visión humanista, pues nosotros estamos aquí para curar personas, para tratar con personas, no con enfermedades ni con técnicas quirúrgicas. Yo creo que la medicina debe mantenerse humana y cercana al paciente. Para ello, debe haber una relación médico-paciente estrecha, en cirugía cardiaca donde uno está en contacto permanente con la muerte, esto es muy importante. En segundo lugar, se requiere rigurosidad científica, debemos usar nuestras capacidades técnicas y de aprendizaje para que las cosas resulten bien. El tercer punto, como una forma de evaluar la labor y, al mismo tiempo, de innovar, es la investigación científica.




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