Dr. Eugenio Galilea:
“En patología de columna es imprescindible un enfoque multiprofesional”
Luego de estudiar Medicina en la Universidad de Chile, a mediados de los ’70 el doctor Eugenio Galilea siguió la beca de Traumatología que dictan en forma conjunta la Universidad Católica y el Hospital del Trabajador (HTS).
Mientras se desempeñaba en el HTS y en la Posta Central, vio que la cantidad de información que debía manejar un buen profesional crecía en forma exponencial cada año, por lo que entendió que el camino a seguir era la subespecialización y su enfoque sería, sin duda, la columna, una patología que muchas veces era tan compleja que pocos se atrevían a abordar. Él no sólo se atrevió, sino que hoy es uno de los que más sabe en Chile sobre este tipo de enfermedades, motivo por el cual es uno de los profesionales que encabezan el Club de Columna.
“Siempre fui de la idea de conformar grupos de trabajo especializado, de hecho partimos en el HTS en los años ‘80, enfocándonos en un área cada vez más detallada de la especialidad. Ya entonces veíamos que cada vez había más y más información, y que era casi imposible dominar la especialidad completa, por lo que había que restringirse y profundizar algún aspecto. Por eso nosotros fuimos uno de los primeros equipos de trabajo que optaron por subespecializarse en una patología de ámbito más restringido, como es la patología de columna vertebral. Esta opción nos permitió realizar un gran desarrollo científico e ir acumulando experiencia valiosísima, de mucha mayor calidad que si uno se hubiera dedicado a la especialidad completa”.
¿Era común tomar ese camino?
- No mucho, incluso al comienzo nos miraban cómo si fuéramos bichos raros por optar por esta hiperespecialización, y resultó que esta fue la tendencia mundial.
¿Cómo llegó a interesarse en un área tan especial como es la columna?
- Yo llegué a abordar las problemáticas de columna a través de la neurología. Había una cercanía importante con el Servicio de Neurología del Hospital Barros Luco, donde se desempeñaban los doctores Camilo Arraigada y Rafael Donoso, ya que trabajamos juntos en el HTS. A su vez, allí en el Hospital del Trabajador, el doctor Miguel Gasic operaba los problemas de nervios periféricos de pacientes que eran derivados desde el Hospital Barros Luco. Así, junto al doctor Alirio San Martín, nos acercamos a esta temática, a aprender de los nervios periféricos, pero al mismo tiempo comenzamos a interesarnos en la neurología en términos más generales. En forma paralela, yo veía que los problemas traumáticos de columna vertebral que llegaban a la Posta o al HTS eran casi un misterio, enfermos que quedaban prácticamente abandonados, pues nadie sabía muy bien cómo tratarlos, y yo siempre imaginé que se podía hacer algo más por ellos. Después se creó una política explícita que llamaba a los profesionales a orientarse a campos específicos, a subespecializarse y, obviamente, yo me quedé con la columna.
Sin duda un área de gran evolución en las últimas décadas…
- El ámbito de la patología de columna ha tenido un crecimiento exponencial en cuanto al conocimiento de sus problemáticos y las alternativas de tratamiento. Sin embargo, nosotros hemos seguido de forma bastante ciega aquello que viene de los países desarrollados, especialmente de Estados Unidos.
¿Y qué tiene eso de malo?
- Que la cirugía de columna ha tenido un cambio, pues de tener un desarrollo muy importante y buenos resultados, pasó a mostrar un alto porcentaje de malos resultados, especialmente en EE.UU., donde la cantidad de problemas ocasionados por este tipo de cirugías es tremendo. Eso sucede porque se opera de forma indiscriminada. Eso, de alguna manera, nosotros también lo estamos viviendo en Chile, obviamente varios pasos más atrás de lo que sucede en Norteamérica, donde la cantidad de malos resultados es impresionante, y las clínicas dedicadas a tratar el dolor que se produce por estos fracasos se convirtieron en centros muy lucrativos.
¿Qué se puede hacer para no caer en este tipo de situaciones?
- Hoy algunos especialistas del área estamos con la idea de poner el pié en el freno, es decir, evitar las grandes intervenciones, a menos que no existan alternativas más fáciles. Por otra parte, toda la medicina, la cirugía en particular y muy particularmente aquella cirugía que requiere de muchos insumos, ha experimentado avances notables, pero siempre aparece algo que supuestamente es mejor, con elementos como prótesis de discos intervertebrales o espaciadores interespinosos, prótesis de núcleo pulposo, estimuladores medulares. Y resulta, que muchas veces se trata de meros voladeros de luces, y no son pocos los profesionales que se encandilan y comienzan a aplicar estos métodos antes de que su eficacia haya sido probada. Ese dicho que dice “no cambie lo bueno por lo nuevo”, en esta especialidad es absolutamente vigente. El doctor Miguel Cabanella, uno de los jefes del área de neurología de la Clínica Mayo, decía que para hacerle bien a los pacientes hay que estar dos pasos más atrás que la última novedad, para que estas nuevas herramientas puedan pasar la prueba del tiempo y nos permitan tomar las mejores decisiones. Esto está muy relacionado con la Medicina Basada en la Evidencia.
¿Cuáles son los avances que resultan remarcables en el ámbito de la patología de columna?
- El primero es el desarrollo de una tecnología que ha permitido abordar de una manera óptima algunos cuadros que afectan a la columna. Cabe recordar que éste es un órgano formado por muchas piezas móviles, de tal manera que si una de esas piezas falla y uno la elimina, las otras piezas cumplen su función prácticamente sin que el organismo se de cuenta. Siguiendo este planteamiento, en los años ’80 se inventó una técnica llamada fijación pedicular, que nos permitió fijar la columna que había sido afectada por patología traumática, tumoral o de otra índole. Esto nos entregó mucha seguridad en la evolución posterior de los pacientes, pues evitó las inmovilizaciones o esos yesos post operatorios que poníamos antes, que eran verdaderas torturas para las personas. Ahora en cambio, después de la cirugía, el paciente puede levantarse de forma casi inmediata, sin tener que esperar por meses en cama. Otra cosa que cambió y que resultó fundamental, fue entender que la patología de columna no puede ser abordada sólo a través de una especialidad, sino que requiere de un trabajo multidisciplinario, tanto desde el punto de vista del diagnóstico, como del tratamiento.
¿Qué especialistas deben formar parte de estos equipos?
En la patología de columna es relevante la labor de traumatólogos, radiólogos, cirujanos, neurólogos, reumatólogos, kinesiólogos, psicólogos y psiquiatras.
¿Cómo entra en juego aquí la salud mental?
Al igual que en la patología gástrica, donde muchos cuadros están relacionados con una psicosomatización, hay otras enfermedades que tienen componentes psicosomáticos como el asma, las alergias, el cáncer y esto también toca a la patología de columna, porque es un ámbito que está claramente influenciado por los aspectos psicológicos y sociales. Entonces cuándo se entiende al enfermo considerando este punto de vista, los resultados del tratamiento son mucho mejores. De hecho, la causa de los buenos resultados que nosotros tenemos en patología de columna, no tiene que ver con que yo sea un muy buen cirujano, sino que es gracias al equipo multiprofesional con el que yo trabajo de la mano desde hace muchos años. Cuando se aplica este modelo multiprofesional, los resultados son inconmensurablemente mejores que cuando no se hace. Así, la única posibilidad de tener buenos resultados en patología de columna es si se maneja al paciente como una unidad físico-psíquico-social. En todo el mundo, este es el boom de la medicina, aunque en Chile esto aún no se practica mucho.
¿Tiene esto alguna relación con el Club de Columna?
- Sí, absolutamente. Esta es una entidad que se formó hace unos 10 años y que precisamente nos permite revisar los últimos avances y revisar los consensos en un ámbito multiprofesional.
¿Cómo partieron estos encuentros?
- Esto comenzó como una iniciativa de los médicos reumatólogos Carlos Lackington (quien falleció hace algún tiempo) y José Granada, que trabaja en Osorno. Ellos decidieron hacer una reunión que se llamaba “La Columna en Medicina” y, desde esa primera ocasión que tuvo lugar en Talca, se produjo un impulso multiprofesional muy fuerte y dijimos “esto es fantástico, por aquí va la cosa”.
¿Actualmente, cuál es el objetivo de esta agrupación?
- El objetivo es que se integren todas las especialidades que abordan la patología de columna y que ojalá tuvieran líneas comunes de trabajo, de tal manera que los resultados fueran evaluables a partir de consensos. Esto no puede ser abordado sólo desde el punto de vista de los cirujanos, no es recomendable seguir la línea quirúrgica sola. Creo que en la medida que seamos capaces de integrar a todas las otras especialidades, este ámbito va a funcionar cada vez mejor.
En el ámbito de la labor docente, ¿qué es lo que trata de inculcar a sus alumnos?
- Cabe señalar que acá, en la Clínica San Cristóbal, se desarrolla el único Fellow de Columna que existe en el país, iniciativa que es dirigida por la Universidad de Chile. Tanto hoy, cómo en oportunidades anteriores, lo que siempre he intentado trasmitir a mis alumnos es: escuchar al paciente; escucharlo con calma; no tratar de operarlo a toda costa; tratar de sacarlo adelante con (lo que yo llamo) la agresividad mínima útil, “si nosotros podemos resolver esto con una inyección, no lo opere”; y, por último, que toda enfermedad de columna, es una enfermedad psicosomática, por lo tanto, debe ser tratada de manera integral.
