En adolescentes nacionales
U. de Chile evalúa exitosamente vacuna contra meningitis tipo B
La bacteria Neisseria meningitidis, o meningococo, causa meningitis a través de cinco serogrupos. Para cuatro de ellos (A, C, W135 e Y) ya existe una vacuna eficiente en el mercado, faltando solamente la inoculación para el meningococo B, el cual provoca más del 60% de los casos de meningitis meningocócica en Chile. Esa situación, según explica la doctora María Elena Santolaya, infectóloga y directora del Departamento de Pediatría Oriente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, estaría cerca de cambiar.
La destacada especialista encabezó una investigación clínica orientada a probar la inmunogenicidad y seguridad de una vacuna contra el meningococo B creada a partir de una nueva tecnología. “Las vacunas anteriores fallaron porque se generaron en base al mismo mecanismo que sí funciona para los otros serogrupos de meningococo”, comenta la doctora Santolaya.
Esta innovadora metodología toma los polisacáridos -biomoléculas formadas por la unión de una gran cantidad de monosacáridos o azúcares simples- que se encuentran en la cápsula que recubre al meningococo para, a partir de ellos, generar los antígenos que desencadenen la formación de anticuerpos que causen la respuesta inmune. “Pero los polisacáridos capsulares del meningococo B se parecen mucho a estructuras propias del organismo, por lo que éste no monta una respuesta inmune contra ellos. Por este motivo es que esta nueva inoculación se creó en base a la vaccinología reversa, en que a partir del genoma de la bacteria se identifican proteínas capaces de provocar una respuesta inmune protectora. Esta vacuna en particular es una combinación de cuatro proteínas y ya se ha probado en distintos grupos etáreos y países del mundo, con resultados seguros y consistentes entre sí”, subraya la infectóloga.
En la Región Metropolitana, tras coordinarse con los directivos de salud y educación de distintas municipalidades, los investigadores montaron vacunatorios en colegios de Lo Barnechea, Peñalolén y Providencia. De esta forma, ofrecieron participar a todos los adolescentes de entre séptimo básico y cuarto medio que quisieran integrarse al estudio, previo consentimiento de los padres y asentimiento de los propios interesados. Una vez incorporados al ensayo, 1.631 jóvenes fueron randomizados al azar para recibir en forma ciega una, dos o tres dosis de la vacuna en intervalos de uno, dos o seis meses.
Entre el 99% y el 100% de los adolescentes que recibieron dos o tres dosis de la vacuna alcanzaron títulos de anticuerpos protectores, así como el 75% de los que recibieron una dosis. Además, no hubo eventos adversos serios relacionados directamente con la vacuna, lo que demostró que es un producto seguro.
La inmunización de por vida, aclara la doctora, no está garantizada. “No sabemos cuánto dura este efecto y tampoco era ése el objetivo del estudio. De hecho, estamos haciendo otra investigación con los mismos adolescentes que de manera voluntaria quieran saber cuáles son sus niveles de anticuerpos en el largo plazo, midiéndolos un año y medio después de la última dosis, para lo cual hemos tenido una muy buena recepción entre ellos”.
Con estos resultados, publicados en la prestigiosa revista The Lancet, se podría esperar que en el mediano plazo esta vacuna ya esté disponible en el mercado, “con lo que podríamos conseguir que la meningitis por meningococo B pase a la historia”, enfatiza la especialista de la Universidad de Chile. Lo que está por venir en materia de investigación será el desarrollo de una vacuna que inmunice en contra de todos los serogrupos de esta bacteria, “para lo cual hay avances, pero es bastante complejo porque se requieren tecnologías diferentes para su desarrollo”, finaliza.
La Meningitis por Meningococo B se comporta de manera cíclica en nuestro país; es decir, cada cierto tiempo se producen brotes que aumentan el número de casos, pasando de un promedio anual de 0,5 por cada 100.000 habitantes a cuatro o más por 100.000 habitantes. El último brote en Chile se produjo entre 1992 y 1999.
El contagio de la enfermedad es por vía aérea y puede manifestarse en cualquier edad, pero el grupo de mayor riesgo lo componen los menores de cinco años y los adolescentes. Sus síntomas son aparición brusca de fiebre, grave compromiso del estado general, cefalea, convulsiones y, en el 50% de los casos, lesiones características en la piel. La mortalidad asociada es de 10% a 20%; pero, además, en el 30% de los sobrevivientes deja secuelas de tipo neurológico: hipoacusia, hidrocefalia, trastornos del aprendizaje.


Dra. María Elena Santolaya
