Sustitutos del azúcar y mejor salud: relación con escasa evidencia
Existen pocas pruebas acerca de las ventajas a largo plazo del consumo de bebidas con bajo contenido calórico sobre resultados clínicos cardiometabólicos y mortalidad.
Con la emergencia de pruebas sólidas durante la última década que vinculan el consumo de bebidas azucaradas (SSB, por sus siglas en inglés) con el aumento de peso y salud cardiometabólica adversa, algunas personas están eligiendo como alternativas bebidas con edulcorantes de bajo contenido calórico (LCV, del inglés low-calorie sweeteners). A diferencia de las primeras, los LCV contienen pocas o ninguna caloría, lo que los convierte en un sustituto potencialmente atractivo desde el punto de vista de la salud pública. Sin embargo, tal intercambio ha sido controversial debido a los problemas potenciales de seguridad y hallazgos inconsistentes con respecto a efectos sobre la salud en estudios observacionales y ensayos intervencionales.
En Estados Unidos entre los años 2007 y 2010, el 32% de las bebidas consumidas por adultos y el 19% de las tomadas por niños contenían LCS. Entre todos los alimentos y líquidos que contienen LCS, las bebidas representan la mayor proporción del consumo en todo el mundo. El término LCS incluye los 6 edulcorantes de alta intensidad actualmente aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) y 2 edulcorantes adicionales de alta intensidad para los cuales esta agencia regulatoria no ha emitido cartas de objeción.
Debido a la falta de datos sobre LCS específicas, el informe presente no distingue entre estas LCS. Además, las recomendaciones no se refieren a los alimentos endulzados con LCS. Esta revisión examina la evidencia de estudios observacionales y ensayos clínicos aleatorizados (ECA) que evalúan los resultados cardiometabólicos de las bebidas con LCS; resume las posiciones de las agencias gubernamentales y otras organizaciones de salud sobre las bebidas con LCS; e identifica las necesidades de investigación sobre sus efectos sobre el balance energético y la salud cardiometabólica. Dentro de los puntos relevantes de este estudio se encuentra que el consumo de este tipo de refrescos puede ser una estrategia efectiva para controlar la ingesta energética y promover la pérdida de peso. No obstante, hay escasez de pruebas sobre los efectos adversos potenciales de estas en relación con los posibles beneficios. Sobre la base de las pruebas disponibles, los investigadores concluyeron que, actualmente, es prudente desaconsejar el consumo prolongado de bebidas con LCS en niños.
Para los adultos que son consumidores habituales SSB, se ha demostrado que las bebidas con LCS pueden ser una estrategia de reemplazo útil para reducir la ingesta calórica. Este enfoque puede ser particularmente útil para las personas que están acostumbradas al sabor dulce y para quienes el agua, al menos inicialmente, es una opción indeseable. Sin embargo, se ha observado que el consumo autodeclarado de refrescos edulcorados artificialmente y los azucarados ha disminuido en los Estados Unidos, lo que sugiere que es factible reducir la ingesta de SSB sin sustituirlas necesariamente por LCS. Por lo tanto, dentro de las recomendaciones de este estudio están fomentar el consumo de otras alternativas a las bebidas azucaradas, centrándose en agua (simple, carbonatada y con sabor no edulcorado).
En resumen, existen escasas pruebas de ECA acerca de los efectos a largo plazo de un consumo de bebidas bajas en calorías sobre la salud y resultados clínicos, como enfermedades cardiometabólicas y mortalidad. El ECA más largo disponible proporcionó bebidas LCS a niños de 4 a 11 años de edad durante 18 meses. Por otro lado, existe evidencia de estudios a corto plazo que sugiere que la sustitución de las SSB por LCS podría ayudar en el manejo del sobrepeso y la obesidad, particularmente entre los individuos de alto riesgo con niveles nocivos de grasa visceral o ectópica.
