Contextos sociales que sustentan el consumo de alcohol
Para poder replicar el contexto, investigadores usaron simulaciones de audio para elicitar las motivaciones de la ingesta.
El consumo excesivo de alcohol es un enorme problema entre los estudiantes universitarios de muchos países. Alrededor del 49% declaran haber tenido uno o más problemas al consumir alcohol, incluyendo la realización de actividades de las que luego se arrepienten, como las relaciones sexuales sin protección o las actividades que provocan lesiones físicas.
Los jóvenes suelen consumir alcohol en contextos sociales entre iguales, y una gran cantidad de investigaciones han demostrado los efectos del contexto social y del consumo entre iguales, sobre los niveles individuales. Cada vez hay más pruebas que sugieren que los procesos sociales desempeñan un papel importante en la escalada del consumo de alcohol y contribuyen al desarrollo de trastornos.
Investigadores de la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos) llevaron a cabo un estudio en el que seha indagado cómo el cerebro de los bebedores sociales respondía a las señales asociadas a las situaciones o lugares que fomentan el consumo de alcohol, mientras tomaban bebidas alcohólicas o no alcohólicas.
Se sabe que el entorno social de las personas desempeña un papel crucial en el desarrollo y la escalada del abuso del alcohol, así como de otras adicciones. Por ello, el equipo se propuso explorar el impacto de los contextos sociales en las activaciones relacionadas con el alcohol en los cerebros de los adultos jóvenes.
Mientras estaban en un escáner de IRMf, los participantes escucharon simulaciones de audio de contextos sociales en los que es típico beber (por ejemplo, una conversación en una fiesta de cumpleaños) y vieron imágenes. Luego recibieron una oferta de agua o cerveza escrita en la pantalla. Tras completar un formulario, participaban en una sesión de bebida social con otra persona que en realidad era un experimentador sin que el participante lo supiera.
Durante el experimento, se recopilaron datos de resonancia magnética funcional, lo que permitió comprender qué partes del cerebro de los participantes se activaban cuando estaban expuestos a las señales (es decir, las grabaciones de audio) y tenían un comportamiento de consumo de alcohol. Además, midieron la cantidad de alcohol que bebían, en presencia del experimentador "encubierto", que bebía o no bebía alcohol.
Se encontraron asociaciones entre las medidas de consumo de alcohol y la actividad cerebral durante la exposición a contextos sociales, independientemente de la bebida que se les ofreciera, lo que indica que los contextos sociales relevantes para el consumo pueden actuar como señales fásicas relevantes para el alcohol. También descubrieron que las ansias de alcohol de los participantes y la actividad cerebral asociada a esta se acentuaba cuando se les presentaban señales relacionadas con el contexto social, independientemente de que se les ofreciera agua o una cerveza.
En general, estos resultados sugieren que algunos contextos sociales pueden hacer que las personas tengan ganas de beber alcohol, independientemente de que lo consuman otros y de qué se les ofrezca.
