Oncología
Análisis sanguíneo predice regresión de la leucemia
La detección a nivel de ARN de un gen anómalo relacionado con la patología, permite identificar de forma fiable a pacientes que se encuentran en mayor riesgo de reincidencia, lo que contribuye al seguimiento y determinación del estado de la complicación de la médula ósea.
A pesar de la heterogeneidad molecular del riesgo estándar de la leucemia mieloide aguda (LMA), las decisiones de tratamiento se basan en un número limitado de predictores genéticos y evaluaciones de remisión basadas en la morfología. La detección de un marcador específico de la patología (por ejemplo, una mutación en el gen que codifica la nucleofosmina [NPM1]) podría mejorar el pronóstico de la regresión mediante la identificación submicroscópica de la enfermedad.
David Grimwade y colegas de diversos centros médicos y hospitales de Reino Unido, utilizaron la técnica de reacción en cadena de la polimerasa cuantitativa con transcrpción reversa (qRT-PCR, por sus siglas en inglés) para detectar los ARN mensajeros (transcritos) del gen NPM1 [enfermedad residual mínima (ERM)], que en pacientes con la complicación se encuentra mutado. Las 2.569 muestras disponibles fueron obtenidas a partir 346 pacientes con LMA y que se habían sometido a un tratamiento intensivo previo. Adicionalmente, se utilizó un panel de 51 genes personalizados para realizar secuenciación específica de 223 muestras obtenidas en el diagnóstico y 49 muestras recolectadas en el momento de la recaída. Por último, las mutaciones asociadas con clones preleucémicos fueron rastreados por medio de una PCR digital.
El análisis del perfil molecular remarcó la complejidad de la LMA con alteraciones en el gen NPM1, causando la segregación de pacientes en más de 150 subgrupos, impidiendo así la predicción de resultados fiables. En contraste, la determinación de la condición residual mínima fue más informativa. Los resultados mostraron que los transcritos de NPM1 mutado en la sangre persistieron en el 15% de los individuos después del segundo ciclo de quimioterapia. Esto se asoció, por un lado, con un mayor riesgo de recaída después de 3 años de seguimiento en comparación a la ausencia de tales transcritos (82% contra 30 %; R = 4,80; IC del 95%: 2,95 - 7,80; P <0,001), mientras que por otro lado, también se vinculó con una menor tasa de supervivencia (24% versus 75%; R = 4,38; IC del 95%: 2,57 - 7,47; P <0,001). La presencia de ERM fue el único factor de pronóstico independiente de muerte en análisis multivariables (R = 4,84; IC del 95%: 2,57 - 9,15; p <0,001). Complementariamente, estos resultados fueron validados en una cohorte independiente. En el monitoreo secuencial de la ERM, la reincidencia se predijo de forma fiable por la elevación del nivel de transcritos de NPM1 anómalo. Finalmente, aunque las mutaciones asociadas con clones preleucémicos permanecieron detectables durante la remisión en curso tras la quimioterapia, se determinaron las alteraciones de NPM1 en 69 de 70 pacientes al el momento de la recaída, proporcionando un mejor marcador del estado de la patología.
En conclusión, la presencia de la enfermedad residual mínima, determinada por cuantificación de transcritos de NPM1 mutado, provee poderosa información de pronóstico, independiente de otros factores de riesgo.
