Cirugía
La hiperglucemia persistente predice resultados negativos en pacientes traumatizados
Es reconocida la respuesta hipermetabólica al estrés después de una lesión grave. Se ha demostrado que la hiperglucemia está asociada íntimamente a esta respuesta, algunos estudios han concluido recientemente que una terapia agresiva con insulina reduce notoriamente la morbilidad y mortalidad, señalando también los potenciales efectos negativos de la condición en el paciente gravemente dañado. Otras investigaciones han determinado que niveles séricos elevados de glucosa en individuos traumatizados pueden ser un predictor significativo para este tipo de personas. Lamentablemente, todos los estudios mencionados han evaluado solamente la glucosa sérica en el momento de la admisión, por tanto el objetivo de cirujanos norteamericanos (Universidad de Maryland, Baltimore), fue evaluar si la hiperglucemia persistentemente elevada tiene valor predictivo en pacientes críticamente traumatizados en cuanto a morbilidad y mortalidad
Los autores recogieron diariamente los datos de 942 personas traumatizadas y admitidas en la UCI durante dos años. Los individuos eran clasificados según el nivel de glucosa a partir del día 1 al 7 (bajo = 0-139 mg/dL, medio = 140-219 mg/dL y alto = 220 mg/dL) para edad, género y al grado de severidad del trauma. El resultado fue evaluado por los días de ventilación mecánica, infección, días de hospital, de UCI y de mortalidad.
El 71% fueron víctimas de traumatismos cerrados. La mayoría (el 74%) tenía promedio de severidad de 21.3 ± 15. El 41% de los pacientes adquirió una infección. Al controlar para la edad, la severidad y patrones de glucosa, los pacientes con hiperglucemia alta, empeorada y altamente variable tuvieron que estar más tiempo en el hospital, en la UCI, con ventilador mecánico, además de tener mayores riesgos de infección y mortalidad (p < 0.01).
En conclusión, los pacientes traumatizados con hiperglucemia persistente tienen una probabilidad notoriamente mayor de morbilidad y de mortalidad.
Fuente bibliográfica
J Trauma. 2005 May; 58(5):921-4