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07 Junio 2004

Pediatría

La lactancia materna exclusiva durante el primer año de vida aumenta la supervivencia infantil

Los lactantes entre 28 días y 12 meses de edad que son amamantados tienen una posibilidad promedio de morir de un veinte por ciento más baja que aquellos niños que no lo son. Además, una lactancia materna más larga también se ve relacionada a un menor riesgo de mortalidad.

En los países en vías de desarrollo, el amamantamiento protege contra la diarrea y las enfermedades respiratorias, causas importantes de muerte infantil, mientras que en países desarrollados, donde las enfermedades infecciosas explican una proporción menor de la mortalidad infantil, su efecto en la mortalidad, si lo hay, aún no está claro. Existe una variada literatura sobre las ventajas de la lactancia para el niño y la madre, pero casi todos los datos contemporáneos de los EE.UU. se refieren a morbilidad o a causas específicas de muerte, tal como el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL). En Gran Bretaña, durante los años 70, se encontró que los infantes de madres con intención de amamantamiento, presentaban mortalidades más bajas por causas "prevenibles", como las enfermedades infecciosas, los traumas y el mismo SMSL, pasados ya los 2 años de vida. El conocimiento de que si el amamantamiento concede ventajas de supervivencia es un aspecto importantísimo por motivos propios, pero las políticas o recomendaciones referentes a sus peligros potencialmente mortales, tal como la exposición al virus de la inmunodeficiencia humana o a la de agentes químicos carcinógenos en la leche, requiere también una cierta estimación de riesgo-beneficio.

Estudiar los efectos “saludables” de la lactancia materna presenta algunos problemas de inferencia extensamente reconocidos. Además del control de las variables de confusión por paridad, edad materna, peso de nacimiento y otros factores que están plausiblemente asociados a la decisión de amamantamiento y al bienestar del infante, hay un problema especial de causalidad reversa, ya que los niños que nacen enfermos pueden no poder lactar y aquellos que más adelante desarrollan alguna enfermedad pueden parar, los infantes que lactan pueden parecer más sanos porque la enfermedad, especialmente la mortal, evita la lactancia más que porque el amamantamiento prevenga una patología. Los métodos recomendados para ocuparse de este problema son excluir las muertes que ocurren en el período neonatal y asignar categorías de alimentación de cómo se alimentó al niño en una cierta hora antes de que ocurriera la muerte, además, los lactantes que mueren de anomalías congénitas o de tumores malignos pudieron no haber podido iniciar la lactancia, y es inverosímil pensar que sus muertes sean prevenibles mediante la lactancia debiendo de ser excluidos. Estas tácticas no excluyen totalmente la causalidad reversa, pero deberían reducir al mínimo sus efectos.

A. Chen y WJ Rogan, epidemiólogos del “National Institute of Environmental Health Sciences” que acaban de publicar sus datos en la revista Pediatrics, analizaron la asociación entre la lactancia materna y la muerte postnatal, para ello utilizaron muestras representativas de 1.204 infantes que murieron entre los 28 días y el primer año de vida (con excepción de aquellos fallecidos por anomalías congénitas o tumores malignos) y de 7.740 niños que al año aún vivían (controles). Calcularon entonces las probabilidades promedio de riesgo para siempre/nunca de amamantamiento en todos los niños, observando además la duración de los efectos.

Según los resultados del estudio, los niños que siempre fueron amamantados tenían un riesgo 0.79 menor de morir (0.67- 0.93, con un intervalo de confianza del 95%) comparados con los que nunca amamantaron en el período postnatal. Una lactancia materna más larga también estuvo asociado a un riesgo más bajo. Los cocientes de riesgo relativo para causa de muerte variaban desde un 0.59 (0.38-0.94) para lesiones y traumas hasta un 0.84 (0.67-1.05) para el síndrome de muerte súbita del lactante.

Finalmente, las conclusiones del artículo señalan que el amamantamiento se puede asociar a una reducción del riesgo para muerte postnatal y que estos datos demuestran una fuerte estimación y un control de los factores de confusión, pero que los efectos de la leche materna y de la lactancia no se pueden separar totalmente de otras características de la madre y del niño. Asumiendo la causalidad, sin embargo, la promoción del amamantamiento tiene el potencial de ahorrar o retrasar aproximadamente 720 muertes postnatales en los Estados Unidos cada año.

Fuente bibliográfica

Pediatrics 2004 May; 113(5):e435-439

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