Epidemiología
Los ejercicios mejoraran el síndrome postrombótico
El síndrome postrombótico crónico se desarrolla en hasta la mitad de los pacientes con trombosis venosa profunda y se asocia con diferentes combinaciones de dolor en las piernas, pesadez, hinchazón, edema, hiperpigmentación y venas varicosas colaterales. En casos graves, se da la lipodermatoesclerosis y las úlceras venosas. Estos pacientes suelen tener afectada sustancialmente la calidad de vida. Dado que se carece de tratamientos efectivos, se necesitan nuevos enfoques para su manejo. El ejercicio físico es un tratamiento eficaz para la claudicación arterial y también puede mejorar el síndrome postrombótico. Los posibles mecanismos incluyen mejora de la resistencia debido a la mayor capacidad aeróbica, reducción del esfuerzo muscular, menos hinchazón y malestar, y la optimización de la función musculoesquelética a través de una mayor flexibilidad de las articulaciones de tobillo y rodilla.
Docentes de la Universidad McGill, en Montreal, Canadá, realizaron un ensayo en dos centros para evaluar la viabilidad de un programa de ejercicios de seis meses para tratar el síndrome postrombótico y obtener datos preliminares sobre su eficacia. Los pacientes fueron aleatorizados para recibir entrenamiento o tratamiento control (una sesión educativa). Los niveles de elegibilidad, consentimiento, adherencia y retención, se utilizaron como indicadores de viabilidad. Los resultados primarios fueron el cambio de la calidad de vida específica a la enfermedad y la severidad del síndrome postrombótico en el grupo con ejercicios versus el control. Los resultados secundarios fueron el cambio en la calidad de vida genérica, categoría de la gravedad del síndrome postrombótico, fuerza de las piernas, flexibilidad de las piernas y tiempo en la cinta rodante.
De 95 pacientes con síndrome postrombótico, 69 años fueron elegibles, 43 con consentimiento se aleatorizados, y 39 completaron el estudio. El ejercicio físico se asoció con una mejoría en las puntuaciones de la calidad de vida (los ejercicios produjeron un cambio promedio de 6.0, desviación estándar [DE] 5,1, versus el cambio promedio del grupo control de 1.4, DE 7.2; diferencia de 4.6, IC del 95%: 0,54 a 8,7, p = 0,027) y mejoró las puntuaciones en la escala de Villalta (ejercicios -3.6, SD 3,7, versus el control -1.6, DE 4.3, p = 0,14; diferencia de -2.0, IC del 95%: -4,6 a 0,6). La mayoría de los resultados secundarios también mostraron una mayor mejora en el grupo de intervención.
Finalmente, esta publicación concluye que el ejercicio físico puede mejorar el síndrome postrombótico. Sería posible evaluar definitivamente a los ejercicios como tratamiento a través de un ensayo multicéntrico de gran tamaño.
