Osteoporosis
Terapia hormonal combinada: los riesgos atribuidos a este tipo tratamiento superarían sus beneficios
Durante el año 2002 finalizó en los Estados Unidos un estudio realizado por la Women´s Health Iniciative (WHI), que había evaluado la combinación de hormonas de mayor uso en USA: 0,625 mg de estrógenos conjugados y 2,5 mg de acetato de medroxiprogesterona, para tratar de demostrar si esta composición podía ser útil en el largo plazo en prevención de trastornos de la menopausia en una muestra de mujeres sanas.
Pero este estudio multicéntrico se interrumpe antes de lo planificado, debido al incremento en el riesgo de cáncer de mama y en la falla de la prevención o mejoría de enfermedad cardiovascular. Los datos clínicos se obtuvieron después de 5.2 años de observación en un grupo de 16.608 mujeres entre los 50 y 79 años de edad (JAMA 2002; 288: 321-333). El estudio WHI fue el primer ensayo sobre prevención primaria de terapia de reemplazo hormonal a largo plazo en mujeres postmenopáusicas sanas comparado contra placebo. Se le consideró como un estudio de incalculable validez científica y sus resultados han permitido realizar otros ensayos similares, descansando estos en la evaluación particular de riesgo-beneficio.
Es así como Jane Cauley y colaboradores del Departamento de Epidemiología de la Universidad de Pittsburgh, EEUU, acaban de publicar en la misma revista (JAMA 2003; 290:1791-1738) los efectos de la terapia conjugada estrógeno más progestina, sobre la reducción relativa del riesgo de fractura, la densidad mineral ósea y finalmente sus consecuencias asociadas.
Ellos consideraron a los mismos participantes enmarcados en el estudio original WHI, es decir, a más de 16.608 mujeres entre 50 y 79 años de edad, con útero intacto, reclutadas de 40 centros clínicos en los Estados Unidos, con un seguimiento en promedio de 5.6 años, más de la mitad de las cuales recibió terapia hormonal de reemplazo, THR (8506) y la otra placebo (8102).
De acuerdo a sus resultados, 733 mujeres (8.6%) en el grupo de THR y 896 mujeres (11.1%) en el grupo control experimentaron algún tipo de fractura durante el periodo de 5.6 años (cadera, muñeca, extremidades inferiores o vertebral). El efecto no hizo diferencias entre las mujeres estratificadas por edad, por índice de masa corporal, por ser fumadoras, por caídas, por antecedentes familiares y personales de fractura, por calcio ingerido, por uso previo de hormonas, por la DMO o por la cuenta sumaria de riesgo de fracturas. La densidad mineral ósea de cadera aumentó en un 3.7% después de 3 años de tratamiento con estrógeno más progestina, comparada con un 0.14% en el grupo placebo. Pero la relación entre el efecto del tratamiento y el riesgo de fractura representado por el “índice global”, no evidenció un beneficio neto. Contrariamente, en el grupo de intervención mostró un significativo incremento de hasta un 15% en el índice global de todos los eventos adversos, incluidos cardiopatía coronaria y cáncer de mama invasor, indicando más daño que beneficio en las mujeres aleatorizadas bajo estrógeno-progestina.
En conclusión, para los autores del ensayo clínico, éste demuestra que si bien la utilización combinada de estrógeno más progestina incrementa la densidad mineral ósea y reduce el riesgo de fractura en mujeres sanas posmenopáusicas, en razón de los efectos colaterales de la terapia hormonal combinada en un modelo global, no habría una ventaja neta ni beneficios importantes en aquellas mujeres consideradas sanas, con alto riesgo de fractura ósea, ya que por el contrario, aumenta potencialmente el riesgo de enfermedad cardiovascular y cáncer de mama.
De acuerdo a los autores, su desfavorable relación riesgo-beneficio y la disponibilidad de otros agentes para la prevención y el tratamiento de la osteoporosis, desaconsejan la utilización de este esquema de manejo.
Fuente bibliográfica
JAMA 2003; 290:1791-1738