TDAH o manía: la diferencia está en los genes
Científicos de la Baylor College of Medicine de Texas investigaron en ratones y humanos la base genética de la conducta maníaca. Las conclusiones podrían ayudar encontrar tratamientos apropiados para estos pacientes.
Henry Ey, el destacado psiquiatra y psicoanalista francés, conocido para haber trabajado para acercar la psiquiatría con el psicoanálisis, en su Tratado de Psiquiatría definió a la manía –cuya palabra viene del griego antiguo y significa locura, demencia o estado de furor- como “un estado de hiper excitación de las funciones psíquicas caracterizado por la exaltación del humor y el desencadenamiento de las pulsiones instintivo afectivas”.
Este trastorno se caracteriza por un estado emocional activo, excitación extrema, exaltación excesiva, hiperactividad, agitación, verborrea, fuga de ideas, intensa actividad psicomotora, atención inestable y, algunas veces, comportamiento violento, destructivo y autodestructivo. Esta liberación desordenada y excesiva se manifiesta por igual en los dominios psíquicos, psicomotor y neurovegetativo, lo que provocaría la fenomenología propia de esta patología.
Forma parte de los trastornos del ánimo, constituyendo una de las fases del trastorno bipolar, que se puede presentar desde los 15 años de edad, aunque su mayor incidencia se ubica entre los 25 y 35 años. Afecta más a los hombres en proporción de dos a uno; y en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH),
Hasta antes del siglo XVIII el término era sinónimo de locura. Sólo a partir de los trabajos de los psiquiatras franceses Philippe Pinel (1802) y, posteriormente, Jean Étienne Dominique Esquirol (1816), la noción de manía comenzó a ser comprendida como una “crisis” que, luego con los trabajos de Jean-Pierre Falret, Jules Gabriel François Baillarger, y Emil Kraepelin (1899) inician los conceptos más modernos de la enfermedad maníaco-depresiva.
Si bien aún se desconoce la causa de la manía, se la ha relacionado con una tendencia hereditaria, lo cual no es del todo determinante. Se sabe que existen alteraciones en ciertos neurotransmisores que producen estos cambios de conductas. De hecho, un reciente estudio publicado por la revista Nature (Nature 503, 72–77, Nov 2013) destaca que la sobreexpresión del gen SHANK3 puede estar detrás del comportamiento maníaco en el trastorno bipolar y del trastorno por déficit de atención.
Los autores, liderados por la doctora Huda Zoghbi, usando algunas de las técnicas más avanzadas en genética y biología celular, concluyeron que las causas de la manía podrían esconderse tras la sobreexpresión de SHANK3, un gen con un papel importante en la función cerebral.
La especialista, cuyos descubrimientos han abierto nuevas formas de pensar sobre los trastornos neurológicos más comunes, incluyendo el autismo, la discapacidad intelectual y la enfermedad de Parkinson, explicó que “SHANK3 codifica una proteína que funciona en la sinapsis, el punto de comunicación entre las neuronas. Sus mutaciones y las pérdidas de un fragmento de ADN de un cromosoma se han asociado con autismo, discapacidad intelectual y esquizofrenia. Y el aumento en la cantidad de SHANK3 podría ser también perjudicial para la función neuronal”.
Las observaciones en ratones, mostraron que aquellos que sobre expresaban SHANK3 presentaban convulsiones y comportamientos maníacos como hiperactividad, hipersensibilidad a la anfetamina y ritmos circadianos anormales. Y al analizarlo de manera detallada con ensayos bioquímicos y electrofisiológicos se observó que las neuronas de estos ratones tenían una actividad eléctrica anormal, producto de los cambios experimentados en las sinapsis.
Luego de un tamizaje de bases de datos clínicos, se encontraron registros de dos personas con trastornos neuropsiquiátricos, uno bipolar y el otro con TDAH, que tenían duplicaciones en la región cromosómica que contiene SHANK3.
Después de probar varios tratamientos, los investigadores suministraron a los ratones un anticonvulsivo y estabilizador de humor utilizado para tratar el trastorno bipolar y la epilepsia. Sorprendentemente, el fármaco invirtió los efectos psiquiátricos, por lo que los resultados sugieren que el exceso de proteína SHANK3 provocaría algún tipo de daño.
Este trabajo es uno de los primeros en explorar, en forma integral, la importancia de la dosis génica en enfermedades neurológicas en ratones, porque abordó los fundamentos de estos trastornos en todos los frentes, desde la psicofarmacología hasta genómica humana.
Los resultados alcanzados mejoran la comprensión de los mecanismos que contribuyen al desarrollo de estos trastornos neuropsicológicos y al tipo de tratamientos que podrían ser aplicados en este tipo de pacientes, por lo que es una nueva puerta para la selección apropiada de una terapia a futuro.
Estos hallazgos hacen hincapié en la importancia de la realización de investigaciones sobre los efectos de la duplicación de genes, un área poco estudiada por los médicos y genetistas que, hasta ahora, se han concentrado más en los efectos de las mutaciones y deleciones de genes, dejando en segundo plano este otro tipo de alteraciones.
