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06 Noviembre 2017

Presbiacusia: biomarcador del alzhéimer

Si bien varios estudios epidemiológicos han demostrado esta asociación, hoy se sabe que el estrés crónico sería un factor de riesgo importante y aceleraría la aparición de esta patología y de la demencia entre una a dos décadas.

La demencia y la pérdida de la audición son condiciones neurológicas altamente prevalentes en adultos mayores y cada una de ellas tiene un impacto considerable en la calidad de vida de este grupo etario.

La presbiacusia es una condición que se presenta cuando las personas comienzan a tener una pérdida de la capacidad auditiva por envejecimiento. Se inicia en forma paulatina e imperceptible, pero luego de unos años llega a comprometer la capacidad para entender el habla. 

Esta restricción se puede presentar tempranamente, en personas de 35 a 45 años. Si bien en esta etapa no es tan significativa, su evolución es progresiva y en la medida que se va envejeciendo puede cambiar a un estado más agudo.

Se estima que cerca del 30 por ciento de los adultos mayores de 60 años tiene algún tipo de pérdida auditiva, aumentando hasta un 90 por ciento en quienes superan los 80 años. A pesar de estas cifras, es una enfermedad poco diagnosticada por el desconocimiento de los pacientes a consultar y por el temor a usar una ayuda auditiva.

La presbiacusia provoca incomunicación del paciente con su entorno y con quienes lo rodean, esto –al mismo tiempo- le genera inseguridad, temor a comunicarse, aislamiento social y familiar y, en muchos casos, depresión.

Dentro de los factores de riesgo relacionados con la vejez destacan la exposición crónica a ruido, tabaquismo, uso de medicamentos tóxicos para el oído, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, malnutrición, trastornos metabólicos e historial familiar de sordera.

Según datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del cinco por ciento de la población mundial sufre alguna discapacidad en la audición; y según estas mismas cifras, una tercera parte de los adultos mayores padece algún grado de esta patología.

Sin embargo, este hecho no es aislado para la salud de un adulto mayor, ya que puede ser el primer síntoma de demencia y de su forma más común: el alzhéimer.

La enfermedad de Alzheimer es un tipo de lesión cerebral orgánica frecuente a partir de los 65 años, que afecta a las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje y que se caracteriza por episodios de confusión, desorientación, intranquilidad, agnosia, incapacidad para llevar a cabo movimientos intencionados y alucinaciones.

No se trata de un deterioro intelectual propio de la tercera edad, sino que de una patología que origina cambios en la conducta y en la personalidad de hombres y mujeres con igual frecuencia. 

Un creciente cuerpo de literatura médica sugiere que estas condiciones estarían interrelacionadas y que la pérdida auditiva puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de demencia en adultos mayores. (DOI: 10.1002/lio2.65)

Aunque varios estudios epidemiológicos han demostrado esta asociación, el vínculo causal no se ha podido establecer todavía. Pero se han identificado varios medios posibles. Una línea explicativa se basa en el impacto de la pérdida de audición en el procesamiento cortical, que aumentaría la carga cognitiva, desviando recursos hacia el procesamiento auditivo a expensas de otros procesos cognitivos como la memoria de trabajo. (DOI: 10.1684/pnv.2015.0539)

Otra hipótesis que se baraja es que la pérdida de audición conduce al aislamiento social, factor que se ha demostrado contribuye a la demencia. (DOI: 10.1097/PSY.0b013e31827f09cd). Y la tercera explicación que los investigadores consideran importante es que la audición y la cognición dependen de recursos neurocognitivos compartidos, y se relacionan entre sí de varias maneras diferentes. (DOI: 10.1016/j.arr.2015.06.002).

“Con el avance de la presbiacusia, si una persona antes entendía el 70 por ciento de una conversación, después sólo podrá escuchar menos del 60 por ciento. Entonces, es una patología que pese a la existncia de la pérdida auditiva es diferente a otras enfermedades relacionadas con la audición, donde las personas no escuchan completamente nada”, señaló el bioquímico y doctor en ciencias biomédicas Alexies Dagnino Subiabre, director del Laboratorio de Neurobiología del Estrés de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso (UV) y académico del Programa de Magíster en Neurociencia de la misma casa de estudios.

“En este caso, explicó, dejas de escuchar, pero el entorno, e incluso la persona misma, no se dan cuenta de la condición, dado que finalmente el afectado logra entender lo que está hablando el resto”.

Para los científicos que estudian el funcionamiento del sistema nervioso central y los profesionales clínicos del área, la presbiacusia se ha convertido en el biomarcador -la señal de alerta temprana- de la aparición de alzhéimer y demencia.

De hecho, fue uno de los temas más comentados en el taller From presbycusis to dementia: a basic and clinical approach, realizado hace algunas semanas en Valparaíso y que organizó Proyecto Anillo de Ciencia y Tecnología 1403 –que desarrollan en forma conjunta investigadores de las Universidades de Valparaíso y de Chile- que está encabezando el primer estudio piloto en humanos sobre presbiacusia, estrés, demencia y alzhéimer, con el cual están midiendo marcadores en pacientes que presentan estas patologías. 

“El estrés estaría involucrado en el desarrollo de la presbiacusia y también sería un factor de riesgo importante en la aparición de demencia y alzhéimer, dado que aceleraría el deterioro generado por la pérdida auditiva”, comentó el investigador. 

De hecho, agregó, “este hallazgo fue publicado por el doctor Frank Lin, otorrinolaringólogo y epidemiólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins de Baltimore”, quien fue uno de los invitados al evento científico que, por primera vez, se realizó en la ciudad puerto y que permitió correlacionar investigación de ciencia básica con estudios clínicos.

El doctor Lin expuso algunos de los resultados desarrollados junto a su equipo de trabajo, quienes durante 18 años realizaron un completo seguimiento a cerca de mil pacientes para comprobar esta correlación. (DOI: 10.1016/j.trci.2017.06.003)

“Los investigadores de Baltimore demostraron que la mayoría de los pacientes que habían desarrollado demencia en su historia clínica de 20 años presentaron la condición de presbiacusia. Por lo que cabe preguntarse qué pasaría si esta condición se presenta a los 40 años, ¿la demencia podría desarrollarse unos treinta años después?”, enfatizó el académico.

Aunque cada día se sabe más sobre la enfermedad de Alzheimer, todavía se desconoce la causa exacta de la misma y no se dispone de un tratamiento eficaz. Sin embargo, los actuales estudios que se están elaborando con respecto a los biomarcadores podrían alertar sobre cómo el estrés crónico aceleraría la aparición de estas patologías neurodegenerativas en un período de una a dos décadas.

Por Carolina Faraldo Portus

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