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31 Agosto 2020

Los errores en el teatro de la mente

Las alucinaciones son más frecuentes entre la población general de lo reportado. Aunque a menudo se asocian con trastornos mentales, en algunos casos se deben a "trucos" de la mente.

Por largo tiempo, los déficits de la percepción -como las alucinaciones, que aparecen en ausencia de estímulo, pero dando la sensación a quien la padece de que son completamente reales- se asociaron a síntomas de esquizofrenia, depresión, epilepsia, tumores, consumo de sustancias e incluso con momentos de estrés o ansiedad. 

En otras culturas, fueron consideradas un regalo de los dioses o las musas, pero ahora parecen tener un significado funesto, como presagio de trastornos mentales o neurológicos graves. Sin embargo, no siempre están condicionadas, pues las personas pueden ser, por muchos otros motivos, víctimas de una perturbación en su modo de ver e interpretar la realidad por distorsiones o engaños de la mente.

Los seres humanos captan la información del entorno a través de la percepción, un proceso con el que organizan e interpretan las impresiones de sus sentidos para así establecer un significado, que ayuda a adquirir conocimiento para adaptarse a diversas situaciones. 

Si bien esta mecánica se da entre el receptor y objeto percibido dentro de un contexto, a veces, este aprendizaje final puede llegar a ser muy diferente de la realidad objetiva, ya que está influenciada por la actitud, personalidad, motivación, interés, experiencias y expectativa del individuo. Y, además, por la relación de lo que se está mirando con el entorno, momento, atención, ubicación o cualquier tipo de factor situacional.

En 2009, el neurólogo inglés Oliver Sacks señalaba que las alucinaciones correspondían a una alteración del funcionamiento cerebral. “Vemos a través de los ojos, pero también lo hacemos con el cerebro lo que, a menudo, se denomina imaginación. Estamos familiarizados con esos ‘paisajes interiores’. Vivimos con ellos toda la vida. Pero también existen las alucinaciones, que son muy distintas. Estas no parecen ser de nuestra propia creación y no las podamos controlar. Vienen del exterior para imitar a la percepción”.

En una charla TED sobre qué revelan las alucinaciones de nuestra mente, el autor presentó el caso clínico de una señora ciega de 95 años que estaba tremendamente contrariada, porque de un día para otro comenzó a tener visiones a color y con movimiento de gente, animales y cosas ajenas a ella. Sentía que estaba volviéndose loca. El diagnóstico del doctor Sacks fue claro: estaba sufriendo el síndrome de Charles Bonnet (SCB), un tipo de alucinación visual que había sido descrita por el biólogo y fisiólogo del mismo nombre en el siglo XVIII.

Cuando un sujeto pierde parte o toda su visión debido a enfermedades como la degeneración macular, glaucoma o retinopatía diabética, el sistema visual no puede procesar nuevas imágenes. Al ocurrir esto, el cerebro llena ese vacío generando o recordando imágenes almacenadas. Esta es la causa de las manifestaciones alucinatorias en el SCB.

Lo interesante es que este mismo “truco” mental lo experimentan quienes han perdido la audición. “Aproximadamente  10% de los individuos con discapacidad visual y auditiva padece alucinaciones, pero no más de 1% las reconoce por miedo a un diagnóstico equivocado de locura”. 

Las sensaciones subjetivas propias del SCB son alteraciones que aparecen y desaparecen repentinamente; muy distintas de las alucinaciones psicóticas, que se presentan de forma interactiva y suelen tener un sentido humillante o de culpa.

Siguiendo esta línea y reafirmando la postura del doctor Sacks, un estudio del Royal College of Surgeons de Irlanda en conjunto con la Universidad de Maryland en Baltimore sugiere que las experiencias alucinatorias en personas sin trastornos psicóticos son más comunes de lo que los científicos pensaban [1].

Los autores utilizaron datos de la Encuesta de morbilidad psiquiátrica en adultos, centrándose en una muestra representativa a nivel nacional de 7.403 ingleses de 16 años o más con y sin diagnóstico de enfermedad mental.

Para establecer quiénes en este cluster ya habían sufrido alucinaciones auditivas y visuales, se utilizó el Cuestionario de detección de psicosis donde una de las preguntas a las que prestaron especial atención fue: Durante el año pasado, ¿ha habido ocasiones en las que escuchó o vio cosas que otras personas no pudieron?

Descubrieron que 4,3% de los participantes reportó este tipo de manifestaciones en el último año. De ellos, 22% tenía problemas de salud mental y más del 10% sufría de ansiedad general. Y los pacientes con trastornos límite de la personalidad, que a menudo se describen con alucinaciones, no parecieron sufrir más de estos síntomas que los sujetos con otras patologías.

“Existe una idea general en psiquiatría de que estas expresiones de la mente son una característica de la psicosis, pero cuando analizamos una amplia gama de enfermedades mentales, descubrimos que también se puedan expresar en individuos que cursan depresión o ansiedad”, explica el doctor Ian Kelleher del Royal College of Surgeons en Irlanda y uno de los autores del trabajo. 

“Estos desvaríos, agrega, pueden ser experiencias aterradoras y pocas personas hablan abiertamente de ello. Nuestra investigación es valiosa, porque muestra a los pacientes y a la comunidad médica que estos síntomas no están necesariamente asociados con desórdenes mentales y rompe el tabú que rodea a las alucinaciones”. 

Actualmente los estudios de neuroimagen, como la resonancia magnética, han permitido localizar las áreas que se activan durante las alucinaciones, lo que brinda un sustento neuroanatómico a la teoría de Sacks, quien propuso una mirada carente de estigmatización y con una fuerte base científica para ayudar a desestimar su relación lineal con la locura.

Hace 250 años, Charles Bonnet se preguntaba cómo el “teatro de la mente”, como él llamaba a estas expresiones subjetivas repentinas, se podía interpretar gracias a la “máquina cerebral”. Casi tres siglos más tardes y con los avances de la ciencia es posible vislumbrar la complejidad del proceso de percepción cuando se manifiestan errores sin un objeto aparente que en su gran mayoría son benignos.

Referencia
[1] Kelleher I, DeVylder JE. Hallucinations in borderline personality disorder and common mental disorders. Br J Psychiatry. 2017;210(3):230-231. 

Por Carolina Faraldo Portus

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