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11 Julio 2016

La enfermedad símbolo de la civilización

Las caries son la complicación dental más común en el mundo moderno y principal causa de pérdida dentaria, acompaña al hombre desde la Prehistoria, incluso antes de que se asentara y descubriera la agricultura.

Hace unos 12 mil años, el modo de vida de los seres humanos comenzó a transformarse radicalmente. La caza y la recolección, ocupaciones depredadoras diarias del hombre, se sustituyeron lentamente por otras de índole productiva, como la domesticación de animales y el cultivo de la tierra. La agricultura dio paso un nuevo periodo de la Prehistoria, el Neolítico, que marcó e influenció a las primeras civilizaciones.

Entre los años 8.000 y 3.000 a.C., las poblaciones de bandas de pastores comenzaron a asentarse, dejaron las montañas y bajaros a las tierras de los valles, donde surgieron las primeras manifestaciones de actividad agrícola, que no sólo provocó un crecimiento demográfico, sino que trajo consigo una serie de consecuencias sociales y culturales. Una de ellas: la aparición de caries, que fue co-evolucionando con el hombre hasta nuestros días; y con ella su principal causante, la bacteria Streptococcus mutans.

La caries dental se produce como consecuencia del proceso dentario patológico destructivo, que deriva de la interacción de alimentos, especialmente almidón y azúcar, con las bacterias implicadas en la formación de la placa dental. Ese material se adhiere a la superficie de los dientes y proporciona el medio para el crecimiento bacteriano y la producción de ácidos orgánicos que causan rupturas en la vaina del esmalte de los dientes. Si esta infección no se trata, termina ocasionando cavidades profundas e infección en los dientes. Se la considera dentro del grupo de enfermedades crónicas complejas y es la principal causa de pérdida dentaria.

Cuando el hombre neolítico comenzó a consumir pescado horneado, ahumado o asado; y cambió raíces, semillas y pastos por trigo, maíz y arroz, sus dientes y encías sufrieron una grave transformación: los molares, antiguos compañeros de toda la vida, comenzaron a caerse; las encías a inflamarse; y los abscesos dentales se fueron haciendo comunes. Para muchos investigadores, este fue el costo de asumir la civilización. 

La bacteria Streptococcus mutans es exclusiva de la cavidad bucal humana y forma parte de la placa dental. Se transmite de persona a persona a través de la saliva y el primer contacto se produce entre madres e hijos. Diversos estudios han demostrado que este microorganismo le hace honor a su nombre, porque ha mutado genéticamente en el tiempo, posiblemente, coincidiendo con los cambios dietéticos vinculados a la expansión de la humanidad.

Un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) con la colaboración del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad de México secuenció, por primera vez, material genético de esta bacteria en antiguas poblaciones y concluyó que el aumento de la diversidad genética se produjo en el fragmento del gen que codifica un factor de virulencia, conocido como dextranasa. (Proc Biol Sci. 2014 Sep. 7; 281(1790): 20140586)

Las enfermedades que, hasta el momento, se han estudiado molecularmente son las que se cree han causado la mayoría de las epidemias humanas documentadas como la tuberculosis, peste, lepra y sífilis, entre otras. Sin embargo, existen otros microorganismos, como las bacterias de la placa dental, que han acompañado a los seres humanos desde tiempos pretéritos y hoy están entregando interesantes datos. Por ejemplo, que la data de algunas patologías es mucho más antigua de lo que se pensaba.

Una de las principales características de las bacterias es su gran capacidad para intercambiar trozos de ADN entre ellas. Mientras el S. mutans adquirió genes para metabolizar los distintos tipos de azúcares y acabar con otras bacterias de la boca, la especie humana recibió una auténtica epidemia de caries.

Así lo confirmó un equipo de antropólogos de la Universidad John Moores de Liverpool cuando encontró huellas humanas en las Cuevas de Taforalt en la región marroquí de Oujda de entre 13.700 y 15.000 años de antigüedad. 

El análisis de patologías orales en este grupo de cazadores-recolectores reveló una excepcionalmente alta prevalencia de caries en el 51 por ciento de los dientes de adultos encontrados, comparable con la población industrializada moderna que tiene una dieta alta en azúcares y alimentos refinados. (PNAS. 2014 Jan 111;3: 954-959)

Se dedujo, entonces, que la dependencia a una alimentación basada en plantas silvestres –como bellotas y piñones- y frutos secos ricos en hidratos de carbono fermentables–como bayas de enebro y pistachos- junto con los cambios en el procesamiento de los alimentos, causó un temprano cambio en la microbiota bucal de esta población.

La antropóloga Isabelle DeGroote de la Universidad John Moores de Liverpool, reveló en la investigación que “la mayoría de los ocupantes de esta cueva tenían caries y abscesos dentarios y deben haber padecido dolor de dientes y mal aliento. Este hallazgo pone en duda la hipótesis sostenida –hasta ahora- que las caries dentales, probablemente, comenzaron con la agricultura”.

Es de suponer entonces que los primeros “cepillos de dientes” –hechos con ramitas con un extremo masticado, que formaban una especie de escobilla para eliminar los restos de alimentos- y la creación de rituales de higiene dental fue la respuesta adaptativa que el hombre prehistórico tuvo que idear para evitar el deterioro total de su dentadura y que fue evolucionando a través de la historia hasta nuestros días.

Por Carolina Faraldo Portus

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