Innovación médica en tiempos de guerra
Las ambulancias que se utilizan en la atención de urgencia fueron diseñadas en medio de batallas en el siglo XVIII. Ese legado ha moldeado la medicina de emergencia como la conocemos en la actualidad.
En los anales de la historia médica y militar, pocos nombres brillan con tanta intensidad como el del cirujano francés Dominique Jean Larrey. En medio de las explosiones de cañones y el clamor de la guerra introdujo un cambio revolucionario que no sólo determinó el destino de los heridos en el campo de batalla, también sentó las bases para un elemento esencial de la atención sanitaria moderna: las ambulancias.
En la turbulenta Revolución Francesa, donde los enfrentamientos dejaban un desolador rastro de muerte y las víctimas debían esperar a que concluyera el conflicto para recibir cuidados, Larrey concibió un sistema en que se trataba a los soldados lesionados "sin importar el rango o la distinción" [1].
El padre de la medicina de urgencia
Larrey, nacido en Beaudéan, Francia, en 1766, se destacó desde temprana edad como estudiante de medicina. Sin embargo, su verdadera fama y reconocimiento vendrían más tarde, cuando se convirtió en el cirujano jefe de la Guardia Imperial del ejército bajo el gobierno de Napoleón Bonaparte.
Durante las Guerras Napoleónicas, se encontró con un desafío desgarrador: cómo proporcionar atención médica eficiente y oportuna a los malheridos en medio del caos. Quedó impactado por el bajo valor que se atribuía a la vida militar, principalmente, por parte de los altos oficiales y, asombrado por la inexistencia de medidas para el salvamento de los soldados que quedaban a merced de su suerte, a menudo abandonados a una cruel agonía, desvalijados por el enemigo o, en el mejor de los casos, recogidos después de que la lucha había finalizado.
Se unió al ejército revolucionario en 1792, en las confrontaciones de la frontera alemana. Allí, presenció la caótica organización de los servicios de salud en el frente. "Los heridos perdieron su humanidad y fueron en gran medida ignorados. No se los consideraba individuos que sufrían, sino unidades problemáticas que ralentizaban el avance de un ejército"[2], escribió en sus memorias.
Utilización y reconocimiento
Para un hombre cuya vida estaba impulsada por la compasión y moralidad, la muerte injustificada de un soldado que pudiera salvarse, era inaceptable. "Nos resultó imposible rescatar a nuestros heridos, que cayeron en poder del enemigo. Esta desgracia me indujo a proponer el plan de una ambulancia, calculado para seguir a la vanguardia de la misma manera que la artillería voladora" [2].
Así nace su sistema de transporte médico, conocido como ambulances volantes (ambulancias volantes o de campaña), que al ser probadas por primera vez en 1793 en el asedio de Maguncia, demostraron ser un éxito total y fueron recibidas con entusiasmo por la milicia [3].
Estos vehículos primitivos, inspirados en el funcionamiento de la artillería a caballo, consistían en cajas de madera abovedadas con paneles laterales forrados, ventanillas y puertas de doble batiente en la parte delantera y trasera. En su interior, un colchón forrado de cuero se apoyaba sobre cuatro rodillos, permitiendo un deslizamiento suave durante el transporte [4].
Las "ambulancias voladoras" permitieron llevar a los accidentados rápidamente desde el campo de batalla a los hospitales de campaña para recibir atención de manera efectiva en un plazo de 24 horas, lo que aumentó las posibilidades de supervivencia y elevó la moral y confianza de las tropas francesas.
El joven general Bonaparte, que definía al médico como 'Il est l'homme le plus vertueux que j'aie connu' (Es el hombre más virtuoso que he conocido), reconoció el potencial de este sistema y llevó a Larrey consigo para su campaña en Italia [2].
Perfeccionamiento en terreno
Bajo sus órdenes montó una unidad de ambulancias y una escuela de cirugía en Milán en 1797. Además, implementó el sistema de triaje, ideado por el médico Pierre-François Percy, que clasificaba a los soldados según la gravedad de sus heridas en tres categorías: quienes necesitaban atención médica inmediata, los que podían esperar, y aquellos cuyas heridas eran mortales, asegurando que los casos más graves se trataran primero [4].
Además, fue pionero en el desarrollo de técnicas quirúrgicas avanzadas: utilizó ventilación con presión positiva, introdujo la hipotermia como forma de terapia y realizó intervenciones in situ del suceso, amputaciones y cirugías de campo [5].
Fue el creador del "estabilizar y después trasladar", idea que ha influido en la forma en que se aborda la medicina de urgencia en la actualidad, donde la velocidad de respuesta es crucial para salvar vidas.
El legado de Dominique Jean Larrey en la historia de la medicina de emergencia es innegable. Su visión humanitaria y valentía dieron lugar a un sistema que sentó las bases para la atención moderna en situaciones de crisis. Sus "ambulancias volantes" marcaron un hito y son el ejemplo perdurable de que la innovación también surge en tiempos de revolución.
Referencias
[1] Koehler U, Conradt R. Der Erfinder der Triage: Dominique-Jean Larrey (1766–1842), Napoleons oberster Militärchirurg. Pneumologie. 2022;76(5):365-369.
[2] Skandalakis PN, Lainas P, Zoras O, Skandalakis JE, Mirilas P. "To afford the wounded speedy assistance": Dominique Jean Larrey and Napoleon. World J Surg. 2006;30(8):1392-1399.
[3] DiGioia JM, Rocko JM, Swan KG. Baron Larrey. Modern military surgeon. Am Surg. 1983;49:226–230.
[4] Baker D, Cazalaà JB, Carli P. Resuscitation great. Larrey and Percy-A Tale of Two Barons. Resuscitation. 2005;66(3):259-262.
[5] Remba SJ, Varon J, Rivera A, Sternbach GL. Dominique-Jean Larrey: the effects of therapeutic hypothermia and the first ambulance. Resuscitation. 2010;81(3):268-271.
Por Carolina Faraldo Portus
