El virus llamado televisión
Cada hora frente a la pantalla quitaría siete minutos de sueño en la población infantil, cifra que aumenta a media hora si el aparato se encuentra en la habitación.
En las últimas décadas, junto con el explosivo desarrollo tecnológico, especialmente de las llamadas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) se ha comprobado la gran influencia que la televisión, radio, música, videojuegos, telefonía e Internet ha ejercido sobre la salud infanto-juvenil, particularmente en aspectos como conducta agresiva y violenta, obesidad, pobre autoimagen, uso de sustancias, trivialización del sexo y la sexualidad, actividad sexual precoz, incremento de la pasividad y abulia, pérdida de tiempo y de la posibilidad de aprender y ejercitar conductas sociales positivas.
Las bases neurológicas y neuropsicológicas de este fenómeno ya se están estudiando y una de ellas tiene que ver con los efectos negativos de la televisión sobre el sueño reparador de los niños.
Para una parte importante de personas quedarse dormidas y mantener el sueño sin sobresaltos ni despertares durante toda la noche, es parte de un proceso natural. De hecho, la mayoría de los individuos duerme alrededor de ocho horas.
El sueño es una de las funciones esenciales para la salud del ser humano, porque es durante la noche cuando el cuerpo y el cerebro se regeneran. Las horas necesarias que uno debe dormir para tener –al otro día- una buena vigilia van cambiando en el transcurso de la vida y es un proceso mecánico.
Los niños, por ejemplo, necesitan dormir mucho más, lo hacen durante todo el día y también durante toda la noche, con periodos de vigilia en intervalos. Hacia la edad escolar, esto se va regularizando y luego los adolescentes son los que tienen un tiempo de mayor cantidad de sueño necesario, cerca de ocho a nueve horas.
La falta de sueño o problemas con éste tiene muchas consecuencias negativas sobre la salud física y mental de las personas, efecto que es más acentuado en los bebes y niños. Uno de los factores que lo altera es la exposición a aparatos electrónicos justo antes de dormir.
En un estudio publicado en la revista científica Pediatrics (Pediatrics. 2014 May; 133 (5): 1163-1171), investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard realizaron un seguimiento a 1864 niños de entre seis meses y ocho años de edad, en el marco de un proyecto que denominaron Project Viva.
El equipo investigador recopiló datos sobre el número de horas diarias en las que los niños se encontraban en una habitación con la televisión encendida; el tiempo dedicado a verla en el caso de los más mayores y las horas diarias de sueño; y sobre si los pequeños dormían en una habitación con el aparato de TV.
Los resultados revelaron que cada hora extra de televisión está asociada con siete minutos menos de sueño y que este efecto es más fuerte en niños que en niñas; que aquellos que tenían un aparato en la pieza tenían mayores probabilidades de desarrollar problemas de sueño; y que los infantes provenientes de minorías raciales y étnicas eran mucho más propensos a dormir en una habitación donde estaba presente una televisión. Aunque el tiempo de exposición pareciera ser poco, los expertos hicieron hincapié en la importancia de un buen descanso en niños que se encuentran en pleno crecimiento y desarrollo.
“El pequeño descenso en la duración del sueño podría crear hábitos duraderos que conduzcan a un déficit considerable de sueño en la edad infantil. Tenemos una generación de niños, cuyo tiempo en que ven la pantalla puede estar fuera de control. Una de las consecuencias adversas para la salud es un sueño más pobre”, señaló el doctor Matthew Gillman, profesor y director del Programa de Prevención de Obesidad del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard e investigador principal de Project Viva.
A juicio del doctor Gillman, que ha participado en distintos estudios sobre esta materia, la falta de sueño en los pequeños está directamente vinculada a un peor rendimiento en el colegio, a depresión, lesiones y obesidad.
“Una de las causas por la cual la televisión puede interrumpir el sueño es debido a que el brillo de la pantalla puede ser un estimulante para inducir un cambio de fase que retrasa el inicio del sueño entre 90 y 110 minutos. Ver programas violentos, por ejemplo, también puede producir una interrupción del sueño al generar preocupación o ansiedad, la que –a su vez- puede evitar que los niños duerman”, señaló el especialista.
Para los expertos, los niños menores de dos años no deberían ver televisión y en niños sobre esa edad es aconsejable sólo dos horas de pantalla al día, es decir, ese tiempo debe dividirse en televisión, en acceso a Internet y en videojuegos.
En Chile la encuesta AdimarK-Time Ibope y Mindshare (2007) reveló que los niños de cuatro a 12 años ven cuatro horas de TV por día; que el 70 por ciento de niños menores de tres años ve televisión en forma habitual; y que el 75 por ciento de niños tiene una televisión en su pieza.
Por lo que necesitamos con urgencia tomar en cuenta las recomendaciones que se desprenden de este estudio: se deben mantener los aparatos televisivos fuera de la habitación, como una medida para fomentar el sueño y, si es posible, volver a los antiguos rituales de narrar cuentos y acurrucar a los pequeños como una manera de tranquilizarlos antes de dormir.
