“Superancianos”:
El secreto de la eterna juventud mental
Un reciente estudio descubrió a un selecto grupo de personas mayores de 80 años que cuentan con una anatomía cerebral especial, la cual les permite pensar y recordar incluso mejor que adultos 20 o 30 años más jóvenes.
La población mundial está envejeciendo progresiva, paulatina y sostenidamente como consecuencia de las mayores expectativas de vida y debido a un descenso de la natalidad. Esta situación ha transmitido al fenómeno del envejecimiento un relieve sin precedentes para las sociedades contemporáneas.
Las modificaciones morfológicas, psicológicas, bioquímicas y funcionales que origina el paso del tiempo sobre los seres vivos son un hecho. Se trata de un proceso universal que alcanza a todos los individuos sin excepción, intrínseco, genéticamente programado y progresivo. Comienza prácticamente desde el nacimiento y es deletéreo, ya que inevitablemente termina con la muerte.
A la vejez suele tratarse como una etapa de menoscabo y pérdida. Tanto en el plano de lo visible como en el de los rendimientos: el cuerpo biológico deja de ser lo que era y, muchas veces, se va transformando en un sentido negativo. Por eso, desde tiempos remotos, se ha tratado de encontrar la fuente de la eterna juventud, símbolo máximo de la aspiración del hombre por lograr la inmortalidad.
Los conquistadores de América la buscaron infructuosamente. Siglos antes, los alquimistas se obsesionaron por lograr el elixir de la vida, una especie de poción mágica que garantizaba la juventud, un complemento perfecto a las riquezas obtenidas con la mítica piedra filosofal.
Si bien, el tiempo ha pasado como para seguir creyendo en ese poder transmutatorio, el hombre sigue aferrado al sueño de no envejecer jamás. Se ha vuelto esclavo de cremas mágicas, realiza dietas milagrosas, busca productos exóticos o recurre a cirugías plásticas, pero nada de eso parece surtir el efecto deseado, porque la ética de la calidad de vida en la vejez debe fundarse y fundamentarse sobre expectativas sobrias, modestas y realizables.
Un reciente estudio de la Universidad Northwestern de Estados Unidos, publicado en PLOS One llamó la atención de la comunidad médica internacional, porque el grupo de investigadores descubrió que existe un selecto grupo de personas mayores de 80 años que cuentan con una anatomía cerebral especial que les permite pensar y recordar incluso mejor que adultos 20 o 30 años más jóvenes. (DOI: 10.1371/journal.pone.0186413)
Se les conoce como superagers o superancianos, un término acuñado por el doctor Marsel Mesulam, director del Centro de Neurología Cognitiva y Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de Northwestern en Estados Unidos, especialista en neurología cognitiva, quien -desde hace 30 años- estudia su funcionamiento y describió, por primera vez, este fenómeno.
El doctor Mesulam planteó la existencia de una red neuronal constituida por cuatro regiones cerebrales de la atención visoespacial: formación reticular, que incrementa y mantiene un nivel de alerta adecuado para el funcionamiento óptimo de los sistemas de procesamiento; corteza parietal posterior, que posee una representación espacial del mundo externo y permite la orientación hacia los estímulos relevantes; circunvolución del cíngulo, que participa en la regulación de los aspectos motivacionales que intervienen en la selección de los eventos del ambiente, relevantes para el individuo; y corteza frontal, la que suministra un mapa de la distribución de los movimientos de orientación y exploración que intervienen en la planificación y organización espacial de la exploración ocular. (DOI: 10.1016/j.neuron.2009.04.001)
En 2013 la Universidad de Northwestern reclutó para el proyecto SuperAging a los habitantes de la comunidad mayores de 80 años que tenían un rendimiento inusualmente alto en las pruebas de memoria episódica a quienes se les sometió a diferentes pruebas y seguimientos. (DOI: 10.1162/jocn_a_00300)
Estudiando esos cerebros con ayuda de resonancia magnética en tres dimensiones, la doctora Emily Rogalski y sus colegas, demostraron que existe más vitalidad en su corteza, es decir, en la capa más externa del cerebro, clave en la memoria, la atención y el razonamiento, la cual es –además- mucho más gruesa que la de otras personas de la misma edad, muy similar a la de sujetos en torno a los cincuenta años.
Para la doctora Rogalski, autora principal del estudio y profesora de neurología en Northwestern’s Feinberg School of Medicine, “una corteza adelgazada sugeriría la pérdida de neuronas o materia gris”, porque los exámenes cerebrales también mostraron que los adultos mayores entre 80 y 99 años que sufrían un declive en la memoria tenían cortezas más finas.
En análisis adicionales, algunos superancianos mostraron densidades inusualmente bajas de patología de Alzheimer relacionada con la edad y un número inusualmente alto de neuronas en huso, también llamadas neuronas de von Economo, en la circunvolución cingulada anterior. Lo curioso de este hallazgo es que las regiones a las que se refieren los autores no pertenecen al área cognitiva del cerebro.
Cómo logran estas personas, entonces, mantener intactas esas zonas a lo largo de los años. Los investigadores señalan que “trabajando duro en algo”, porque observaron que dichas áreas se activan más cuando se realizan tareas difíciles que requieren gran esfuerzo físico o mental, por ejemplo una rutina de ejercicios fuertes o un problema matemático complejo.
En esos casos, señala la doctora Rogalski, “lo importante es no darse por vencido y evitar la flojera, pues “el trabajo duro hace sentir mal a las personas en el momento de realizarlo, pero tiene una gran recompensa una vez terminado”.
Estos resultados preliminares ofrecen pistas sobre los posibles factores biológicos que pueden promover la resistencia a los cambios involuntarios relacionados con la edad en la estructura y la función del cerebro y evidencian la importancia de ejercitar siempre el cerebro para que éste no envejezca.
Por Carolina Faraldo Portus
