El lado positivo de las tecnologías inteligentes
Una reciente perspectiva publicada en la revista Pediatrics postula la necesidad de reflexionar en profundidad sobre la globalización y la tecnología, para así orientar su correcta utilización en los niños y adolescentes.
En las últimas décadas, el desarrollo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) ha propiciado una nueva revolución social que ha dado paso a, lo que los entendidos llaman, sociedad de la información, motor en torno al cual se está estructurando un nuevo modelo de aprendizaje que ha impactado incluso el comportamiento y la dinámica familiar de millones de personas en el mundo.
Esta influencia sobre la sociedad ha sido claramente explicada por Melvin Kranzberg, miembro de la Sociedad para la Historia de la Tecnología (SCHOT), quien fue enfático en postular que “la tecnología no es buena ni mala, ni tampoco neutral”. Habla de ella no como algo fatalista o determinista, sino que como una herramienta que conducirá a nuevas situaciones y planteamientos, los cuales debiesen propiciar investigaciones y análisis para marcar los valores y la dirección de la sociedad que se desea construir.
La televisión, radio, música, videojuegos, telefonía e Internet ya están mostrando algunos cambios en la salud infanto-juvenil, sobre todo en aspectos relacionados con la conducta agresiva y violenta, el aumento de la obesidad, la pobre concepción de la autoimagen, el uso de sustancias, la trivialización del sexo y la sexualidad, la actividad sexual precoz, el incremento de la pasividad y abulia, la pérdida de tiempo y la posibilidad de aprender y ejercitar conductas sociales positivas.
Sin embargo, a pesar de que existen señales claras de cambios en las bases neurológicas y neuropsicológicas de este fenómeno, aún no existen políticas, medidas regulatorias o directrices claras sobre este importante tema.
Una reciente perspectiva publicada en la revista Pediatrics (PEDIATRICS.2015 Jan 1; 135:1-3) considera la necesidad de reflexionar en profundidad sobre la globalización y la tecnología, para así orientar su correcta utilización en los niños y adolescentes.
Los doctores Jenny S. Radesky, Jayna Schumacher y Barry Zuckerman de la División de Comportamiento infantil del Departamento de Pediatría del Boston Medical Center de la Universidad de Boston en Massachusetts, autores de este comentario, enfatizaron en lo necesario de acordar directrices con respecto al uso que, actualmente, los niños y adolescentes están dando a los dispositivos móviles.
Los investigadores hablan de que en la primera infancia el uso de medios interactivos y programas de televisión puede promover habilidades académicas tempranas. Para llegar a esta conclusión analizaron dos programas: Plaza Sésamo y Las pistas de Blue.
El primero, una pionera serie de televisión educativa contemporánea estadounidense que se comenzó a transmitir en 1972, destinada a niños entre dos y seis años, enseña el alfabeto, los nombres, los días de la semana, la hora y otros conocimientos básicos. Mientras que el segundo estuvo en pantalla hasta 2006 y mostraba las aventuras de un perrito azul junto a su amo Joe, quienes debían descifrar diferentes cosas cada capítulo, buscando pistas.
Los especialistas de la Universidad de Massachusetts destacaron que algunos estudios longitudinales corroboraron de qué manera los pequeños incrementaron significativamente su vocabulario con la repetición de una capítulo de cada serie cinco veces al día, lo que puede ser una herramienta efectiva para el aprendizaje de contenidos y habilidades en pequeños en edad preescolar.
Esto los llevó a plantear que, con un poco más de estudio, podrían desarrollarse plataformas ideales para que los niños desarrollen habilidades tempranas de alfabetización a través de teléfonos celulares inteligentes, tabletas, computadores, libros electrónicos, videojuegos y diversas aplicaciones, algo que podría ser más atractivo para los preescolares de la nueva era digital.
En este nuevo proceso cognitivo, los especialistas llaman a los padres a estar alerta. Si bien los niños pueden ejercitar manualidades y coordinación de movimientos corporales, que las hacen ser más rápidas mentalmente en algunos sentidos, la sobreexposición a los estímulos podría provocar trastornos neurológicos que repercuten en su cuerpo y mente.
La tecnología aplicada a videojuegos se ha transformado paulatinamente en una alternativa eficaz para el desarrollo de terapias virtuales y tratamientos de rehabilitación para distintas patologías o trastornos propios de la juventud. Sin embargo, la utilización de estas modernas herramientas deja en evidencia problemas crecientes de comunicación entre adultos y adolescentes.
Si bien, algunos dispositivos podrían ayudar como elemento distractor para el manejo del estrés, el uso extremo de éstos podrían desencadenar otro tipo de problemas como sedentarismo. Por lo que los padres están llamados a ser quienes controlen la exposición a estos aparatos y a elegir qué tipo de programas son los más adecuados para el desarrollo que ellos buscan en sus hijos.
A juicio de los pediatras, se hace imperioso que ellos –y quienes ejercen el papel de cuidadores- sepan dosificar el uso de los videojuegos o la exposición prolongada a televisores o computadores; que, en lo posible, los niños se acostumbren a ubicarse a tres metros de distancia de los dispositivos; y que se incorporen difusores de pantalla, para evitar complicaciones oculares.
Se desprende de lo expuesto que para los especialistas la clave está en la búsqueda de un punto de equilibrio, donde la tecnología no llegue a anular a las personas, sino que todo lo contrario: las potencie.
