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29 Septiembre 2014

Contaminación por metales pesados:

El enemigo silencioso de Antofagasta

  • Dr. Antonio Cárdenas Tadich

    Dr. Antonio Cárdenas Tadich

La exposición a los tóxicos ambientales puede ser aguda o crónica y ocurrir en períodos especiales de la vida, como el embrionario o fetal tardío, perinatal o infantil temprano.

La contaminación ambiental afecta directa e indirectamente la salud de las poblaciones, no sólo de seres humanos, sino que también de los ecosistemas. Son consecuencia de una serie de procesos naturales o industriales que generan en el ambiente compuestos por sobre los niveles permitidos o que no deberían estar presentes. 

Dentro de los principales contaminantes que afectan la salud humana se encuentran el material particulado respirable urbano como ozono, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y anhídrido sulfuroso atmosféricos, plomo, níquel, vanadio, cromo VI, mercurio, cadmio, arsénico, dioxinas y otros compuestos orgánicos clorados, diversos agroquímicos y el tabaco.

En general, las personas y los animales de vida silvestre están expuestos a mezclas de más de dos sustancias tóxicas. Este contacto con contaminantes tóxicos puede darse durante procesos de producción, distribución o utilización de productos como medicamentos, alimentos, productos de limpieza, insecticidas, pesticidas, formulaciones industriales y artículos para el hogar, o bien cuando éstos son desechados al ambiente. 

Las alteraciones que producen algunas sustancias sobre la salud son relativamente fáciles de reconocer y evaluar, sobre todo cuando estos efectos son inmediatos, como en los envenenamientos o las intoxicaciones agudas, los problemas respiratorios o en la piel. Sin embargo, es mucho más complicado establecer una asociación causa-efecto cuando el agente tóxico produce manifestaciones metabólicas, fisiológicas o patológicas que aparecen mucho tiempo después de la exposición.

Han pasado varios años desde que la comunidad científica alzara la voz para llamar la atención respecto de la aguda presencia de metales pesados en la zona norte del país. Si bien, esta condición respondería a las características geológicas del terreno, también se ha agravado por la actividad minera.

La ciudad de Antofagasta se encuentra 1.430 kilómetros al norte de Santiago. Su población según el Instituto Nacional de Estadística (2012), es de 380.695 habitantes. En los patios de la empresa Ferrocarril Antofagasta Bolivia (FAB) se acopian, desde hace varias décadas, metales pesados a granel, debido a la existencia de un Tratado Internacional (1904) que facilita el libre tránsito y almacenamiento de minerales bolivianos hasta ser embarcados por el puerto de Antofagasta. 

En los alrededores de este sitio existen numerosas viviendas, calculándose que en un radio de 300 a 400 metros habitan aproximadamente ocho mil personas. Además, esos minerales son transportados y almacenados a granel sin protección en dependencias del puerto de Antofagasta, que también se ubica en un sector poblado. En ambos lugares existen numerosos colegios. Dada la alta toxicidad de este elemento, la población que allí vive esté sufriendo un alto grado de intoxicación.

Problemas para la salud

El principal problema que presenta la Región de Antofagasta en términos de contaminación es “la producida por metales pesados producto de la actividad minera e industrial que llevan sus acopios al Puerto de Antofagasta y los camiones circulan por la ciudad sin las condiciones de cierre y hermeticidad suficientes. También el arsénico que se encuentra naturalmente en la zona y contamina nuestras aguas”, destaca el doctor Antonio Cárdenas Tadich, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Regional de Antofagasta y docente de la Universidad de Antofagasta.

La contaminación producida por refinación, transporte y acopio de materiales pesados provoca graves enfermedades y problemas a la salud como cáncer, principalmente de pulmón y vejiga, mutaciones, malformaciones fetales y alteración de la programación celular.

Se sabe que el arsénico produce cáncer broncopulmonar, vejiga, riñón, vías urinarias, piel e hígado; enfermedades coronarias como infarto al miocardio en jóvenes, enfermedad de Raynaud y gangrena de extremidades; diversas actividades respiratorias, manchas en la piel y abortos. El plomo en niños se relaciona con retardo del crecimiento, disminución de la audición, reducción del coeficiente intelectual, cambios neuroconductuales y anemia; y en adultos con hipertensión arterial, aumento de presión sistólica, neuropatía periférica, disminución de la audición e infertilidad. 

El molibdeno es el responsable de enfermedades broncopulmonares, cáncer broncopulmonar, mutaciones, contracción de arterias cerebrales y daño neurológico. Mientras que el níquel se asocia con dermatitis por contacto alérgica, sinusitis, anosmia, asma, cáncer nasal y broncopulmonar.

El plomo es muy tóxico para el ser humano. Estudios realizados en población infantil han demostrado que los daños pueden ocurrir con la presencia de pequeñas cantidades en sangre debido a ciertas condiciones especiales: menor masa corporal, sistema nervioso en desarrollo, mayor tasa de absorción intestinal de plomo y menor tasa de eliminación, proximidad al suelo y tendencia de llevar objetos y tierra a la boca.

Este elemento cruza la barrera placentaria y se acumula en los tejidos fetales durante la gestación. La exposición intrauterina temprana condicionaría bajo peso al nacer, retardo del crecimiento intrauterino e interferiría en el desarrollo físico y mental del niño en el primer año de vida. Algunos datos relacionan la exposición prenatal con anormalidades congénitas menores.

En 1985 el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) recomendaba como límite máximo de plomo en sangre 25 µg/dl; desde 1991 ya sobre 10 µg/dl se considera riesgoso para la salud. 

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) también modificó su recomendación al mismo valor. Se estimó en 1994 que los niños de Estados Unidos, en edades entre uno y cinco años presentaban en promedio 2,7 µg/dl37, y que 8,9 por ciento de ellos tendría un nivel de plomo sanguíneo >10 µg/dl. 

Un estudio realizado en Chile reveló que en Santiago, ciudad con alta contaminación vehicular, 6,4 por ciento de los lactantes de 18 meses tiene niveles de plomo en sangre >10 µg/dl, con un promedio de 5,5 µg/dl39.

“Existen en la zona, al menos, seis metales pesados: plomo, cobre, arsénico, zinc, cadmio y molibdeno. En el caso del plomo las cifras referenciales son de 400mg/k y de arsénico de 20 mg/k y se han encontrado cifras 10 veces superiores a la norma. El molibdeno y zinc también superaron las normas internacionales. Todo esto fue estudiado en los terrenos aledaños al puerto”, comenta el pediatra.

A pesar de que se han realizado estudios que confirman la alta polución en Antofagasta, el doctor Cárdenas señala que “se pidió ante los Tribunales de Justicia que se retiraran los acopios de concentrado de cobre en el Puerto, pero la Justicia dictaminó a favor de las Empresas. Ahora ellas deberán asegurarse que el transporte de este material sea hermético y no contamine el suelo, pero eso es muy difícil de controlar. Esta resolución deja a todos atados de manos. Es muy difícil para la población general protegerse. Existe una institucionalidad muy débil y vulnerable a las presiones, que hace que los proyectos salgan adelante. Falta conciencia ciudadana y organización social. Sin embargo, existen algunos ejemplos esperanzadores”.

A nivel regional y central, la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe) está preocupada de este tema. El doctor Andrei N. Tchernitchin, profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, miembro de la Rama de Salud y Medio Ambiente del organismo y director científico del Consejo de Desarrollo Sustentable de Chile ha desarrollado varias investigaciones al respecto que lo han llevado a trabajar en el tema en busca de soluciones junto a los miembros del Colegio Médico. 

En el Hospital Regional se Antofagasta llegan muchos casos relacionados con esta problemática. “Tenemos mucha experiencia, sobre todo, con la intoxicación por Plomo. Existe un Policlínico que atiende especialmente a estos niños”, dice el pediatra, pero el problema exige soluciones más radicales, porque hasta la fecha la expectativa de vida se ha visto mermada en cinco años aproximadamente en relación al resto del país.

No preocuparse de la contaminación ambiental puede significar un grave daño para la salud de toda la humanidad, en especial para quienes viven en la Región de Antofagasta. 

“Lamentablemente, la ciudad de Antofagasta está muy contaminada y la población expuesta a muchos males. Las empresas mineras debiesen incorporar en sus costos operativos el respeto por el medio ambiente, porque la tierra es nuestro común y único hogar y debemos protegerla. Lo absurdo es que nosotros la estamos destruyendo con contaminantes, guerras y armas de destrucción masiva. Creo que ahí radica el principal problema”, finaliza el doctor Antonio Cárdenas Tadich.

 

Dr. Antonio Cárdenas Tadich

Dr. Antonio Cárdenas Tadich

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