Depresión: riesgo creativo y luces terapéuticas
El rápido avance de este trastorno psiquiátrico ha configurado un escenario complejo y de incierto pronóstico, que tiene en alerta a la Organización Mundial de la Salud y de luto a la industria cinematográfica.
De acuerdo a las últimas estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 350 millones de personas sufren depresión, enfermedad que en su forma más agresiva puede conducir al suicidio o, al menos, al intento de quitarse la vida. Cada año se registran más de un millón de fallecimientos por esta causa, tendencia que en muchos países va en alza debido a una serie de factores, entre ellos, el uso y abuso de alcohol y drogas.
La reciente e inesperada muerte del actor estadounidense Robin Williams, quien padecía desde hace años un serio trastorno psiquiátrico acrecentado por el consumo de cocaína y alcohol en distintas etapas de su vida, llevándolo incluso a internarse en un centro de rehabilitación, puso una vez más en la primera línea de discusión los alcances de esta patología. Aunque todos estamos expuestos a sufrir un cuadro depresivo, pareciera que la afección atacara con particular severidad a individuos que han hecho del escenario y las letras un elemento fundamental en su existencia. Williams no es el primer hombre de “las tablas” que se suicida. Varios actores, músicos, pintores y escritores a lo largo de la historia tomaron la misma decisión, confirmando la compleja relación entre la depresión y los hombres dotados de un gran talento y creatividad. Pues bien, si a lo anterior agregamos algún tipo de adicción, el riesgo se multiplica.
Así al menos lo piensa el doctor Michel Reynaud, jefe del Departamento de Psiquiatría y Adicciones del Centro Paul Brousse de Francia, para quien el vínculo entre el talento creativo, la depresión y la adicción “es un hecho”. Para el experto, “los artistas son personas muy expuestas a sentir emociones fuertes. De cara al público, se trata de escritores, poetas, músicos o actores de gran prestigio pero, tras el éxito, se ocultan personas ansiosas, deprimidas o bipolares que viven la presión asociada a su fama en una especie de exaltación narcisista”, explica.
Por su parte, para el doctor Vikram Patel, director del Centro Británico para la Salud Mental Global, “los circuitos cerebrales que son la fuente de la creatividad son los mismos que los de la enfermedad mental, por lo que ser creativo puede aumentar el riesgo de patologías psiquiátricas. Algunos tipos de personalidad son más propensas a sufrir estos trastornos”. El nexo entre la depresión, la bipolaridad y la adicción también estaría demostrado para el doctor Reynaud, en base a estudios científicos que aseguran que entre un tercio y el 50 por ciento de los adictos están deprimidos. “La adicción por sí misma conduce a síndromes depresivos, a menudo graves”, sugiere.
Latinoamérica a escena
En junio de 2014 se desarrolló en Santo Domingo, República Dominicana, un Congreso Regional de Psiquiatría que arrojó como conclusión que la depresión es la primera causa de consulta mental en América Latina. Según un análisis llevado a cabo por la doctora española Olga Casado, las personas que más sufren esta enfermedad son las que alcanzaron sólo un nivel primario de educación, que corresponde al 46,3 por ciento, seguidos por el 40,7% que realizaron estudios secundarios. La experta sostuvo que tanto los analfabetos como los profesionales son los segmentos de la población con menor tendencia a sufrir la patología.
“Los que menos acuden a las consultas aquejados de depresión son los profesionales, un 12 %, y la población iletrada, un 0,9 por ciento. El estado civil también sería un factor, ya que el 63 % de los deprimidos vive en pareja, el 20,4 % es separado, el 8,3 % es soltero y el 7,4 % enviudó. De esa totalidad, el 34,6 % tiene familiares que también se deprimen”, detalla.
En tanto, la especialista también afirma que la depresión en las mujeres en la etapa de la menopausia es multifactorial, con elementos como falta de ingresos, bajo nivel de estudios, obesidad, enfermedades crónicas, antecedentes de depresión y consumo de alcohol. Las estadísticas muestran que el mayor grueso de afectados está entre los 20 y 50 años, sin embargo, se registra un sostenido incremento en niños y adolescentes, lo que queda al descubierto al comparar estudios que datan de 1940.
“A pesar de que para muchas personas acudir a una consulta psiquiátrica es prácticamente una última opción, en los últimos tiempos uno de los principales trastornos que lleva a los pacientes a un consultorio psiquiátrico es la depresión”, plantea la doctora dominicana Rhody Peña.
Los síntomas de la depresión, además del ámbito estrictamente emocional donde se reflejan en el desánimo, ansiedad, miedo, irritabilidad y concentración disminuida, también se presentan en la dimensión física, generando cambios en el patrón de sueño y en las habilidades psicomotoras, junto con falta de apetito provocada por una baja en la serotonina. La señal más alarmante, coinciden los expertos, es cuando el enfermo pierde la motivación por su familia, trabajo y estudios.
Esfuerzos locales
Este panorama, sumada a la realidad de Norteamérica, Europa y Asia, explica el llamado de la OMS a autoridades y gobernantes de todas las latitudes a adoptar medidas urgentes de prevención, particularmente en las naciones que muestran los índices más graves de depresión y suicidio. Una de éstas es Chile, país que exhibe una de las mayores tasas de suicidio en el mundo, con una proyección al 2020 de un suicidio diario, según estimaciones del Ministerio de Salud. Es más, a nivel latinoamericano, Chile está en el primer puesto del “ranking” de suicidios adolescentes, situación que tiene en alerta a la Sociedad Chilena de Pediatría. A corto plazo una de las soluciones es restringir el creciente acceso de niños y adolescentes al alcohol y las drogas.
Claro que a mediano y largo plazo también hay estrategias en las cuales depositar las esperanzas de revertir estas cifras. Se trata de los resultados que podrían arrojar dentro de los próximos meses los estudios que comenzaron a realizarse en el nuevo Laboratorio de Psiquiatría Genética de la Universidad de Concepción. En este lugar, en un banco de tres mil muestras de ADN, se busca determinar los genes que predeterminan la aparición de la depresión. “Lo que hemos aprendido hasta el momento es que la depresión tiene, además de una prevalencia alta (18%), una alta incidencia (11%), es decir, es una enfermedad que perfila cada vez más para ser de tipo crónico”, comenta el doctor Benjamín Vicente, director del Departamento de Psiquiatría de la UdeC.
Las investigaciones lideradas por el facultativo permitieron en una primera instancia elaborar una ecuación de riesgo que permite anticipar, en seis meses, qué personas podrían manifestar la enfermedad, que conjuga factores como género y edad, con otros ambientales, como lugar de residencia. Vicente viene haciendo desde hace ocho años un seguimiento de tres mil pacientes del sistema público de salud, de los que existe un banco de ADN que hoy permite buscar las causales genéticas de la patología.
“Lo primero que hay que hacer es ver cuáles son las variables genéticas y qué peso tienen en la aparición de la enfermedad. Lo que ha demostrado la genética, es que algunos genes están activados y otros no, por lo que, de alguna manera, hay un interruptor que los enciende y apaga. La pregunta que nos hacemos es cuál es”, argumenta el académico. Los frutos de estos estudios podrían modificar la realidad chilena frente a la depresión y, por qué no, hacer lo mismo en el contexto internacional.
