Del parpadeo rítmico a la estimulación cerebral
El descubrimiento de una sincronía perfecta entre el movimiento de los ojos y la música que oyes abriría insospechadas rutas hacia nuevas terapias neurológicas.
Imagina que estás escuchando tu canción favorita. No mueves los pies, tampoco golpeas la mesa con los dedos ni cabeceas al compás. Pero algo curioso sucede: tus ojos, sin que te des cuenta, parpadean siguiendo el ritmo. No necesitas formación musical ni un oído entrenado para que ocurra. Simplemente pasa.
Según un estudio publicado en PLOS Biology [1], esa coreografía es una danza involuntaria entre tus oídos, cerebro y ojos que revela una sincronización profunda y sorprendente que se adentra en lo más básico de nuestra fisiología.
El hecho de que nuestros párpados logren esa llamativa coordinación es un ejemplo más de cuán profundamente las expresiones sonoras están integradas en nuestro cerebro.
Sincronización extendida
La música ha acompañado al ser humano desde tiempos inmemoriales. Pinturas rupestres, flautas de hueso de hace decenas de miles de años o tambores ancestrales muestran que el ritmo y la melodía forman parte de nuestra herencia evolutiva [2].
No solo se extiende al arte, la ciencia, el lenguaje y la cultura; su universalidad también la ha llevado a ser objeto de estudios que buscan descubrir su potencial para sanar y convertirse en innovadoras terapias.
Ese fue el propósito del trabajo liderado por Yi Du, investigadora de la Academia China de Ciencias, que logró identificar una nueva forma de sincronización entre la música y el cuerpo humano. Lo hicieron tras reunir a 123 jóvenes sin formación artística para realizar pruebas de seguimiento ocular, registros neurofisiológicos, imágenes estructurales de la sustancia blanca y análisis conductual.
El equipo descubrió que los parpadeos de los participantes se alineaban de forma perfecta con los pulsos o golpes rítmicos de la música que escuchaban. Sorprendentemente, esa sincronización se mantuvo incluso cuando las piezas se reproducían al revés, una exploración que se llevó a cabo para descartar que se tratara solo de una reacción a melodías reconocibles.
También se utilizaron secuencias auditivas reducidas a su mínima expresión: tonos idénticos en frecuencia y timbre, organizados únicamente en un patrón temporal. Es decir, estímulos sin melodía ni variaciones de altura, diseñados para aislar exclusivamente el componente rítmico. Pese al cambio, observaron que los parpadeos seguían sincronizándose, lo cual sugiere que no se necesita una melodía compleja para activar este mecanismo.
"El rendimiento de la sincronización del parpadeo se vinculó con la variación de la microestructura de la sustancia blanca en el fascículo longitudinal superior izquierdo, una vía sensoriomotora clave", explicó Yi Du.
Atención focalizada
Con los registros de electroencefalogramas (EEG), se detectó que la sincronización de los parpadeos no era un simple reflejo: había una respuesta neural que se "preparaba" justo antes del pulso. Según los autores, se trata de un indicador vinculado a mecanismos predictivos: el cerebro anticipa el ritmo y programa cuándo ejecutar ese pequeño cierre de ojos.
En un experimento adicional, los participantes debían escuchar una melodía o canción mientras realizaban otra tarea, como detectar la aparición de un punto rojo en una pantalla. La sincronización de los parpadeos con el ritmo aparecía solo cuando estaban completamente concentrados, lo que sugiere que esto ocurre solo cuando prestamos atención al sonido, aunque no seamos conscientes de ello. Un hallazgo coherente con la Dynamic Attending Theory, que plantea que el cerebro humano utiliza oscilaciones neuronales para sincronizarse con los patrones temporales del entorno [3].
Los hallazgos concuerdan con otras investigaciones que han usado el parpadeo como marcador de atención. Un estudio publicado en Scientific Reports [4] encontró que durante y después de la escucha musical, la probabilidad de parpadear se modula según las características acústicas del estímulo y predice cómo cambia la atención en tareas cognitivas posteriores, lo que apoya la idea de que el movimiento refleja una dinámica atencional.
Implicancias clínicas
¿Por qué importa todo esto en medicina? Primero, el parpadeo podría convertirse en un biomarcador no invasivo para el procesamiento rítmico del cerebro. Dado que el estudio usó seguimiento ocular y EEG, esta medida es relativamente fácil, barata y sin riesgos.
En condiciones neurológicas donde el ritmo y la sincronización están alterados -trastornos del desarrollo, Parkinson y disfunciones del oído interno- medir la sincronización rítmica del parpadeo daría pistas sobre el estado del sistema.
Potencialmente, sería útil en terapias musicales o de rehabilitación. Por ejemplo, entrenar a pacientes para sincronizar sus parpadeos podría facilitar la reestructuración de circuitos auditivo-motores o de atención.
En programas de prevención, monitorizar la evolución de la capacidad de sincronización ocular-musical ayudaría a detectar anticipadamente riesgos en personas con predisposición a sufrir una enfermedad neurológica.
Los resultados de la investigación se convierten en una prueba más de que la ciencia y la medicina pueden abrirse paso en un abrir y cerrar de ojos.
Bibliografía:
[1] Wu Y, Teng X, Du Y. Eye blinks synchronize with musical beats during music listening. PLoS Biol. 2025 Nov 18;23(11):e3003456.
[2] Perrone-Capano C, Volpicelli F, di Porzio U. Biological bases of human musicality. Rev Neurosci. 2017 Apr 1;28(3):235-245.
[3] Hurley BK, Fink LK, Janata P. Mapping the dynamic allocation of temporal attention in musical patterns. J Exp Psychol Hum Percept Perform. 2018 Nov; 44(11):1694-1711.
[4] Brannick SF, LaCroix AN. Blinking indexes dynamic attending during and after music listening. Sci Rep. 2025 Jul 26;15(1):27262.
Por Óscar Ferrari Gutiérrez