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05 Febrero 2007

Los impulsores de la cirugía estéril

A la luz del conocimiento científico moderno muchas veces resultan extraños los conceptos antiguos sobre la infección y los métodos rudimentarios utilizados para combatirla.

Por ejemplo, un par de siglos atrás hasta los grandes sabios creían que los demonios y los espíritus malignos eran los responsables de las pestes y la infección. Hoy, en cambio, se considera que la investigación realizada entorno a los conocimientos básicos para eliminar la infección, controlar la hemorragia y lograr la anestesia, han hecho posible el progreso de la cirugía moderna.

El primero en acercarse a lo que actualmente conocemos como asepsia, fue Hipócrates (460-377 a.C.) cuando recomendó el uso del vino o del agua hervida para lavar heridas. Por su parte, Galeno (131- 200 a.C.) hacía hervir los instrumentos que usaba para atender las heridas de los gladiadores. Sin embargo, sólo cientos de años más tarde los cirujanos comprendieran la razón de estos procedimientos.

Con el fin de la Edad Media, nuevos avances comenzaron a desarrollarse en esta materia. A mediados del siglo XVI Girolamo Fracastoro, médico y poeta italiano (1478-1553), describió la importancia del contacto directo para la propagación de la infección, mientras que Ambrosio Paré (1509-1590) demostró la superioridad de la instilación de trementina en lugar de aceite hirviente en las heridas de guerra.

Aunque la teoría de Fracastoro sobre infección y enfermedades transmisibles fue el primer paso para descifrar el origen de las infecciones, recién un siglo más tarde el holandés Antony Van Leeuwenhoeck (1632 - 1723) inventó el microscopio, se empezó a hablar de animálculos (bacterias) y se desarrollaron descubrimientos importantes en la historia de la medicina.

En el siglo XIX, se comienzan a practicar incipientes normas de asepsia cuando el médico húngaro Ignaz Philipp Semmelweis (1818-1865) estableció la etiología de la fiebre puerperal. Semmelweis había estudiado el informe de autopsia de su amigo Kollets Chka, muerto de septicemia tras sufrir un pinchazo en un dedo mientras practicaba una necropsia. Asimismo, había notado que era frecuente la fiebre puerperal en las mujeres cuyos partos habían sido atendidos por médicos y estudiantes procedentes de la sala de autopsias.

Con el objetivo de mejorar esta situación, 1847 el médico inició en el hospital de Viena un programa estricto que comprendía el lavado cuidadoso de las manos con agua jabonosa caliente y un cepillo de uñas, seguido de otro en agua clorada. De esta forma, en el lapso de un año Semmelweis redujo el índice de mortalidad por fiebre puerperal a una vigésima parte del nivel previo. Como tantas veces en la historia de la ciencia, pese a su importante contribución, Semmelweiss fue ridiculizado por sus colegas y murió olvidado en un manicomio de Viena.

Fue el microbiólogo y químico francés Louis Pasteur (1822-1895), quien estableció la validez de la teoría de las enfermedades producidas por gérmenes y encontró que podía detener la proliferación de los organismos por medio del calor. Con sus experimentos logró desmentir la teoría de la generación espontánea de los organismos, demostrando que éstos procedían de otros similares que generalmente se encuentran en el aire. Con ello, estimuló el interés y motivación por desarrollar nuevos estudios sobre las infecciones.

Por su parte, Robert Koch (1843-1910), médico y bacteriólogo alemán, obtuvo en 1905 el premio Nobel de Fisiología y Medicina por haber aislado el bacilo de la tuberculosis y su recomendación sobre el uso del bicloruro de mercurio como antiséptico, fue una medida precursora de la antisepsia.


Las conclusiones de Lister

Sin duda, el más importante personaje en la historia de la cirugía estéril, fue el médico inglés Joseph Lister (1827-1912), quien promovió la idea de la cirugía estéril mientras trabajaba en la Enfermería Real de Glasgow.

En su época, la explicación para la infección de las heridas era que los tejidos expuestos se dañaban por compuestos químicos del aire o por contaminación del mismo. No existían instalaciones para lavarse las manos o para limpiar las heridas de los pacientes e incluso se consideraba innecesario para un cirujano lavarse las manos antes de operar a un paciente.

A través de la lectura de los artículos de Pasteur, Lister llegó a la conclusión de que la única forma viable para combatir los microorganismos era a través de compuestos químicos. Por este motivo introdujo con éxito el ácido carbólico (fenol) para esterilizar los instrumentos quirúrgicos y para limpiar las heridas, hecho que significó que disminuyeran de forma notable las infecciones y las gangrenas. También hizo que los cirujanos llevaran guantes limpios, que se lavaran las manos antes y después de las operaciones con soluciones al 5% de ácido carbólico e impuso la atomización en los quirófanos.

Conforme la teoría de los gérmenes en las enfermedades iba siendo aceptada, fue cada vez más obvio que la mejor forma para evitar la infección era procurando que las bacterias no se introdujeran en las heridas. De este modo surgió la cirugía estéril, considerando a Lister como el padre de la antisepsia moderna.

También se interesó en la relación entre las suturas y la cicatrización de las heridas, reconociendo que las uniones estaban cargadas de bacterias, por lo que comenzó a tratar las suturas con aceite fenolizado e introdujo la práctica de dejar cortos los cabos de las suturas cuando se dio cuenta de que éstos proporcionaban un sitio de entrada para las bacterias.

Siguiendo su camino, Sir William MacEwen (1857-1937), decidió abandar el ácido fénico y usó la esterilización de las gasas por ebullición. Asimismo, el método antiséptico para las manos de los cirujanos fue objeto de múltiples ensayos. Tras demostrarse que ni el vapor ni el agua hirviente podían ejercer una acción antiséptica en las manos y que el fenol tenía efectos limitados, se probaron varias alternativas hasta que en el año de 1890, en el Hospital John Hopkins de la ciudad de Baltimore (EE.UU.), el cirujano William Stewart Halsted (1852-1922) resolvió el problema al confeccionar guantes de goma para arsenalera. Dichos guantes se hicieron de uso obligatorio para todos los cirujanos a partir de 1894.

Aunque los progresos de la aséptica han sido lentos y, muchas veces, entorpecidos por antiguas creencias, en el último siglo se ha logrado un progreso continuo gracias al desarrollo de la esterilización, las nuevas técnicas quirúrgicas y el establecimiento de normas para el comportamiento en los quirófanos.

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