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30 Octubre 2006

Historia de la Cirugía Plástica

En la prehistoria existían civilizaciones que desarrollaban prácticas quirúrgicas primitivas para embellecer a sus integrantes, del mismo modo que ciertas tribus del Brasil consiguen la expansión del labio inferior mediante la colocación de discos de diámetro creciente aplicados a una incisión realizada en el límite del labio. En África y Oceanía, en tanto, desde tiempos inmemoriales se realiza la expansión del lóbulo de la oreja, así como cortes superficiales en la piel que forman decorados gracias a la tendencia que tienen las personas de piel oscura a la cicatrización con queloide.

Redactado en el antiguo Egipto cerca del año 1500 a.C., el Papiro Ebers es uno de los tratados médicos más antiguos que se conocen. Contiene 877 apartados que describen numerosas enfermedades en varios campos de la medicina como oftalmología, ginecología, gastroenterología y, también, cirugía plástica. De esta última área, el documento muestra que el trasplante de tejidos era practicado por los egipcios en el año 3500 a.C.

Asimismo, los Vedas, textos sánscritos de unos 5000 años de antigüedad y que forman la base de las escrituras sagradas del hinduismo, señalan que tanto los colgajos como los injertos eran conocidos en la India. Como en esta cultura se acostumbraba castigar a los prisioneros de guerra, adúlteros y delincuentes con la mutilación de la nariz, este procedimiento hizo que se desarrollara un ingenioso método para reparar dicha pérdida que, con algunas modificaciones, continúa utilizándose actualmente.

Cabe señalar que en la civilización hindú la cirugía a castas menores era considerada como un oficio denigrante, motivo por el cual aparecieron los koomas o alfareros, a quienes se encomendaba la manipulación de los tejidos vivos de estas personas. Así, con la piel de la frente realizaban un colgajo que giraban e incorporaban al resto de la nariz existente. Cuando el extremo distal había “pegado” al lecho receptor, seccionaban el pedículo y se devolvía el excedente a su lugar de origen.

Aparte de estos hallazgos, no se han encontrado huellas ni escritos que mencionen la evolución médica de los siguientes períodos, hasta la aparición de Celsus en el siglo I d.C., quien recogió las traducciones y los conocimientos transmitidos por hindúes, árabes y egipcios a la civilización griega y luego a la latina, cuando publicó su libro “De Re Medica”, donde describe tanto colgajos como transplantes de tejidos, lo cual le ha significado ser considerado por muchos como el verdadero precursor de esta disciplina.

Posteriormente, otro griego, el médico Galeno, emigró a Roma y preparó escritos que mezclan la magia con los conocimientos científicos, donde entregaba instrucciones precisas sobre cómo realizar cirugías reparadoras de la cara, la nariz y las orejas, tratándolas con colgajos de áreas cercanas.

Durante la Edad Media no se hizo ningún adelanto en el campo de la cirugía. Incluso, en el siglo XIII, el Papa Inocencio III prohibió a los eclesiásticos la práctica de las operaciones quirúrgicas y, más tarde, fue considerada indigna para los médicos por lo que se relegó su práctica a los barberos y cirujanos inferiores.

En esa época es la cultura árabe quien mantiene a la medicina en su nivel más elevado, con maestros como Abulcasis (Abul´l-Qasim al Zahrawi) quien es considerado como el padre de la cirugía moderna por su gran libro el Tasrif.

Junto con la llegada del Renacimiento, comienza un período en el que proliferan la sífilis y la lepra y con ellas las técnicas quirúrgicas reconstructivas para la reparación de las deformaciones faciales. Así surgieron los miembros de la familia Branca, considerados renovadores de la cirugía hindú, quienes introdujeron el denominado método italiano que, tomando tejidos del brazo del paciente, evitaba las marcas dejadas en la frente.

Pero el real propulsor y difusor de esta obra fue el cirujano italiano Gasparo Tagliacozzi, de Bolonia, quien es conocido como el segundo padre de la cirugía plástica, después de Celsus, debido a la trascendencia de sus procedimientos. Durante el siglo XVI, Tagliacozzi fue el primero en describir, científica y fisiológicamente, la utilización de un colgajo del brazo para la reconstrucción de la nariz. Sin embargo, en una sociedad que aún padecía de estertores medievales, fue atacado por influyentes teólogos que lo acusaron de interponerse a la obra de Dios, atribuyendo sus éxitos a la gracia del diablo, por lo que fue perseguido y muerto.

Aunque en ese momento se inició un período de letargo en la cirugía plástica, durante los siglos XVI y XVII se produjeron otros avances como el desarrollo de las ciencias y de las artes, el invento de la imprenta, el intercambio de conocimientos entre diferentes escuelas y las guerras y otros conflictos armados de la época que hicieron progresar notablemente las diferentes ramas de la medicina.

Cuando en el siglo XVIII, la Compañía Inglesa de las Indias Orientales transmitió la noticia de la reconstrucción de nariz realizada en un soldado indio que servia en el ejército inglés, el antiguo método de los colgajos comenzó a utilizarse cada vez con mayor frecuencia tanto en Europa, como en América.

Para el siglo XIX la medicina europea, primordialmente la francesa y la alemana, toma la batuta en cuanto a avances para la cirugía plástica se refiere, en 1860 el médico francés Jaques Louis Reverdin presentó a la Academia de Cirugía de Francia los primeros injertos de piel que tuvieron éxito y en Alemania Fedor Krause hizo algo parecido.

La creación del microscopio permitió un estudio más especializado de la piel y una mejor planeación de las cirugías. Sin embargo, no fue hasta la Primera Guerra Mundial que estos conocimientos evolucionaron siendo sistematizados. Con ello se abrieron nuevas perspectivas para el desarrollo de las técnicas reparadoras y de la incipiente cirugía estética, campo que había nacido como tal a fines del siglo XIX cuando el cirujano alemán Jacob Joseph realiza la primera intervención para corregir las orejas separadas de un niño. En 1904 el profesional relató 43 casos de rinoplastias, 30 en hombres y 13 en mujeres, describiendo su nuevo método realizado a través de incisiones internas y con instrumental quirúrgico diseñado especialmente para ello.

En tanto, la primera cirugía para corregir las arrugas de la cara fue realizada dos años más tarde por otro alemán, el cirujano Erich Lexer, constituyéndose junto a Jacob Joseph, Hippolyte Morestin, Raymond Passot y Claude Dufourmentel, como padres de la cirugía estética actual.

Para la Segunda Guerra Mundial las quemaduras fueron las lesiones más recurrentes y los cirujanos plásticos debieron buscar soluciones. De hecho, para reconstruir a todos los heridos que dejó la guerra se entrenó a una cantidad enorme de personas y, luego del término de la guerra, estos cirujanos se dedicaron principalmente a la estética.

Sin duda, al igual que otras ramas de la medicina, en las últimas décadas la cirugía plástica ha tenido avances significativos y, aunque los medios de comunicación realzan sólo aquellos aspectos relacionados con la estética, los más beneficiados son los pacientes que requieren de una cirugía de reconstrucción para mejorar su calidad de vida. Es entonces que el valor de la historia se hace escuchar.

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