Ötzi: un viaje médico a la prehistoria
Las momias siempre han tenido un importante lugar en el estudio médico, arqueológico y paleontológico debido a que, en varios casos, los cuerpos se encuentran muy bien conservados. En septiembre de 1991 dos excursionistas alemanes hallaron en las montañas cercanas a la frontera entre Austria e Italia el cuerpo congelado de un hombre, que según creyeron, había muerto recientemente atrapado por una avalancha. El matrimonio de alpinistas no se imaginaba que ese sensacional descubrimiento se trataba de la momia congelada más antigua de la historia.
Fue bautizado como Ötzi, “el hombre de los hielos”, porque fue encontrado en el valle Ötzal y desde entonces se ha convertido en una gran sensación a nivel mundial, porque ha aportado nuevos conocimientos del modo de vida del hombre prehistórico
El cuerpo fue llevado a Austria donde se le comenzaron a practicar los primeros exámenes a su esqueleto, dientes, estómago, piel, armas y otros objetos que portaba, así como a su ropa y tatuajes, que gracias al frío se conservaron fabulosamente bien.
Se estableció que era un hombre que había vivido hace 5.300 años, medía 1,65 metros, pesaba entre 40 y 53 kilos y que al momento de morir tenía alrededor de 45 años de edad. Si bien, en un primer momento, las investigaciones señalaban que Ötzi había muerto congelado al ser sorprendido por una tormenta alpina a 3.000 metros de altura, investigaciones posteriores demostrarían lo contrario.
Debido a que los gobiernos de Italia y Austria se disputaban la pertenencia de la momia, las investigaciones prácticamente se “congelaron”, por lo que Ötzi tuvo que volver a una caja de vidrio acondicionada a 6 grados bajo cero para su conservación.
Años más tarde, la momia fue trasladada a Italia al Museo de Arqueología del sur del Tyrol en Bozen-Bolzano, donde científicos italianos examinaron, midieron, radiografiaron y fecharon nuevamente el cuerpo.
Médicos, científicos y arqueólogos forenses proporcionaron, desde una perspectiva teórica antropológica y mediante un enfoque interdisciplinario, los métodos más adecuados para el rescate de las evidencias que, finalmente, esbozaron la posible causa de muerte del hombre de los hielos.
Con una exploración de TAC (Tomografía axial computarizada), se pudieron obtener múltiples imágenes de todo su cuerpo a través de cortes transversales que revelaron que Ötzi tenía un elemento extraño que parecía ser una punta de flecha alojada en un hombro al momento de morir junto a un rasguño en su capa. También presentaba contusiones y cortes en sus manos, muñecas y pecho. Además, se realizaron análisis de ADN a los restos de sangre encontradas en su cuerpo, las que demostraron la presencia de otras cuatro personas, es decir, al momento de su muerte el hombre de los hielos no estaba solo.

Paul Gostner, uno de los radiólogos del equipo de investigación, señaló que en el hombro izquierdo del cazador se encontró una punta de flecha de piedra de una longitud de dos centímetros que había destrozado la escápula de Ötzi, desgarrando nervios e importantes vasos sanguíneos. Si bien habría sobrevivido el “supuesto ataque” de sus agresores, la herida del hombro sumada a la que tenía en la mano le causó una muerte muy dolorosa.
El 25 de septiembre de 2000, la momia fue descongelada completamente por primera vez. Esto hizo posible que se recolectaran muestras de alta calidad para su análisis con el fin de reconstruir con precisión las últimas horas de vida del hombre de hielo.
Se analizó el contenido intestinal de esta momia de los Alpes perteneciente al periodo neolítico y se descubrió que poseía una dieta equilibrada de granos y carne y, además, el polen hallado permitió deducir que había muerto durante una primavera. Ocho horas antes de su muerte habría comido carne de venado y de cabra, lo que supone que era un importante cazador, ya que en aquella época y en esa zona la dieta usual era de conejo, ardillas y ratas silvestres. Esto demuestra que Ötzi tenía la fuerza y capacidad de conseguir proteínas procedentes de animales de caza mayor.
También se estudiaron los tatuajes que se encontrados en su cuerpo. A lo menos 15 de ellos pudieron ser verificados, medidos y fotografiados, luego de lo cual fueron ordenados en categorías de acuerdo a los puntos de acupuntura clásicos. Además, se explicó la aplicación de estos puntos de acuerdo a la moderna acupuntura y se concluyó que su uso tenía por objeto aliviar los cambios degenerativos de la columna vertebral inferior, de las articulaciones de las piernas, de la artritis y, al mismo tiempo, mejorar los malestares gastrointestinales producidos por un tipo de parásito, la trichiura. También se hizo uso de la acupuntura en la región de los riñones, lo que demuestra que esta práctica es mucho más antigua de lo que se creía.
La paleopatología, es decir, el estudio de los rastros dejados en fósiles y momias, así como los signos relacionados con la enfermedad en objetos arqueológicos, ha permitido deducir aspectos importantísimos del pasado, como por ejemplo, la evolución de las diversas patologías y el comportamiento humano a lo largo de la historia, lo que permite a la medicina viajar a la prehistoria en busca de respuestas y eso es lo que ha hecho a Ötzi una de las momias más fascinantes que se han estudiado.
En la actualidad, Ötzi forma parte del patrimonio histórico de Italia que se conserva en el Museo Arqueológico de Bolzano, que gracias a la ciencia parece seguir vivo para contestar, 5.300 años después, interrogantes sobre la vida y costumbres de los hombres que hicieron historia en el pasado.
