William Harvey y el movimiento circular de la sangre
Durante el Renacimiento, época que estuvo impulsada por el humanismo, la herencia romana de un movimiento guiado por el estudio del hombre, la libertad de pensamiento y el individualismo, se dejó de lado el legado médico aportado por el mundo griego con uno de los descubrimientos más asombrosos del momento: la circulación de la sangre, que dio paso al desarrollo de una nueva fisiología. El revolucionario trabajo convenció a los investigadores de la época que era necesario posicionar a la ciencia médica en un nuevo escalafón.
Hasta antes de Vesalio, la autoridad de Galeno en anatomía y otros campos de la medicina era totalmente indiscutible. Fue quien impuso el estudio fisiológico mediante la disección de cadáveres humanos y no solamente a través de textos. William Harvey, en cambio, utilizó un método sistemático para resolver el problema del estudio del movimiento del corazón y la sangre. "Reconozco que enseño anatomía no de los libros, sino de las disecciones, no de los dogmas de los filósofos, sino de la esencia misma de la naturaleza", señalaba.
Nacido el 1 de abril de 1578 en Londres, Harvey desarrolló todo su trabajo durante el período Barroco, donde ciencia y medicina se beneficiaron enormemente con el predominio de la razón, de la observación sistemática y de los comienzos de una investigación científico-médica basada en una incipiente experimentación.
Después de graduarse en Cambridge en 1597 viajó a Padua para estudiar en su escuela de medicina, considerada la mejor de Europa. Tras regresar a Inglaterra, obtuvo el permiso para ejercer la profesión médica en 1604 e ingresó al Royal College de Londres.
En 1607, gracias a las influencias del médico personal del rey Jacobo I –que era su suegro- ingresó como residente en el hospital Saint Bartholomew, donde desarrolló la mayor parte de su carrera profesional y científica.
Los médicos, gracias a los estudios con cadáveres, sabían que el corazón era el órgano que realizaba un papel vital para la sangre que entraba y salía de los ventrículos, pero no tenían la certeza de cómo viajaba ésta de una cámara a otra, ni hacia dónde se dirigía tras salir del corazón.
Además, la teoría sobre la circulación sanguínea heredada de Aristóteles y validada por la autoridad de Galeno comprendía un sistema arterial y otro venoso cuyo movimiento se ocasionaba por la contracción de las paredes de aquellos conductos. La sangre arterial se mezclaba con el aire en la parte izquierda del corazón y, mediante unos orificios en la desmembración del órgano, se unía a la sangre venosa que se situaba en el hígado y proporcionaba nutrientes a los órganos y extremidades.
Su método basado en la observación, hipótesis, deducción y experimentación –el mismo que se emplea en la ciencia actual- y apoyándose en los resultados que le aportaba el estudio con una gran variedad de animales vivos abiertos, lo llevaron a demostrar su hipótesis sobre el movimiento del corazón y de la circulación de la sangre, que había tenido como precursores a Aristóteles, Galeno, Miguel Servet, Rualdo Colombo, André Cisalpino y Jerónimo de Acquapendente.
Presentó formalmente sus hallazgos en 1628, año en que fue publicada su obra Exercitatio Anatomica de Motu Cordis et Sanguinis in Animabilus (Ensayo anatómico sobre el movimiento del corazón y la sangre en animales). En él recopiló todo su trabajo experimental y expuso un modelo correcto de circulación sanguínea, explicando el papel de las válvulas, del corazón en los procesos de succión y bombeo de la sangre, y en el mecanismo de intercambio entre sangre usada y sangre oxigenada. Sólo olvidó mencionar el papel de los capilares, que no eran observables mediante los instrumentos ópticos de la época.

El fisiólogo inglés explicó la circulación de la sangre demostrando que la obstrucción de una vena en el brazo interrumpía el flujo de sangre hacia el codo y no hacia la muñeca, como se creía hasta entonces.
Si bien su teoría no era tan completa como la de Galeno, porque no explicaba la relación entre los alimentos y la sangre, ni las funciones de la respiración, representó –en su momento- un avance revolucionario, sentando las bases para el desarrollo de la medicina científica y para una nueva fisiología sustentada en un método científico distinto.
“Ha quedado enteramente confirmado, por la razón y por medio de experimentos, que el pulso de los ventrículos obliga a la sangre a atravesar por los pulmones y el corazón y la empuja y la lanza por todo el cuerpo. Que luego se insinúa por las venas y por las porosidades de la carne, y por las propias venas refluye de todos los puntos de la circunferencia hacia el centro, de las venas más delgadas a las mayores y de éstas a la vena cava, hasta llegar finalmente a la aurícula derecha del corazón. También, que tanto en su cantidad como en su flujo de aquí para allá por las arterias y de allá para acá regresando por las venas, que no es posible que se derive de los alimentos, pues sobrepasa en abundancia a los ingeridos y a los que pudieran ser requeridos para la nutrición”, concluía Harvey.
Los métodos científicos de William Harvey, basados en la importancia del análisis matemático de los fenómenos naturales y en el valor de los experimentos en el estudio de la realidad, se transformaron en el patrón de investigación biológica de las generaciones posteriores.
