Röntgen y los inicios de la radiología
La misma semana en que los hermanos Lumiere introdujeron la cinematografía en Francia y Sigmund Freud publicara en Viena los “Estudios de la Histeria”, uno de los libros más importantes de su teoría psicoanalítica, un físico de 50 años en ese momento desconocido descubrió los rayos X, mientras experimentaba con rayos catódicos.
El científico que hizo posible este hecho fue Wilhelm Conrad von Röntgen, físico nacido 27 de marzo de 1845 en Lennep, una pequeña ciudad alemana del Ruhr, que a causa de las agitaciones tuvo que abandonar a muy temprana edad por lo que se educó en Holanda y Suiza.
Sus aproximaciones en el campo de la física se debieron al impulso de su protector August Kundt, un físico alemán que lo introdujo en esta ciencia mientras estudiaba ingeniería mecánica en Suiza. Después de graduarse en 1869, fue designado ayudante de Kundt con quien se trasladó a Würzburg, donde no le querían dar un puesto académico por no haber pasado los exámenes de latín y griego que, en ese entonces, se exigían.
En 1872 ambos se fueron a trabajar a la Universidad de Estrasburgo, donde Röntgen fue nombraron profesor. Se dedicó a investigar sobre el calor de los gases, la conductividad térmica y la rotación del plano de polarización de la luz por los cristales.
Sin embargo, el nombre de Röntgen se asocia principalmente al descubrimiento de los rayos X, que marcaron la renovación del papel de la medicina dentro de la historia del hombre. Esta obra fue el reflejo de la importancia que ha tenido la investigación experimental dentro de las ciencias básicas.
El 8 de noviembre de 1895, el director del Departamento de Física de la Universidad del Würzburg se encontraba experimentando el poder de penetración de los rayos catódicos, cuando se dio cuenta que una placa cubierta de cristales de platino-cianuro de bario emitía una fluorescencia, la que desaparecía cuando se desconectaba la corriente.
Como era un aficionado a la investigación, siguió repitiendo el experimento. Pronto descubrió que esos rayos, a los que él llamó X porque no sabía de qué radiaciones se trataban, atravesaban distintos tipos de materiales. “Penetraban fácilmente el cartón, la madera y la ropa, atravesaban hasta una tabla gruesa y un libro de 2000 páginas”, comentaba, más tarde, el físico.
También se dio cuenta que al sostener un aro de plomo en sus dedos, no sólo veía la argolla sino que también los huesos de su mano. Quiso imprimir la imagen en una placa fotográfica: fue en ese momento cuando realizó la primera radiografía.
Los científicos de la época concordaban en que los rayos catódicos apenas podían atravesar unos pocos centímetros del espacio, pero él pudo proyectar una imagen a más de un metro de distancia. Hizo cientos de experiencias para detener la expansión de los rayos y sólo lo logró cuando, para interferirlos, empleó una lámina de plomo.
Desde hacía algún tiempo, se sabía que los rayos catódicos eran capaces de impresionar una placa fotográfica. Röntgen quiso comprobar, si estos rayos desconocidos eran capaces de hacer lo mismo. Llamó a su mujer y le pidió que pusiera su mano sobre una placa fotográfica; encendió el tubo durante varios minutos. Al revelar la placa, el esqueleto de la mano de su mujer aparecía claramente dibujada en ella, incluso, las dos sortijas que adornaban sus dedos.
“Una luz verdosa, débil y vacilante se proyectó sobre un pedazo de cartón pintado con una preparación química fluorescente... una luz hasta entonces jamás observada", fueron las primeras declaraciones que el físico señaló ante los medios de comunicación de la época que expectantes entregaban al mundo este acontecimiento científico.
La radiografía de la mano de su esposa lo convenció del potencial papel que este nuevo rayo tendría, por esta razón el 28 de diciembre de 1895 presentó al secretario de la Sociedad Física y Médica de Würzburg el trabajo Ein neus Art von Stranhlen , documento que hablaba de los rayos X y sus propiedades.
Un mes después dio la primera conferencia pública sobre su descubrimiento. Y luego comenzó el frenético ascenso de esta nueva forma de diagnostico.
En febrero de 1896 Röntgen tomó una radiografía de un brazo fracturado y la envío al British Medical Journal para probar el extraordinario poder de diagnóstico de su descubrimiento, que significó una nueva era para la física y la medicina. Al año del hallazgo ya se habían escrito 49 libros y más de 1.000 artículos en revistas. Los rayos X se comenzaron a utilizar en el tratamiento de las lesiones de la piel y el cáncer.
El rápido desarrollo en la fabricación de los equipos para tomar radiografías fue posible porque Röntgen no patentó su descubrimiento, asegurando de esta manera que no abrían obstáculos para su empleo en beneficio de los pacientes. Su hallazgo le reportó premios, condecoraciones y diversos nombramientos honoríficos en el mundo entero que se prolongaron hasta su muerte. En 1901 recibió el primer premio Nobel de Física, que donó a la Universidad de Würzburg en apoyo a la investigación.
Como los rayos X eran fáciles de producir se popularizaron en comercios y lugares públicos. Se utilizaron en forma de ligera, hasta que se dieron cuenta de su peligro. Su uso se restringió solamente a la medicina, donde su aplicación permitió explorar con fines diagnósticos el interior de los sujetos vivos e introducir un nuevo medio terapéutico: la radiación.
Los rayos que debieron llevar el nombre de Röntgen, su descubridor, son conocidos en todo el mundo por su nombre popular de Rayos X y, con el tiempo, dieron paso a una nueva especialidad la radiología, la que ha revolucionado el diagnóstico y tratamiento de diferentes patologías.
