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21 Noviembre 2011

¿Genio o locura?

Mentes brillantes y atormentadas

Un estudio se propuso indagar si realmente existe una asociación entre las patologías mentales y la creatividad de los individuos. Aunque sus resultados fueron positivos, éstos no logran convencer a toda la comunidad científica.

Difícilmente alguien puede permanecer indiferente al escuchar la 9ª Sinfonía de Ludwig van Beethoven o no sentir algo de intriga al observar el Retrato del doctor Gachet de Vincent van Gogh. Aunque se trata de dos obras elaboradas desde distintas corrientes del arte, tienen más de algo en común: ambas se consideran dentro de las máximas creaciones de sus autores y forman parte de los trabajos artísticos más relevantes de la historia de la humanidad. Además, son fruto de genios que se caracterizaron no sólo por su inconmensurable talento, sino que también por padecer serios trastornos mentales, patologías que, casi de manera irreverente e irónica, persisten una y otra vez en rondar las mentes más brillantes de todos los tiempos.

El músico, forjado a la sombra de otro célebre creador, Wolfgang Amadeus Mozart, quien también, por cierto, estuvo lejos de ser reconocido por llevar un comportamiento completamente racional, compuso la obra anteriormente citada desde la sordera absoluta, limitación que, según aseguran algunos historiadores, habría sido causada por las violentas golpizas que le propinó su padre durante su niñez. Beethoven sufría un trastorno bipolar que lo atormentó durante años, pero que no impidió que su música, 184 años después de morir, continúe inspirando a millones de personas.

El pintor, figura destacada del postimpresionismo, recibió el mismo nombre de un hermano que nació muerto un año antes, coincidentemente el mismo día: un 30 de marzo. Se consideraba un autodidacta y aseguraba que su juventud fue triste, fría y estéril. Se caracterizó por su singular pincelada, llena de expresión, pero su talento sólo comenzó a ser reconocido después de su muerte. Tuvo una atribulada existencia, fue un bebedor compulsivo y en un incomprensible arrebato mutiló una de sus orejas. Se suicidó en 1890. Diagnóstico: esquizofrenia.

La lista no termina: casi de manera irreverente e irónica, los casos vuelven a repetirse, una y otra vez. En 1994 el matemático estadounidense John Forbes Nash recibió el premio Nobel de Economía. Su investigación sobre la teoría de juegos y los procesos de negociación lo hicieron conocido y reconocido a nivel mundial. Años antes, el mismo Forbes aseguraba ser pieza clave de una organización ultrasecreta que debía evitar un ataque inminente de potencias comunistas sobre tierras estadounidenses. También padeció esquizofrenia y estuvo internado en distintos centros psiquiátricos debido a sus constantes alucinaciones, las que nunca pudo eliminar por completo de su mente, aprendiendo solamente a ignorarlas.

Son sólo algunos casos de grandes personajes de la historia, que reafirman la creencia en un vínculo entre las enfermedades psiquiátricas y la creatividad. A ellos se pueden sumar otros como Isaac Newton (esquizofrenia) y Edgar Allan Poe (trastorno bipolar), quien escribió alguna vez: “Los hombres me han llamado loco; pero aún no está determinada la cuestión de si la locura es o no la más excelsa inteligencia, si mucho de lo que es gloria, si todo aquello que es profundo, no brota de la enfermedad del pensamiento, de modos de pensar exaltados respecto del intelecto general”.

Durante años se ha discutido si esta creatividad desbordante y arrolladora es producto del azar o es fruto del propio trastorno mental, como muchos sospechan. Un estudio publicado recientemente en The British Journal of Psychiatry (BJP 2011, 199:373-379) se propuso indagar si realmente existe esa asociación y si ésta es el resultado del ambiente en que se desenvuelve cada individuo o bien se debe a factores exclusivamente genéticos. Con este objetivo un grupo de científicos liderados por Simon Kyaga, miembro del departamento de Epidemiología Médica y Bioestadística del Instituto Karolinska (Estocolmo, Suecia) rastreó los archivos suecos de personas que sufrían esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión, entre los años 1973 y 2003, buscó sus ocupaciones y las comparó con las del resto de la población, evaluando en total los datos de más de 300 mil sujetos.

La investigación reveló que la creencia popular no está lejos de la realidad. Los resultados indican que las personas con trastorno bipolar y sus parientes cercanos tenían una mayor representación que el resto de los ciudadanos en las profesiones que exigen mayores capacidades creativas. Dentro del grupo de esquizofrénicos y familiares no se observaron diferencias en relación a labores científicas, pero sí en el subgrupo de las ocupaciones artísticas. Al contrario, la depresión no mostró estar relacionada con ninguna destreza concreta en el ámbito de la música, ciencia y literatura.

Para el equipo de científicos, además, el hecho de que sus hallazgos se extiendan a los parientes con indicadores positivos probaría que la creatividad y las patologías mentales tienen una base genética. “Estos rasgos no se deben sólo a los genes sino a una combinación entre éstos y el medioambiente. Ahora estamos realizando estudios destinados a averiguar qué proporción de la creatividad se debe a los genes, así como buscar los genes responsables tanto de esta capacidad como de la psicopatología”, comenta Simon Kyaga.

Sin embargo, aún quedan varias incógnitas que resolver. Una de ellas es determinar si las percepciones que experimentan los enfermos mentales, como los delirios y paranoias, son las responsables de su talento creador. En este campo, por ahora hay sólo teorías, como la que plantea Kyaga: “Uno podría imaginar una especie de motor creativo en el cerebro que, en las circunstancias correctas biológicas y ambientales, da lugar al comportamiento creativo, pero en las situaciones anómalas lleva a una conducta psicótica. De algún modo, hay una línea muy delgada entre el genio y la locura”.

En tanto, otras disciplinas, como la antropología, también se han adentrado en esta línea de investigación, postulando que la esquizofrenia aportaría ventajas evolutivas, debido a que la creatividad sería la razón por la que esta patología todavía esté presente en la población y no haya sido eliminada por la selección natural. “Esta hipótesis debe ser investigada más a fondo. Por ejemplo, comprobando si las personas creativas tienen una mayor tasa de fecundidad que contrarresta la reducida fertilidad en las que padecen esquizofrenia”, explica Kyaga.

Como en todo orden de cosas, hay quienes piensan distinto y son más bien escépticos frente a estos postulados. Calixto Plumed, psicólogo del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (Madrid), asegura que “los enfermos mentales no tienen una mayor creatividad. Ahora, si la persona afectada tiene cualidades especiales, igualmente las va a reflejar durante el desarrollo de la enfermedad, aunque, al final, va a experimentar un deterioro”.

¿Serán las patologías mentales un factor detonante en la capacidad creativa de las personas? La discusión sigue abierta y futuros estudios en este campo intentarán zanjarla de manera definitiva, aunque algunos creen ya haber encontrado la respuesta.

Por Óscar Ferrari Gutiérrez

Mundo Médico

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