Medicina del Viajero
Negocios, compromisos familiares o vacaciones son algunas de la variadas razones que pueden motivar un viaje y la situación puede resultar más o menos compleja, según factores que van desde la disposición anímica que tenga el viajero, pasando por sus hábitos, hasta el ambiente que espera a la persona en el nuevo destino.
Cada vez se viaja con mayor frecuencia y las distancias se han acortado, tanto así que incluso, si se dispone de los recursos necesarios, es posible llegar a cualquier parte del mundo en menos de 48 horas. Asimismo, se estima que anualmente más de 1000 millones de personas se movilizan cruzando fronteras en todo el mundo y se espera que esta tendencia aumente de forma sustancial en el futuro.
Este fenómeno ha significado que los viajeros entren en contacto con ambientes, personas, animales, climas, alimentos y plantas, que pueden ser muy distintos a los de su vida cotidiana, hecho al que deben adaptarse para lo cual es muy importante estar adecuadamente preparado, disposición que no siempre resulta fácil.
De hecho, se estima que más del 30 por ciento de los occidentales que visitan países con entornos exóticos, contraen algún tipo de enfermedad, principalmente trastornos digestivos, entre los que se encuentra la llamada diarrea del viajero.
Frente a estas situaciones, a mediados de los ’80, junto con la masificación del turismo de rutas internacionales, comenzó a desarrollarse la medicina del viajero como una especialidad sanitaria destinada a potenciar la buena adaptación de las personas a los entornos que deben enfrentar durante sus viajes; prevenir cuadros de contagio y reducir la importación de enfermedades infecciosas que pueden afectar la salud pública de los países donde residen habitualmente.
Precisamente, lo que esta área de la medicina intenta entregar, son directrices que permitan evitar situaciones previsibles, como son aquellas relacionadas con la higiene, los riesgos del tránsito de locomoción urbana, enfermedades de contagio sexual e infecciones alimentarias, pues cada destino encierra la posibilidad de adquirir alguna patología, la cual puede estar controlada en el lugar de residencia del viajero, pero no en este entorno circunstancial.
Por todo esto, los médicos y otros profesionales que se especializan en medicina del viajero son expertos en enfermedades infecciosas, pero además, deben conocer otros aspectos, tales como información sobre las condiciones de salud y los brotes de enfermedades en diferentes países; requisitos locales de vacunas e informes de salud; disponibilidad de medicamentos y otros tratamientos en los sitios de destino, así como información política de las naciones, para estar al tanto del riesgo que corre la integridad física de sus pacientes y, de este modo, poder advertirles al respecto.
Riesgo y acción
Sin duda, los principales desafíos para la medicina del viajero dicen relación con los desplazamientos a destinos alejados y exóticos, donde las personas se pueden ver expuestas a variados peligros que afecten su bienestar físico y que no están acostumbradas a enfrentar en su entorno habitual, partiendo de los largos viajes en avión, donde la mayoría de las veces no existe suficiente espacio entre los asientos como para estirar las piernas.
Esta situación, sumada a la falta de movimiento de la persona, puede generar el “síndrome de la clase turista”, es decir, la formación de coágulos de sangre en las extremidades inferiores, patología conocida como trombosis venosa profunda.
Si bien las personas sanas y jóvenes no suelen tener este tipo de problemas, aquellas con otros factores de riesgo como obesidad, diabetes, tumores e hipertensión, son más proclives a presentar estos cuadros. Incluso, en los últimos años, algunas líneas aéreas han incluido entre sus prácticas habituales, recomendar a los pasajeros dar pequeñas caminatas por el pasillo del avión cada cierta cantidad de horas.
Asimismo, en el avión las personas pueden tener otros problemas derivados de los cambios en la presión atmosférica y el movimiento, como mareos, dolor de oídos o baja oxigenación.
Además de los escenarios que pueden presentarse en los medios de transporte que se utilizan para llegar a los lugares de destino, el segundo gran riesgo que enfrentan los viajeros son las enfermedades que se transmiten a través del agua y los alimentos, como hepatitis A, fiebre tifoidea, cólera, diarrea por Escherichia coli, giardiasis, iclosporiasis y esquistosomiasis; las que se transmiten a través de la picadura de insectos como malaria, dengue, tifus, tripanosomiasis y fiebre amarilla; y las de transmisión sexual, como sífilis, gonorrea, VIH Sida y hepatitis B.
Para muchas de estas enfermedades existen vacunas y otros tipos de tratamientos profilácticos y, en la mayoría de los casos, una persona bien informada puede prevenir estas situaciones tomando medidas de precaución básicas como lavarse las manos con jabón frecuentemente a menudo; manejar con cuidado y utilizando el cinturón de seguridad; tomar agua embotellada, comer sólo alimentos que se puedan pelar, nunca ingerir carnes o huevos crudos ni productos lácteos que no estén pasteurizados.
Precisamente para brindar a sus pacientes la información adecuada, la labor de los especialistas en medicina del viajero debe considerar aspectos de alta complejidad que le permitan diseñar un conjunto de medidas preventivas. Esto se logra a partir de un completo análisis de las características del viaje y de la persona, que incluye escalas y destinos finales; situación epidemiológica y sanitaria en el recorrido; tiempo de permanencia; características estacionales; estilo del viaje y tipo de actividades a desarrollar; grado de contacto con la naturaleza y con la población local; hábitos alimentarios y sexuales; acceso al sistema de salud local y a medicamentos; edad y, si es una mujer, probabilidad de embarazo; presencia de enfermedades crónicas y antecedentes de inmunizaciones previas.
Asimismo deben considerarse otras amenazas que van más allá de las enfermedades y dicen relación con la seguridad, la exposición a la altura y la práctica del buceo, entre otros factores.
Con el respaldo de un médico y todas estas consideraciones como parte de su equipaje básico, el viajero tendrá una experiencia más satisfactoria, sea cual sea el motivo de su viaje y las características del destino que lo espera.
