Medicina y la web semántica, el futuro es hoy
El constante desarrollo y uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones en las últimas décadas del siglo XX y los primeros años del nuevo milenio, ha modificado en diversos aspectos la forma en que se llevan a cabo muchas actividades en la sociedad moderna.
Esto se ha hecho notar también en el área de la medicina y la salud, donde la información se ha vuelto más accesible para la audiencia de los medios, los comunicadores, y también para los propios miembros de la comunidad médica y científica.
Sin embargo, la accesibilidad que perciben las audiencias masivas y la comunidad científica convive con un gran problema: el exceso de información. La disponibilidad de datos a través de recursos digitales en temas relacionados con medicina y salud es creciente, pero no todos los recursos son fiables como fuente, por lo que resulta necesario establecer ciertos estándares de control, pues Internet ha amparado un escenario donde conviven datos de gran calidad procedentes de personas, de grupos y de instituciones creíbles, con informaciones imprecisas, incompletas, no contrastadas, carentes de rigurosidad e, incluso, hasta malintencionadamente erróneas.
La falta de estándares de control resulta preocupante si se considera que los recursos disponibles en Internet crecen a un ritmo vertiginoso. Según un informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad hay más de 10.000 sitios web abocados sólo al ámbito de la salud y la Federación Americana de Editores estima que cada día aparecen en el mundo más de 85.000 artículos, editoriales, reportajes y noticias, directamente relacionados con la salud y con el mundo sanitario. Asimismo, diariamente 400 millones de personas en el mundo ven, leen o escuchan alguna noticia relacionada con la salud, a la vez que las revistas especializadas publican al día más de 1.000 artículos. El estudio de la OMS muestra además que más del 50% de los usuarios de Internet busca información sanitaria para uso personal o para sus familiares, siendo que la calidad de estos datos en la red es muy discutible.
Con el objetivo de identificar y evaluar un consenso en cuanto a criterios de calidad para que puedan ser utilizados como herramienta en la determinación de la calidad de los sitios web en esta área, distintas instituciones han desarrollado criterios para guiar y evaluar las páginas web sanitarias, como Health on the Net Fundation (HON), Food and Drug Administration (FDA), American Medical Association (AMA), Internet HealthCare Coalition, entre otras. Sin embargo, estos criterios no han sido sistemáticamente aplicados en las webs sanitarias, tanto a la hora de su creación como de su evaluación.
Metadatos para la salud
Los expertos en la materia señalan que una solución integradora sería el desarrollo de una web semántica –denominada por algunos sectores como Web 3.0- que permita tener parámetros sobre contenidos médicos y clínicos de confianza para el usuario, que podrían integrarse en buscadores como Google o Yahoo y que permitan conocer si el sitio web dispone de acreditación, utilizando el sistema de tags (etiquetas) o metadatos.
Podría pensarse que revistas líderes de la información científica no requerirían de sellos de calidad o acreditaciones específicas en
Internet para su difusión. Sin embargo, el continuo cambio de estas revistas y precisamente por sus posibilidades de potenciar la macronavegación hacia el universo hipertextual -incluso incorporando nuevas secciones interactivas- requiere de ciertos controles y herramientas que un comité tradicional de la edición de papel no puede abarcar. Si un buscador general como Google o Yahoo recoge un artículo reciente de este conjunto de las revistas científicas de prestigio, debería asegurar a su audiencia de que se trata del artículo original y no de copias fraudulentas o versiones reelaboradas, al menos, en beneficio del rigor e incluso la salud de la población. Es evidente, entonces que se requiere un sistema de acreditación de calidad, controlado por expertos y de modo totalmente transparente, ya sea que se trate de sitios web científicos o divulgativos. El concepto de web semántica puede ser clave para ello.
¿Qué es la Web Semántica?
La web semántica es una web dotada de mayor significado, en la que cualquier usuario en Internet podrá encontrar respuestas a sus preguntas de forma más rápida y sencilla gracias a una información mejor definida.
Esta web extendida y basada en el significado, se apoya en lenguajes tecnológicos universales que resuelven los problemas ocasionados por una web carente de semántica en la que, en ocasiones, el acceso a la información se convierte en una tarea difícil y frustrante.
Cabe señalar también que Internet ha cambiado profundamente la forma en la que nos comunicamos, hacemos negocios y realizamos nuestro trabajo. La comunicación prácticamente con todo el mundo en cualquier momento y a bajos costos es posible hoy en día. Tenemos acceso a millones de recursos, independientemente de nuestra situación geográfica e idioma. Todos estos factores han contribuido al éxito de la web. Sin embargo, al mismo tiempo, estos factores que han propiciado el éxito de la web, también han originado sus principales problemas: sobrecarga de información y heterogeneidad de fuentes de información con el consiguiente problema de interoperabilidad.
La web semántica ayuda a resolver estos dos importantes problemas permitiendo a los usuarios delegar tareas en software que, gracias a la semántica, es capaz de procesar su contenido, razonar con este, combinarlo y realizar deducciones lógicas para resolver problemas cotidianos automáticamente.
Para entender cómo funciona, es necesario suponer que Internet tiene la capacidad de construir una base de conocimiento sobre las preferencias de los usuarios y que, a través de una combinación entre su capacidad de conocimiento y la información disponible en la web, sea capaz de atender de forma exacta las demandas de información por parte de los usuarios en relación, por ejemplo, a reserva de hoteles, vuelos, médicos o libros.
Así, la web semántica como infraestructura basada en metadatos aporta un camino para razonar en la web, extendiendo así sus capacidades. No se trata de una inteligencia artificial mágica que permite a las máquinas entender las palabras de los usuarios, es sólo la habilidad de una máquina para resolver problemas bien definidos, a través de operaciones estructuradas que se llevan a cabo sobre datos existentes y precisos.
Para obtener esa adecuada definición de los datos, la web semántica utiliza esencialmente mecanismos que ayudan a convertir la web en una infraestructura global en la que es posible compartir, y reutilizar datos y documentos entre diferentes tipos de usuarios.
El primero de ellos, el RDF, proporciona información descriptiva simple sobre los recursos que se encuentran en la web y que se utiliza, por ejemplo, en catálogos de libros, directorios, colecciones personales de música, fotos y eventos. SPARQL, en tanto, es lenguaje de consulta sobre RDF, que permite hacer búsquedas sobre los recursos de la web semántica utilizando distintas fuentes datos. Y OWL es un mecanismo para desarrollar temas o vocabularios específicos en los que asociar esos recursos.
La Web 3.0
En un editorial aparecido el 22 de diciembre de 2007 en la prestigiosa revista British Medical Journal (BMJ) con el nombre “Web 3.0 and medicine”, el bibliotecario especializado en biomedicina en la Universidad de British Columbia, Dean Giustini, analiza el desarrollo que ha tenido la web en los últimos años y así como sus perspectivas futuras.
El autor considera que para la medicina, Internet debe convertirse en una inmensa base de datos que muestre una mejor organización de los documentos y los conocimientos básicos de la medicina con mayor profundidad.
Guistini cuenta en su artículo que el neurólogo A. Wong comparó la evolución de la web desde 1995 hasta 2007 con el desarrollo del cerebro humano, señalando que mientras las Webs 1.0 y 2.0 pueden ser consideradas como etapas “embrionarias” y netamente formativas, la Web 3.0 parece ser una “Web evolutivamente más madura”, en la cual las interconexiones para obtención de información serán mejoradas y se irá construyendo una gran capacidad de procesamiento cognitivo de la información.
Como hemos dicho anteriormente, Guistini dice que la Web 3.0 suele llamarse también “Semanticweb” o “Web Semántica”, aunque se trata de conceptos levemente diferentes y visiones complementarias de esta nueva web.
La Web 3.0 es la que capacita a las computadoras para comunicarse entre ellas de manera de poder efectuar las tareas necesarias para nuestro trabajo específico. Su esencia es que usa el concepto operativo, metadatos, es decir, datos acerca de datos. Esto, en el ámbito sanitario, la transforma en la más gigantesca base de datos médicos, con capacidad de organizar a nuestro gusto la información de otras bases de datos gigantes como PubMed y cualquiera que elijamos por que nos da confianza.
La web semántica, en tanto, complementaría a la Web 3.0 utilizando criterios de anotaciones de significado para detectar el “contenido latente” o implícito en cada documento web, eliminando las interferencias conceptuales ocultas. Se transforma así en un concepto operativo que podría entenderse como web de datos de problemas complejos.
Guistini argumenta entonces que los médicos no necesitan motores de búsqueda (o search engines) sino motores de encontrar (o findengines). Esto se debe a que los resultados obtenidos con Google –u otros buscadores- son emblemáticos a la hora de demostrar una crisis de saturación de información sin selección académica. Por esta razón, los expertos aconsejan a los médicos remitirse a las bases de datos confiables, como Pubmed, Clinical Evidence y la Cochrane Library. El autor señala que este escenario permanecerá estático, a menos que la Web 3.0 logre crear mejores “motores de encontrar”.
Así, señala, los profesionales del área deberán usar la Web 3.0 para adaptarse a los cambios que los pacientes están solicitando: trato personalizado, diagnósticos y tratamientos certeros y de acuerdo a su perfil genético. Esto último implica disponer de la última tecnología de la información (IT) en cuanto a las enfermedades raras, cambio climático y alertas de desastres, entre otros factores.
De este modo, hacer la búsqueda de información sanitaria eficiente y acorde a las necesidades de los pacientes, también ayudaría a reducir los costos de los tratamientos médicos. A ello –añade el autor- podrían contribuir los entusiastas de las redes sociales –base de la Web 2.0- para generar nuevos conocimientos a través de los “wikis” que ya están entregando valiosa información para la Web 3.0.
