Cirugía Cardiaca, un desarrollo reciente
Cada año en agosto la Fundación de Cardiología de Chile y la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular celebran durante el mes del corazón, con el objetivo de alertar a la población sobre los factores de riesgo cardiovascular, pues estas patologías constituyen la principal causa de muerte en el país, tanto en hombres como mujeres.
Epidemiológicamente, se trata de enfermedades que han ido aumentando de la mano de los estilos de vida poco saludables que caracterizan a la vida moderna, con grandes niveles de sedentarismo y estrés. Pero sin duda, el escenario sería aún más grave en todo el mundo de no ser por las avanzadas técnicas diagnósticas y terapéuticas que se han desarrollado en las últimas décadas, en especial en el ámbito de la cirugía cardiaca.
Las primeras intervenciones quirúrgicas del pericardio tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XIX y fueron realizadas por personajes de gran renombre en la historia de la medicina, tales como Francisco Romero, Dominique Jean Larrey, Henry Dalton y Daniel Hale Williams. Sin embargo, los procedimientos descritos por ellos, no fueron apreciados a cabalidad hasta muchos años más tarde.
La primera cirugía exitosa del corazón en sí, efectuada sin complicaciones mayores, estuvo a cargo de un equipo liderado por el médico alemán Ludwig Rehn, quien en 1896 intervino a un paciente que había recibido una puñalada. Después de examinar al hombre, el doctor Rehn llegó a la conclusión de que el cuchillo cocinero había perforado el pericardio y luego penetrado el corazón, por lo que resolvió arriesgarse a lo que hasta entonces se había considerado un imposible: suturar una herida del corazón.
Para ello tuvo que efectuar una toracotomía, abrir la pleura, drenar el hemotórax y abrir el pericardio y, finalmente, suturar la herida en el ventrículo derecho con tres puntos de seda. En un hecho que para la época era considerado un milagro, la hemorragia cesó y el corazón siguió latiendo.
Las intervenciones de reparación aórtica comenzaron a ser cada vez más frecuente durante el siglo XX, aunque aún faltaba el desarrollo de diversas técnicas para que comenzara a hablarse de cirugía cardiaca propiamente tal, como también fue necesario derribar muchos prejuicios y supersticiones, pues se consideraba al corazón como un órgano sacrosanto, es decir, un territorio inaccesible al trabajo del cirujano.
El hito más importante, que marcó el inicio del desarrollo acelerado y permanente de la cirugía cardiovascular, fue la Segunda Guerra Mundial, coyuntura histórica que puso a los cirujanos en encrucijadas donde debieron utilizar todo su ingenio y conocimientos teóricos para resolver situaciones que antes se consideraban como imposibles de solucionar.
Fue, precisamente en los años 1943 y 1944, cuando luego de haber experimentado en animales el doctor estadounidense Dwight Hanken realizó con éxito intervenciones quirúrgicas en más de una centena de soldados con cuerpos extraños dentro y alrededor del corazón. Su técnica para corregir una estonosis de la válvula mitral, consistía en introducir un dedo al corazón para abrir la válvula estrecha a través de una pequeña incisión al lado de este órgano. Al comienzo muchos de los pacientes intervenidos de esta manera murieron, pero paulatinamente los cirujanos mejoraron la técnica haciéndola segura, aunque aún no era posible enfrentar situaciones más serias, pues no sabían cómo evitar que se desangraran.
El cirujano canadiense Wilfred Bigelow se dio cuenta de que los animales resisten los fríos inviernos sin comer disminuyendo sus latidos cardiacos. Vio experimentalmente que en perros mantenidos a bajas temperaturas, se podía abrir el corazón y operarlo por más de cuatro minutos y ellos no morían. Siguiendo estos hallazgos, en 1952 los doctores Walton Lillehei y John Lewis intentaron la primera cirugía a corazón abierto en una niña de 5 años. Con su cuerpo a 27°C, estimaron que la menor podría vivir sin el latido cardiaco por 10 minutos. Interrumpieron el flujo de sangre y suturaron el orificio con que nació, mientras el corazón apenas latía. La operación fue un éxito.
Entonces, el método hipotérmico comenzó a ser ampliamente utilizado para tratar pequeños defectos. Sin embargo, los cirujanos requerían más de 10 minutos y la necesidad de una máquina que reemplace el corazón se hizo más patente.
En 1953 John Gibbon realizó la primera operación exitosa con el corazón abierto mediante un equipo de circulación para el corazón y los pulmones, con lo que comenzó una nueva era en la cardiocirugía. Posteriormente se sumaron otros desarrollos que simplificaron los procedimientos, permitiendo a los cirujanos reparar múltiples anomalía intracardiacas.
El advenimiento de la cirugía a corazón abierto introdujo mucha posibilidades, llevando al desarrollo de varias técnicas y dispositivos ingeniosos para la cirugía de las diversas valvulopatias.
El desarrollo más significativo fue el reemplazo valvular total introducido casi simultáneamente por los cirujanos estadounidenses Dwight Harken y Albert Starr, lo que permitió realizar una reparación definitiva de la válvula aórtica, y posteriormente de la mitral. Sin embargo, años de experiencia fueron necesarios para el desarrollo, de válvulas durables y confiables.
Hoy en día homoinjertos valvulares se emplean cada vez con mayor frecuencia. Ha resurgido el interés en el procedimiento de Ross y los cirujanos ya están considerando homoinjertos mitrales que permitan imitar la válvula normal evitando de esta manera la anticoagulación.
Otro hito importante ocurrió en 1958, cuando el doctor Mason Sones revolucionó este campo con la introducción de la arteriografía coronaria. Por primera vez los cirujanos podían visualizar la localización de una obstrucción coronaria. Con la ayuda de la derivación cardiopulmonar y la cardioplegia, los especialistas podían construir una derivación coronaria ("bypass") usando injertos en un campo operatorio inmóvil y limpio. Este procedimiento se convirtió en la operación cardiaca más practicada mundialmente.
Pero sin duda, el hecho que dio la vuelta al mundo ocurrió cuando en 1967 el cirujano Christiaan Barnard encabezó el equipo responsable del primer transplante cardiaco en humanos. A pesar de que la intervención no fue del todo exitosa, se transformó en un hito histórico.
En los años siguientes vinieron otros avances, como el primer implante de un corazón artificial completo en un humano, como procedimiento de "puente” al transplante definitivo.
Sin duda, la cirugía cardiaca ha experimentado un enorme desarrollo en los últimos 30 años, lo que permite en la actualidad la resolución quirúrgica de casi todos las anomalías adquiridas o congénitas. Este espectacular avance se ha basado en variados aspectos tales como la permanente mejora de la técnica quirúrgica, el diseño y construcción de prótesis valvulares muy avanzadas, aplicación de eficientes técnicas de circulación extracorpórea, progresos en la protección del miocardio ante la isquemia provocada durante la circulación extracorpórea, uso de técnicas de avanzada en la exploración y diagnóstico de las patologías cardiacas y grandes progresos en el cuidado postoperatorio de estos pacientes; en unidades de cuidados intensivos con personal calificado y aparatos preparados para detectar, precozmente, y registrar cualquier posible alteración.
