En conjunto con la Universidad de Chile
Especialistas de Clínica Indisa participan en estudio sobre síndrome de Sjögren
Después de la artritis reumatoide, una de las enfermedades autoinmunes más prevalentes es el síndrome de Sjögren, patología que afecta entre el 0,3 y 5 por ciento de la población mundial.
Caracterizada por producir sequedad en los ojos y boca, principalmente, a mujeres que tienen más de 40 años, se trata de una enfermedad de difícil diagnóstico. "Los pacientes sienten como si tuvieran arenilla en los ojos y algodón en la boca. En los casos más severos provoca fotofobia, visión borrosa, úlceras en la córnea, se hace difícil tragar, hablar y saborear. Además, como no hay saliva aumenta la posibilidad de caries e infecciones orales", explica la académica del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, doctora Julieta González.
Asimismo y, ya que el sistema inmunológico ataca a sus propias células, puede producir dolores articulares y musculares, afectar al riñón, la vía digestiva o el hígado, entre otros órganos.
El hecho de que aún se desconozcan las causas del síndrome, durante la última década ha motivado a la doctora Julieta González a abocarse en este tema, estudiándolo en profundidad junto al reumatólogo de Clínica Indisa, doctor Sergio Aguilera.
"Por más de 100 años esta enfermedad ha sido analizada principalmente desde el punto de vista inmunológico. Nosotros le dimos una nueva mirada, a partir de las células secretoras y su medio ambiente, es decir, la matriz extracelular", comentó la especialista.
La doctora González pesquisó que las células de las glándulas salivales de los pacientes que, comúnmente eran descritas como normales, estaban dañadas. Tras investigar el tema, junto a la bioquímica Paola Pérez, encontraron que en los pacientes con síndrome de Sjögren la expresión de metaloproteinasas era mayor respecto de sus inhibidores tisulares, por lo tanto, la balanza estaba desequilibrada a favor de un mayor contenido de las enzimas, lo que producía una mayor degradación de las estructuras que rodean estas células. A partir de esta información quisieron saber si las células epiteliales, que producen los componentes de la saliva, estaban afectadas por una desorganización estructural que impedía que cumplieran con su cometido.
Posteriormente siguieron más investigaciones que las llevaron a analizar los niveles de expresión de los genes que estuvieran relacionados con la organización estructural de la glándula de las células acinares, que son las que producen y almacenan las secreciones que después se transforman en saliva. Empleando complejas técnicas computacionales y de biología molecular llegaron a una proteína que está vinculada con la organización de las microvellosidades de las células acinares, conocida como ezrina. Dichas microvellosidades juegan un rol importante en la producción de la saliva.
Sus estudios mostraron que en los pacientes con síndrome de Sjögren los niveles de expresión de la ezrina estaban aumentados y, aunque seguía habiendo secreción, esta no se estaba expresando por el camino adecuado.
Si bien hay mucho campo para continuar estudiando, el trabajo de estos investigadores son inéditos en el mundo y están marcando una ruta muy interesante que podría conducir a hallar la respuesta sobre cómo se produce la pérdida de la capacidad secretora en los pacientes.
