Para proteger a pacientes, médicos y medioambiente
Hospital Clínico de la U. de Chile incorpora innovador ropaje hospitalario y quirúrgico
Con el objetivo de proteger a sus pacientes de posibles infecciones que compliquen sus cuadros y sus tratamientos médicos y/o quirúrgicos, el Hospital Clínico Universidad de Chile incorporó prendas esterilizadas con certificación internacional, para la protección medioambiental y la bioseguridad de los pacientes.
Los nuevos ropajes son fabricados por Standard Textile, empresa estadounidense que en los años ‘80 desarrolló la primera fibra sintética reutilizable con barrera para delantales y campos quirúrgicos y introduciéndolos al mercado de su país a fines de esa década. Desde ese momento, los estándares excluyeron el algodón de los lugares críticos de los quirófanos, por razones ambientales y de costos, los que los llevó a desarrollar telas diseñadas específicamente para aplicaciones médicas.
En términos de bioseguridad, los pacientes requieren resistencia a la penetración de bacterias, en seco y húmedo; barreras a la penetración de líquidos, en un entorno higiénicamente limpio y con telas que no desprendan pelusa, uno de los principales focos de infecciones, ámbito que consideran los innovadores ropajes.
También el establecimiento consideró la seguridad de los equipos médicos frente a enfermedades infecciosas, por lo que decidieron mejorar las propiedades de barrera de las telas utilizadas en las batas, paños y en los campos quirúrgicos.
Para evitar problemas como las pelusas, los hilados que se utilizan en estas telas –tanto en las reutilizables como en las desechables- son creados a partir de fibras retorcidas con filamentos continuos, lo que le permite contar con géneros de características hidrófobas (resistente a fluidos), construcción de la tela pore size (apretada) y la utilización de un agregado químico en la terminación que incrementar la barrera.
Estas prendas de mayor desarrollo tecnológico potencian la labor de los cirujanos, según explica el doctor Héctor Valladares. “Significa un gran aporte para el quehacer quirúrgico, aumentando en un 30 por ciento el efecto barrera y permite aplicar un método óptimo en el manejo de pabellón, otorgándole mayor bioseguridad al paciente y una mejor identificación de las áreas críticas dentro del campo operatorio para el médico”, señala.
