El 14 de mayo en el Club de Campo del Colegio Médico Regional Santiago, tendrá lugar un encuentro muy significativo, pues se reunirán en un almuerzo los profesionales que forman parte de la promoción de 1966 de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

El doctor Eduardo Welch, quién hace más de dos décadas ha impulsado esta iniciativa de carácter anual, pretende repetir la convocatoria de años anteriores y, al mismo tiempo, entregar un emotivo mensaje a sus compañeros de generación, el cual reproducimos a continuación.

Los interesados en participar de esta reunión, pueden inscribirse llamando a los teléfonos 4260673 – 09.9991499 o enviando un correo electrónico a eduardowelch@vtr.net. Agradecemos al doctor Welch, por compartir sus experiencias a través de SAVALnet.

A la promoción de Medicina de la Universidad de Chile 1966

Por Dr. Eduardo Welch Waldemar

Con alegría y emoción muy sincera, queremos reiterar la invitación para nuestro curso y reunirnos como lo hacemos desde 1979, en torno a una mesa fraterna, en que departimos los compañeros de tantas alegrías, afanes, preocupaciones, desvelos, estudios y jolgorios. Que de recuerdos acuden a la mente en este aniversario 39 de egresados como médicos, y en el encuentro número 27 de dicha promoción, el sábado 14 de mayo de 2005 en el Club de Campo del Colegio Médico a las 13:30 horas.

Con gratitud y amor doy las gracias a Alicia, la compañera de mi vida, que fue quien me incentivo para estas reuniones, desde el inicio, su simpleza de espíritu y sabiduría, solidaridad y tenacidad que dieron frutos en reuniones que todos recordaremos.

En el Club de Campo del Colegio Médico, en El Parrón, Rodizio, La Estancia, Quinchamalí, L’Ataja (la única vez que fue una cena ¿se acuerdan de Los Quincheros?), el “Baile de un querido colega” en L’Ermitage, El Ají Verde, El Praga, Santos, las memorables Termas de Cauquenes, con 92 asistentes de EE.UU., Francia, Israel, Canadá y todo Chile, algún día escribiré una historia de ese fin de semana que llevo en el corazón. También fue grato el aniversario en las Termas de Colina. A los 20 años, el abre cartas, a las 25 el plato grabado, a los 30 el Mate. ¿Y a los 40? Debemos pensarlo.

Recuerdos gratos, pero sin duda la huella del tiempo se ha hecho presente, en todo sentido, positivo y negativo. En la salud lo negativo, pero también factores positivos como prudencia, tolerancia, humanización, estudio, el hecho de entregar a los demás sin pensar sólo en uno mismo, pensar que la vida y la profesión deben compatibilizarse y no absorbernos. Saber, por ejemplo, que la familia es lo esencial, que merecemos un tiempo para disfrutar el producto del trabajo y del esfuerzo de tantos años, o si no, de qué vale trabajar si no nos damos espacio para gozar, de minutos que no volverán para detenernos a mirar una flor, un cielo estrellado, un amanecer, disfrutar de un rato de ocio, de amor o de otras cosas que nos permitan captar su esencia ahora, antes que sea tarde para nosotros, pues estamos en la edad dorada, cuando hoy es ayer.

Que gratificante, esta mesa fraterna como siempre tendrá un grupo de compañeros unidos, sin distingos de ideas políticas, religiosas, filosóficas, económicas, deportivas (pero viva la “U”). Sin separaciones de ningún tipo; es lo que necesita nuestra patria, unidad, amor, vivir un presente, proyectar un futuro mejor, el pasado no lo recuperaremos y no nos deja gozar el hoy o soñar el mañana.

Queridos compañeros, recordaremos tantas cosas, hechos, anécdotas; el esqueleto guatón, los partidos de fútbol, los apuntes de Física obsoletos de Fernandel, las pruebas con preguntas falsas, en fin, un mundo de memorias. Maestros, profesores de alta calidad humana, ética y profesional, nuestros éxitos y fracasos estudiantiles, balbuceos políticos, líderes en ciernes, romances y desvaríos, ilusiones cumplidas y sueños frustrados, entre tantas otras cosas.

Lo importante, y ello debe comandar el verbo y la acción, es que nuestra esencia, espíritu y comunión de ideales trascienda, que las diferencias humanas sean mínimas y que se mantenga viva la llama de esta generación de 1966.

Un cariñoso recuerdo de amor, reconocimiento y gratitud a nuestras madres en su día y un sentimiento emocionado a los compañeros que ya no nos acompañan y que viajan por el Oriente eterno: Guillermo Ampuero, Francisco Guerra, Jaime Ackerman, Enrique Goldstein, Nelson Bustos, Paulina Garriga, Carlos Pérez, Ruben Maler, Patricio González, Alberto Delgado, Víctor M. Trujillo y Esteban Plaza.

No quiero entristecer una reunión de camaradería, pero estimo que debemos estrechar filas, ejercitar el arte de la Amistad, de la convivencia afectuosa y desinteresada. Ni pegajosa, ni asfixiante, ni por compromiso social, sino que con franqueza, sinceridad, fraternidad. Quiero estar contigo y departir porque eres mi compañero, quiero ser tu amigo, si es que ya no lo somos.

Aprovechemos el tiempo, que a nuestra edad se nos acaba. Aprovechémoslo en lo intelectual, laboral, familiar, espiritual, filosófico, religioso, deportivo, etcétera. Todo es necesario y respetable dentro de nuestras posibilidades, pero no olvidemos que en la medida que vamos quedando solos, son muy importantes las amistades, tolerarse y reírse de las mismas tonteras.

Estimados compañeros, que la alegría reine en esta reunión, que su grato sabor, bromas y recuerdos nos acompañen largos días, pero que también quede el concepto de unión, de amistad perdurable, la necesidad de llamarse, de reunirse, de que tal vez una hora, cada ciertos días, dejemos de ser doctores tan importantes y ocupados, llamémonos, juntémonos, no es necesario una mesa opípara, a veces solo un café será suficiente, estrecharemos nuestras manos, nos miraremos a los ojos, tal vez nos contemos algún problema, una alegría, una pena, un consejo, una ayuda o simplemente conversemos del ayer, del hoy o del mañana. Es útil y necesario.

Recuerden queridos compañeros que “La vida es un misterio para vivirlo y no sólo un problema para resolverlo”.

Los aprecio mucho y les deseo éxito y felicidad en lo humano, espiritual y profesional junto a sus familias, sostén y faro de nuestras vidas y quehaceres.

Gracias y hasta siempre.

Dr. Eduardo Welch Waldemar

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